¿De Fidel a Raúl?
Juan Antonio Blanco | 19/02/2008 19:37
Algunas de las primeras reacciones a la noticia de la renuncia de Fidel Castro a ser reelecto por la nueva Asamblea parecen discurrir entre quienes consideran que el hecho es irrelevante y aquellos que son dados a magnificar su alcance. Hay una distinción entre la certeza de que la elite intentará, en lo adelante, cambiar todo lo que pueda para mantener su monopolio de poder y la pretensión de minimizar lo ocurrido. Suponer que, salvo el cambio de nombres en la cima del poder, todo permanecerá igual es una apuesta arriesgada.
Lo cierto es que la renuncia del Comandante en Jefe, permite que la nueva Asamblea Nacional respete la Constitución y sus propios reglamentos que exigen traspasos formales de esos cargos por razones de salud. Continuamos atravesando un periodo bisagra entre dos épocas. Parafraseando a Galileo diré que Cuba se mueve. ¿Hacia dónde? Esa es otra discusión.
Lo renuncia de Fidel Castro a ser reelecto crea situaciones nuevas:
- Las demandas de la sociedad ahora se dirigen inequívocamente a Raúl Castro. La responsabilidad por lo que suceda –y deje de suceder- es inequívocamente suya. No hay excusas.
- Retirado formalmente de sus cargos el líder de la fracción inmovilista –aun si retiene su influencia indirecta-, podríamos ser testigos del primer cambio en el régimen -que no equivale a decir “cambio del régimen”- del socialismo cubano. Pero los cambios en el régimen son también relevantes porque abren una lógica diferente a la impuesta hasta ahora por el inmovilismo.
- Pero para poder realizar cambios reales, aunque se desarrollen todavía dentro del régimen, pasan a primer plano la necesidad de descentralizar institucionalmente el poder, -separando las funciones y liderazgos de la Asamblea, el Consejo de Estado, el Consejo de Ministros, la jefatura de las FAR y el MININT, y la dirección del PCC- y comenzar a tolerar el pluralismo de ideas y de propuestas de reforma desde ellas.
- Al abocarse la sociedad a un cambio en el régimen, la discusión y definición de qué cosa ha de entenderse por “socialismo” se vuelve también relevante en esta nueva fase. Manejando de manera abstracta ese concepto, se ha pretendido, hasta ahora, excluir a muchos del debate e incluso se ha limitado el derecho de opinión de los propios adherentes a esa escuela de pensamiento que, sin embargo, no son partidarios del Socialismo de Estado. Si los cambios y debates son solo admisibles “dentro del socialismo” entonces la elite tiene que poner las cartas sobre la mesa: ¿Qué es para ellos el “socialismo”? ¿Cuál es su proyecto “socialista”?
Lo realmente importante es si el pueblo cubano se decide a ser de nuevo protagonista de su historia en lugar de esperar que ella ocurra. Lo deseen o no los miembros de la elite de poder, estamos en el inicio de una transición a la transición. La clave del futuro pasa ahora por la defensa de la autonomía de la sociedad civil y dos derechos básicos que le son inherentes: el de expresión y asociación.
Sobre el derecho a opinar que todos tenemos –más aun en las nuevas circunstancias- ya he escrito mi comentario de esta semana.
Publicado en: Cambio de época | Actualizado 19/02/2008 19:55