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Círculos viciosos

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Olvidando su pasado golpista, cuando intentó convertir al ejército en instrumento político, y quizás en previsión de otro golpe de Estado, esta vez en serio, el presidente Hugo Chávez apuesta por la despolitización del ejército, que debe asumir una neutralidad suiza, aunque se le concede la opción del aplauso (chavista, of course).

 

La represión cotidiana, el control de los desafectos y el dominio de la calle apelando a la intimidación o al número, queda en manos de los “círculos bolivarianos”, entidad en que el presidente Hugo Chávez, con un notable poder de síntesis, ha resumido lo peor de los CDR y lo peor de las Brigadas de Acción Rápida.

 

Estos círculos ni construyen nada (que sería lo bueno del Contingente Blas Roca, tropa de choque), ni convocan vecinos para chapear jardines, vacunar niños o reciclar materias primas. En síntesis: espionaje, chivatazo y palo o cabilla envueltos en papel de periódico. O armas de más grueso calibre. Basta recordar los 17 muertos del 11 de abril, cuya lista oficial ni siquiera se ha publicado, aunque una comisión parlamentaria investiga los sucesos.

 

El mejor modo de conocer sus funciones, es leer el “Programa ideológico de los Círculos Bolivarianos”, dirigido a ellos por el Movimiento Quinta República, y que se ha divulgado en la red.

 

Debiendo “estar preparados para una fase de violencia”, el documento advierte que “Al enemigo hay que conocerlo. (...)¿Dónde viven, con quién, como se llaman? ¿Dónde viven sus familiares y cómo se llaman? ¿Dónde estudian sus hijos, cómo se llaman? ¿Cuáles son sus teléfonos y placas de carro? ¿Cuáles son sus vicios, amantes, sitios que frecuentan?”. Información necesaria, dado que, como se explica más adelante, en el “Memorando de la Dirección Táctica del Movimiento Quinta República para la Comisión de Estrategia Ideológica de los Círculos Bolivarianos”, estos enemigos deberán ser objeto de la violencia revolucionaria, dado que “La violencia permite la búsqueda y la consecución del progreso y el triunfo de nuestros ideales”. Y en este caso no se trata de responder a la “violencia contrarrevolucionaria”, como dirían los clásicos. A los círculos chavistas se les alerta para que no permitan la disención, “porque la causa revolucionaria hay que abrazarla de manera integral”. Ni se admiten “separaciones ni oposiciones al pensamiento chavista”. La razón es que “La unidad de nuestro movimiento es esencial y por ello no podemos permitir disentimientos”. Cualquier parecido con la otra realidad, no es pura coincidencia.

 

Y para que no queden dudas sobre quién tiene la sartén por el mango, se aclara: “Ya nuestro presidente Chávez lo dijo: "...y nosotros tenemos las armas". Usarlas es corolario que se cae por su propio peso.

 

¿Qué hacer con los opositores? Muy fácil: “combatirlos con las armas y el terror, porque la lucha cobra sentido cuando se está ante algo o alguien que debe ser abatido”.

 

Y aunque Hugo Chávez es un presidente democráticamente electo, una suerte de epitafio declara que “Los partidos tradicionales y la democracia están pulverizados”. De modo que “no se permite defender ninguna ideología que pueda dar cohesión y fortaleza a la ya desaparecida democracia”.

 

¿Qué viene tras la extinción de la democracia oligárquica? Algo que el documento llama “la revolución del Soberano”. ¿Coronarán a Chávez?

 

Y para propiciar el advenimiento de la Nueva Era, se orienta fomentar el “descrédito de los medios de comunicación para captarlos a favor de la revolución, esto a través de la Ley de Contenidos, próxima a ser discutida y aprobada por nuestra Asamblea Nacional”; “ataques continuos a instituciones tales como la Iglesia católica, cuyos jerarcas, como bien lo ha dicho nuestro presidente Chávez, "es un tumor que hay que extirpar". El resto de las instituciones, ya es sabido por todos, están a favor de la revolución”.

 

A pesar de que estén “a favor”, se ordena “lograr la unidad con cualquier organización que nos apoye, infiltrar sus bases, pero sin aceptar contradicciones de ninguna naturaleza”. Es decir, no basta que estén a favor, tienen que estar A FAVOR.

 

Y no dejar ni rastro de aquella democracia con separación de poderes, requiere “instaurar formas políticas de control popular en la administración pública de justicia (tribunales que atiendan al proceso revolucionario y fallen a su favor)”.

 

Es suma, más que un círculo bolivariano, se trata de una brigada de demoliciones. Cosa que no sería preocupante si se tratara de cuatro gatos, pero el pasado 26 de junio, Le Monde publicó que los círculos cuentan ya con 123.000 militantes, entre ellos 800 motociclistas que pueden movilizarse en tiempo récord. Explica el diario francés que para constituir un comité basta reunir entre ocho y once personas, que debidamente identificados se inscribirán en la Casa Militar, como corresponde a su cáracter. Del resto se encargan los asesores chavistas, quienes los entrenarán en el armamento que ya están descargando camiones militares en los barrios periféricos.

 

De modo que si hoy se encargan de atacar manifestaciones, hostigar a los diputados de la oposición, intimidar a los periodistas, y zanjar a golpes cualquier síntoma de oposición; mañana podrán matarlos. Y no es exageración ni acusación maligna. En uno de sus párrafos más inspirados, el documento explica textualmente:

 

“Nuestro ideal revolucionario concibe al hombre como un ser dispuesto a sacrificar su vida en aras de sus ideales, y esto debe significar que, si se está dispuesto a sacrificar la vida, la del contrario también puede ser tomada en razón de ese mismo objetivo, que es la revolución”.

 

Sobran los comentarios.

 

“Círculos viciosos”; en:Cubaencuentro, Madrid, 26 de julio, 2002. http://arch.cubaencuentro.com/internacional/2002/07/26/9136.html.