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Resulta muy lamentable constatar que cuando se mencionan las negociaciones para crear el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) las agencias de noticias tengan que mencionar que participan "todos los países del continente americano salvo Cuba". Entre los días del 20 al 22 de abril se celebrará en la ciudad de Québec (Canadá) la III Cumbre de las Américas, con la presencia de todos los jefes de Estado o Gobierno del continente, excepto Cuba. El primer ministro canadiense, Jean Chrétien, declaró el pasado 27 de febrero que la próxima Cumbre no estará centrada sólo en la economía, sino que generará "un claro y contundente compromiso por la democracia y la igualdad". "Este compromiso —añadió Chrétien— debe extenderse a nuestras instituciones democráticas, nuestras maquinarias electorales, a la imparcialidad de los sistemas de justicia, así como a la protección de los derechos humanos y libertad de expresión". Basta leer estos enunciados para comprender por qué el gobierno de Fidel Castro no tiene nada en común con los objetivos de la Cumbre de las Américas. La primera frase de la Declaración de Santiago de la II Cumbre de las Américas resulta esclarecedora: "Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de las Américas elegidos democráticamente, nos hemos reunido en Santiago, Chile, con el fin de continuar el diálogo y fortalecer la cooperación que iniciamos en Miami en diciembre de 1994" (el subrayado es nuestro y explica por si solo la razón principal de la ausencia de Cuba). Lo que va resultando totalmente incongruente es que muchos de estos Jefes de Estado o de Gobierno continúen aceptando la presencia de Fidel Castro en las Cumbres Iberoamericanas, donde alegremente firma declaraciones acerca del respeto a la democracia, la libertad de expresión, elecciones libres, respeto al pluralismo político, etc. etc., para después ignorarlas olímpicamente. La más reciente declaración de Cuba acerca del proyecto de creación de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) estuvo a cargo del ministro de Asuntos Exteriores, Felipe Pérez Roque, quien dijo en Tokio que "en Latinoamérica no se puede hacer nada contra la voluntad de Estados Unidos y los que se oponen, como Cuba, sufren las consecuencias".
La impunidad en el banquillo Los babalawos tenían la razón |
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