Jueves, 02 agosto 2001 Año II. Edición 174 IMAGENES PORTADA
Opinión
La Historia: pendiente de absolución

Repaso a un alegato que se vuelve contra su autor
por LUIS MANUEL GARCíA Parte 1 / 2

A propósito de los recientes festejos por el 26 de julio, he releído el texto del alegato de defensa de Fidel Castro Ruz, conocido como La historia me absolverá –título heredado de Adolf Hitler–, 25 241 palabras pronunciadas el 16 de octubre de 1953, y he intentado cotejar el dibujo que de aquellos días nos ofrecía el protolíder cubano, su diseño de porvenir para la Isla, con la realidad que tiene lugar medio siglo más tarde, gracias, en buena medida, a su intervención.

F. Castro
26 de julio en La Habana. F. Castro junto al
nieto del Ayatolah Khomeini

Según FC, la dictadura en curso de Fulgencio Batista había significado para Cuba un retroceso de 20 años, y "arruinado al país con la conmoción, la ineptitud y la zozobra, se dedica a la más repugnante politiquería, inventando fórmulas y más fórmulas de perpetuarse en el poder". Mira tú qué casualidad. Y esa dictadura llegó cuando acababa "de cumplir cincuenta años la República que tantas vidas costó para la libertad, el respeto y la felicidad de todos los cubanos", porque "nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres". De modo que todavía no era la seudo-república que más tarde nos enseñaron en la escuela, sino una forma de organización socio-política que su posterior sepulturero definía de la siguiente manera:

"Había una vez una República. Tenía su Constitución, sus Leyes, sus Libertades; Presidente, Congreso, Tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El Gobierno no satisfacía al pueblo pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada: sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro".

Si llego a escribirlo yo, los amanuenses de la Isla me llaman gusano y lacayo del Imperio. Ahora entiendo por qué las reediciones posteriores del alegato son tan corticas.

Por entonces la Constitución del 40, que FC defiende con fervor en su alegato, había sido sustituida por unos estatutos a la medida del nuevo amo, y que entrañaban una contradicción: aunque se reconocía que "La soberanía reside en el pueblo y de éste emanan todos los poderes" (Art. 118), se añadía que "El presidente de la República será designado por el Consejo de Ministros" y que a su vez "Corresponde al presidente nombrar y remover libremente a los ministros, sustituyéndolos en las oportunidades que proceda", de modo que se eligieron entre ellos, y a su vez se atribuyeron el derecho a modificar la constitución. Un procedimiento cuyas virtudes  FC tuvo tiempo de reconsiderar en los años siguientes, para ponerlo en práctica, corregido y mejorado, tan pronto asumió el mando de la Isla, hasta el punto de gobernar casi 20 años sin constitución alguna, hacerse una a medida para los veinte siguientes, y olvidar que, según el mismo dijo en su alegato, "es un principio elemental de Derecho Público que no existe la constitucionalidad allí donde el Poder Constituyente y el Poder Legislativo residen en el mismo organismo. Si el Consejo de Ministros hace las leyes, los decretos, los reglamentos y al mismo tiempo tiene facultad de modificar la Constitución en diez minutos, ¡maldita la falta que nos hace un Tribunal de Garantías Constitucionales!". Y, ¡maldita la falta que nos hace una Asamblea Nacional del Poder Popular que jamás ha votado en contra!, digo yo. Obviando también, una vez ocupado el trono, que "El que tratare de impedir o estorbar la celebración de elecciones generales, incurrirá en una sanción de privación de libertad de cuatro a ocho años", cosa que recordó a sus jueces.

Salto a cont. Siguiente: FC hablaba... »
1   Inicio
2   FC hablaba...

Imprimir Imprimir Enviar Enviar

En esta sección

¿Conexión cubana?
JOAQUíN ORDOQUI GARCíA
¿Quién no ha sido ñosa alguna vez?
MANUEL VáZQUEZ PORTAL
Miel para Oshún
BALTASAR MARTíN
Los intelectuales y el poder
MANUEL CUESTA MORúA
Culta popularidad
JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid
La Cuba que nos merecemos
BALTASAR MARTíN, Miami
NOTICIERO
SOCIEDAD
ECONOMÍA
CULTURA
INTERNACIONAL
DEPORTE
MÚSICA
OPINIÓN
DESDE...
ENLACES
Chat
COLUMNISTAS
Cartas
BUSCADOR
Galeria
Galería
EDICIONES
» Actual
« Anterior
» Siguiente
Seleccionar
D:  
M:  
A:  
   
Ubre Blanca
 
 
PORTADA ACTUAL NOSOTROS CONTACTO DERECHOS SUBIR
 
© 1996-2003 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana.