www.cubaencuentro.com Lunes, 19 de mayo de 2003

 
  Parte 1/5
 
Cuba: Mito y realidad
El régimen cubano ha entrado en una dinámica represiva que atiende, básicamente, a problemas vinculados con la gobernabilidad del país.
por MARIFELI PéREZ-STABLE, Miami
 

Las condenas a 75 opositores pacíficos y los fusilamientos de tres hombres por secuestrar una embarcación deben entenderse fundamentalmente por el contexto interno de Cuba. La dirigencia cubana no acaba de encauzar un proceso de reformas económicas que le permita relajar las tensiones de sus relaciones internacionales. A las medidas de principios de los noventa no le han sucedido otras que
Familiares de los disidentes
Familiares de los disidentes y periodistas recientemente encarcelados.
realmente arraiguen en una reestructuración. El resultado es que se ha entronizado el inmovilismo económico a la par que se han acelerado las movilizaciones y la ideología nacionalista. A Fidel Castro le es más fácil gobernar desde las crisis que desde cualquier tipo de normalidad. En ese sentido, el enfrentamiento con EE UU es un factor consustancial a la manera en que ha ejercido el poder a lo largo de casi 45 años.

Aunque hace rato que la revolución pasó a la historia, no sucede lo mismo con su distintivo cuasi mítico de baluarte del nacionalismo y la equidad. A principios de los años sesenta, la soberanía ganada ante EE UU y los avances en justicia social forjaron en los cubanos un vínculo afectivo tan fuerte que incluso hoy, cuando en Cuba no queda ni rastro de lo que fue —o prometió ser— la revolución, aún sienten su ascendencia algunos sectores de la población. Sólo el empecinado diferendo con EE UU permitió al régimen rodearse del aura de David y retener, si no simpatías, sí un cierto perfil internacional. Pareciera que las desmesuradas sentencias a 75 opositores no violentos y las ejecuciones sumarísimas de tres secuestradores constituyen un parte aguas entre los efectos residuales del mito revolucionario y la realidad de la dictadura que azota a Cuba.

En cierto modo, la represión reciente se desmarca de los casos más notorios de los últimos 15 años: el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia y otros dos oficiales en 1989; el hundimiento del remolcador 13 de marzo en 1994, con 41 muertos (10 de ellos menores de edad); el derribo de dos avionetas en aguas internacionales (según lo estableció la Organización de Aviación Civil Internacional, una agencia de la ONU) con cuatro víctimas mortales; y la represión rutinaria a la oposición mediante la intimidación, el hostigamiento, la arbitrariedad y el encarcelamiento.

Los fusilamientos de 1989, aunque sacudieron a Cuba, fueron un affaire de la elite. Entrañaban riesgos, pues mostraron una fisura en la cúpula del poder que pudo haber sido fatídica. Entonces agonizaban la URSS y la Europa del Este, China se había enfrentado a la Plaza de Tiananmen y se avecinaba la derrota electoral del sandinismo en Nicaragua. Cuba encaraba una crisis latente —por el estancamiento de su economía y, sobre todo, por el agotamiento de la ciudadanía—, pero la contuvo. Precisamente, la capacidad de la elite para mantenerse cohesionada ha sido una de las razones de su perdurabilidad.

En julio de 1994, el 13 de Marzo fue usurpado por un grupo de personas que intentaba salir de Cuba; las autoridades lo interceptaron y lo hundieron. Si se hubiera efectuado un sondeo en aquel momento, éste hubiera registrado un casi seguro repudio abrumador al hundimiento. ¿Cómo no iba a conmoverse la opinión pública si millones de cubanos habían contemplado la idea de irse del país y 750.000 solicitarían la salida a la Sección de Intereses de EE UU? Al hundimiento le sucedieron dos hechos notables: el "maleconazo" del 5 de agosto, cuando miles de personas se congregaron en el litoral habanero por el rumor de que se aproximaban embarcaciones para trasladar a la Florida a todo el que quisiera y, al no aparecer, vocearon consignas anti-gubernamentales; y la estampida de 35.000 cubanos devenidos en balseros después de que el Gobierno abriera las costas para la libre emigración. Estos sucesos destacaron el poder de convocatoria de la migración en la ciudadanía y en las relaciones EE UU-Cuba. En septiembre, los dos gobiernos acordaron un pacto migratorio que facilitó la entrada anual a EE UU de hasta 20.000 cubanos.

1. Inicio
2. El derribo de las avionetas...
3. Ni entonces ni ahora...
4. El contexto interno fue...
5. Conclusiones...
   
 
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