Actualizado: 18/04/2024 23:36
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

Política y cambios

Contra el exceso de entusiasmo

Quienes miran con demasiadas expectativas los mal llamados “cambios”, deben ver estos movimientos en perspectiva y no olvidar su esencia

Comentarios Enviar Imprimir

El destierro de 39 presos políticos, del grupo de los 75 opositores detenidos durante la Primavera Negra, y las medidas económicas anunciadas por el régimen cubano son, por incomprensible que parezca, vistas por algunos con un entusiasmo que rebasa con mucho el alcance real de los hechos en sí, al tomarlos como señales positivas de un cambio que en realidad no viene —no va a venir— por ahí. Es decir, como si significasen un avance hacia el respeto de los derechos humanos, la democracia y la imprescindible apertura económica. Una señora confusión que tiende a retrasar el cambio verdadero y, lo peor, que arroja salvavidas a los culpables del naufragio, mientras los inocentes luchan a duras penas para no hundirse. Por eso leamos una vez más el relato de esos hechos e intentemos comprenderlos con objetividad para evitar que el entusiasmo se nos desborde y ahogue a los náufragos equivocados.

Los principales voceros de esta interpretación “optimista” son quizá el Gobierno de España y la Iglesia. Pero no son los únicos. El secretario de Estado Adjunto para América Latina de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, acaba de pronunciar estas palabras: “Nosotros le damos la bienvenida a la liberación de los presos, así como también a algunas medidas que llevan a la reforma económica que están ocurriendo en Cuba”. Sin embargo, la realidad es otra. La realidad es que quienes así piensan incurren en un mismo error: atribuirles a esos movimientos una naturaleza y un calado que no tienen. Lo que se traduce, por un lado, en humo para ocultar la realidad, y por otro, en pérdida de un tiempo precioso para avanzar en la dirección adecuada.

Si nos atenemos a lo dicho por el funcionario del Gobierno estadounidense, al menos podemos extraer un par de incongruencias. La primera: en Cuba no se está produciendo una liberación fáctica de presos. La segunda: las medidas económicas en cuestión no llevan necesariamente a la sustitución del fracasado modelo que durante más de medio siglo ha desolado la Isla. En el primer caso se está presionando para conmutar la pena de cárcel por la de destierro, e incluso si a la larga se produjese la excarcelación de todos los que se niegan a exiliarse, el concepto seguramente no cambiaría: las condenas continuarían vigentes; es decir, salvo que felizmente me equivoque, no se trataría de una amnistía en toda regla, sino de esa ambigua fórmula o espada de Damocles que el régimen denomina “licencia extrapenal”; y, en el segundo caso (el de la economía), tan sólo se están flexibilizando y ampliando los mecanismos para estimular las inversiones extranjeras y la ya vieja medida del trabajo por cuenta propia, sin que ello implique para nada la renuncia al llamado modelo socialista. Raúl Castro, sentado junto a su cómplice de turno, el histriónico presidente de Venezuela, lo dijo de manera muy nítida: “El Buró Político del PCC decidió convocar el VI Congreso para la segunda quincena del mes de abril del próximo año con el fin de tomar decisiones fundamentales para la actualización del modelo económico y social del país” (El subrayado es mío). Tómese nota.

Y es ahí donde deberíamos detenernos al pensar el “cambio” actual de Cuba. Veámoslo por partes:

Las medidas económicas

Si bien pienso que el problema fundamental de Cuba nunca ha sido ni es económico —lo que no significa que sea un problema menor, sino derivado—, aunque sólo sea porque muchos piensan que sí, debemos examinarlo con cuidado.

Las actividades para las cuales los cubanos podrán solicitar licencias y, dado el caso, créditos bancarios, son toda una revelación. Para que se tenga una idea puede consultarse el listado que aparece en orden alfabético en las publicaciones del régimen. Las trece primeras son:

No.ACTIVIDADES
1.Afinador y reparador de instrumentos musicales
2.Aguador
3.Albañil
4.Alquiler de animales
5.Alquiler de trajes
6.Amolador
7.Animador de fiestas, payasos o magos
8.Arriero
9.Artesano
10.Aserrador
11.Asistente infantil para el cuidado de niños
12.Barbero
13.Bordadora - tejedora
Y así hasta el número 178, que pertenece al acápite “Tracción animal y humana” y dice lacónicamente:
178.Ciclos

La lista, como digo, es reveladora. Revela: uno, el fracaso del modelo llamado socialista, pues pretende que la iniciativa privada rellene lo que la falta de iniciativa estatal ha vaciado —esto es, casi todo lo que tiene que ver con la vida cotidiana, que durante décadas ha convertido el día a día del ciudadano de a pie en un infierno—. Y dos, un cambio de actitud del régimen en un sentido que, más que positivo, me parece peligroso.

Si bien se dice que se abrirán fuentes de financiación, no queda claro cómo podrán utilizar ese dinero para obtener los recursos necesarios sin salirse, como hasta ahora, de la legalidad. O sea, que para que esto signifique realmente una fuente de estímulo macroeconómico, lo primero que habría que romper es ese fatídico círculo vicioso; pero como el principio, según Raúl Castro, no es ése, sino sólo “actualizar el modelo económico y social” existente, cabe esperar que intentarán poner todas las zancadillas posibles para que, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, nadie pueda ampliar su negocio hasta convertirse en un capitalista. Obsérvese si no el sistema impositivo previsto. Si el Congreso del Partido no dice otra cosa (y eso, está claro, sólo depende de Raúl Castro y, en la sombra, de su hermano, por lo que no lo dirá), puede llegar a absorber hasta la mitad de las ganancias de los cuentapropistas. También léase el documento que sirve de plataforma para el VI Congreso del PCC recién publicado, el llamado “Proyecto de lineamientos de la Política Económica y Social”, y en el que se advierte que “sólo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de la Revolución” y que “En la actualización del modelo económico primará la planificación y no el mercado”. De modo que dicho círculo vicioso seguirá siendo un círculo y, por si fuera poco, vicioso.

¿Pero por qué digo que esto (este cambio de actitud del régimen, que no de la esencia del modelo económico) es peligroso? Porque apunta a un experimento caótico, frankesteiniano o, lo que es lo mismo, a una versión caricaturesca del modelo chino que, como se sabe, consiste en tomar parte de aquello del capitalismo que no ponga en peligro el poder político y todo de aquella parte del llamado socialismo que realmente les importa y, con tales ingredientes —para decirlo más claro: la economía capitalista hasta donde les conviene y el poder político del “socialismo” hasta donde les sea posible; lo más inocuo de uno y lo más execrable del otro—, armar el monstruo. Sólo que en Cuba (y por eso lo califico de caricaturesco) se proyecta a escala reducida y sin esos “confusos” giros ideológicos chinos que van hacia el confucionismo. Si bien, aclaro, la escala es reducida únicamente en el calado, no en los objetivos.

Estos van en la dirección de eliminar el paternalismo estatal, atraer el capital extranjero (nunca del exilio, conviene recordarlo) y ampliar el trabajo por cuenta propia o el modo de descargar sobre los hombros de gran parte de la población la responsabilidad, si bien bajo control. Lo que dicho de un modo más coloquial significa dejar una vez más a los cubanos fuera de las decisiones y las oportunidades de la macroeconomía; escurrir el bulto; tomar la variante más cómoda; dejar que sea el propio pueblo el que resuelva los problemas —sus problemas— creados por la pésima gestión (esta microeconómica) del régimen, sin que ello implique, ni mucho menos, que la iniciativa privada, aun en este sector, gozará de una libertad real. ¿Y qué es lo que justifica la dureza competitiva del juego económico en el capitalismo, si no es precisamente esa libertad?

Pero la vetusta nomenclatura de la llamada revolución prefiere no arriesgarse. Se limita a sondear vías que, al crear falsas expectativas, impidan, o por lo menos retarden, un estallido social, confundan como lo hacen a muchos observadores y les permitan a los viejos comandantes conservar sin sobresaltos el poder totalitario.

Las medidas políticas relacionadas con los derechos humanos

Las expectativas en este acápite resultan aún menos justificadas. Incluso si imaginamos el panorama casi ideal posible en las actuales circunstancias —es decir: que a la excarcelación de Arnaldo Ramos el pasado 13 de noviembre siga las de los doce restantes que se niegan al destierro—, incluso en ese panorama, digo, no debe entenderse que lo que hace el régimen sea un “cambio” en sí; una rectificación. Por algo en ningún momento ha reconocido haber cometido una injusticia; al contrario: mantiene sus calumnias intactas y los mecanismos represivos bien engrasados. Así que continúan las detenciones arbitrarias, los actos de repudio… el acoso a cualquier manifestación de disidencia, por pacífica que sea.

Además, ¿acaso es la primera vez que echa mano de su plantilla carcelaria para obtener algún beneficio? Ese es un procedimiento casi tan antiguo como el régimen mismo.

Resumen

Con otras palabras: En Cuba se aplica una reforma en toda regla —esto es, en lo económico, en lo político y en lo social, cuidándose de que no se copien las aberraciones que pueden observarse, por ejemplo, en Rusia—, o estaremos cayendo una vez más en una trampa otra del régimen. —Y disculpen que escriba como lo haría el persa Manes, pero es inevitable.

Por eso importa que todos aquellos que hoy miran con demasiadas expectativas los mal llamados “cambios” que se producen en la Isla, vean estos movimientos en perspectiva, proyectados sobre ese fondo que se acumula desde hace medio siglo, y que no olviden su esencia. Importa que comprendan que el cambio total, para que lo sea, pasa por la derogación de ese bodrio que es la Constitución de 1976, reformada para peor en julio de 1992, y que sólo sirve para legalizar despropósitos tales como la irreversibilidad del llamado socialismo o la imposición mediante la cual se dispone que la “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado” es, porque sí, el Partido Comunista; y, sobre todo, para derivar leyes como la que permite condenar a largas penas de prisión a quienes opinen libremente sobre los acontecimientos del país y divulguen aquellos que el régimen oculta o manipula; represión que si se tienen en cuenta los más elementales derechos humanos no puede justificarse ni siquiera cuando se acepta el calumnioso argumento de que por ello —por ejercer ese derecho básico— reciben financiación del Gobierno de EEUU.

Esa interpretación injustificadamente entusiasta de los más recientes gestos del régimen beneficia a quien no debe. Y, lo peor, retarda la comprensión de un fenómeno (el del fallido experimento cubano) que ofende la inteligencia de un siglo que debemos suponer más sabio.



Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.