Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Ébola, ONU, Raúl Castro

Cuba, Raúl Castro, la ONU y el ébola

El secretario general de la ONU pide ayuda

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Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, telefoneó a diversos gobernantes solicitando ayuda en la lucha contra el ébola, virus que causa estragos en África. Cuando escribo esto hay casi 4.000 casos registrados y más de 2.000 muertes, según la Organización Mundial de la Salud.

Entre los gobernantes con que conversó el secretario general de la ONU, a quienes “subrayó la necesidad urgente de aumentar el apoyo, incluyendo más equipos médicos, transportes y financiación para asistir a las comunidades afectadas por la epidemia”, estaban el presidente de EEUU Barack Obama, el de Francia François Hollande, el primer ministro de Inglaterra David Cameron, el presidente saliente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el dictador cubano, Raúl Castro. A Cuba habrá solicitado médicos y experiencia de campo, que tiene bastante, porque el país no podría ofrecer equipos médicos, transporte ni financiamiento.

Esta noticia no agrada a quienes ven a Cuba en blanco y negro, con grises y matices prohibidos. Que dicen desde su burbuja que el castrismo rebautizó la Calzada de Jesús del Monte, en La Habana, como Calzada del Diez de Octubre, ignorando que ese nombre para la arteria capitalina existía muchos años antes de 1959. O que no quieren saber que desde 1976 en Cuba hubo catorce provincias —quince actualmente— no las seis que dejaron al salir del país. Que se administren mejor o peor que antes no cambia la cifra de provincias ni que hoy las personas vivan en Cienfuegos, Ciego de Ávila, Holguín o Artemisa, no en Las Villas, Camagüey, Oriente o Pinar del Río.

Para enfrentar ideológicamente a la tiranía hay que ser serios. El pedido de ayuda al régimen para luchar contra el ébola, junto a Estados Unidos, Francia, Reino Unido, la Unión Europea, y otros países no mencionados por la agencia Efe, debería hacer pensar a los estrategas del alboroto. Aun partiendo de la innegable realidad de las limitaciones que sufre la salud pública cubana, el mal servicio, y las carencias de agua potable, ropa de cama o analgésicos en instalaciones médicas —algunos dirán que por el bloqueo— preguntarse si es posible, y sensato, llegar a la conclusión de que Cuba no tiene nada que aportar a la lucha contra epidemias y enfermedades tropicales en el mundo.

Veteranos de la guerra de pan duro acusarán a Ban Ki-moon, y a cualquiera, de seguroso, comunista, chantajeado, o cualquier epíteto de los que florecen en conversaciones informales y foros. Matando al mensajero pretenden ignorar que Cuba, aunque no sea, ni nunca haya sido, ni pueda ser, la potencia médica con la que deliraba Fidel Castro, acumula conocimientos y experiencias en la lucha contra enfermedades tropicales gracias a la cantidad de médicos que ha enviado a todos los rincones del mundo durante tantos años, y al trabajo de campo y atención primaria de profesionales cubanos a pacientes de todas las razas y países, además de la atención médica en la Isla, y de investigaciones a partir de esos trabajos de campo y resultados de laboratorio.

Si Fidel y Raúl Castro, y la camarilla gobernante, pretenden incautarse el resultado de los esfuerzos de cientos de miles de cubanos, y de glorias que pertenecen a los trabajadores de la salud más que a los cabecillas que les explotan y se apropian de los laureles y del dinero que generan, es tarea de todos los cubanos poner las cosas en su sitio, en este tema y en todos.

Nunca pretendamos rebatir propaganda castrista con absurdos y negar evidentes resultados de la medicina cubana, valores morales de sus trabajadores, o la capacidad demostrada por sus profesionales, independientemente de que la situación actual obligue a muchos a doble moral, aceptar regalos-sobornos de pacientes, o vender medicamentos, ingresos, recetas o servicios “por la izquierda”, para sobrevivir y alimentar a sus familias.

El régimen aumentó el sueldo a los trabajadores de la salud, pero aún así los salarios más elevados, para los más destacados especialistas médicos, son de 1.600 pesos cubanos mensuales, equivalentes a $64. En la Cuba de los Castro continúa siendo más conveniente económicamente ser portero de hotel, camarero de paladar o administrador de fonda estatal de mala muerte, que profesional de la medicina.

Sin embargo, contradicciones de la Cuba creada por la ingeniería social totalitaria, a la hora de buscar ayuda en todo el mundo para combatir el ébola, hay que recurrir también a los médicos cubanos y sus conocimientos especializados que atesoran durante muchos años de práctica profesional.

Una más de las tantas disfuncionalidades del castrismo en su largo camino desde el capitalismo hasta el capitalismo.


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