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Noticias, Cuba, Exilio

La verdad del humor y la mentira

Todas las noticias que publica El Lumpen son deliciosamente falsas, diseñadas según una elemental línea editorial: que satisfagan algún deseo oculto del lector

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“¡Lumpen!”, La Habana, 1963. La palabra quería decir vago, antisocial, sucio, borrachín, mariguanero, contrarrevolucionario… Eran los convulsos sesenta y una parte de Cuba aprendía afanosamente a través de su gobierno socialista las nuevas palabras llegadas de Europa. Aunque aquella Europa nada tenía que ver con Paris, ni con la segunda guerra mundial ni con los chocolates suizos, sino con la del filósofo Karl Marx en el siglo XIX.

¡Desde cuán lejos nos llegaban entonces las palabras! parvulitos nosotros en eso de la ideología; y aquellos tiempos, ansiosos por describir una nueva realidad nacional a cualquier costo. Lumpenproletariat es la palabra completa en alemán y uno no sabe —al enterarse de lo que de verdad quiere decir— si había que despreciar a los “lumpenes” o compadecerlos. En Cuba la decisión fue despreciarlos; y aquellos polvos trajeron entre otros, los lodos de la UMAP.

Pero El Lumpen[i] que nos entretiene hoy no es el de aquel tiempo. El nuestro reside y trabaja cómodamente en una nube de la web, descansado y desafiante, creando a golpe de noticias, fotos y videos todo un universo informativo paralelo para cubanos, cubanazos y cubiches. Aunque apuesto que a cualquier otra nacionalidad contaminada con el tema le resultaría simpático el lugar, para reírse con y de nosotros. Es un universo del humor donde todas las noticias nacen trastocadas. Allí todo vale: lo mismo las noticias de verdad (¿?), que las noticias de mentira (¿?); sobre todo en los temas de la patria martiana en cualquier lado del estrecho floridano, porque en ambos, tanto en la Isla Fascinante (¡ah! Juan Bosch), como en la Capital del Exilio, las noticias tienen una misteriosa y peculiar plasticidad que tanto nos caracteriza: la alquimia informativa. Las noticias lo mismo se convierten en deseos, que los deseos en noticia; hoy la verdad es una cosa, y mañana es otra; nunca sabremos cuán cierto es lo que leemos, pero nos lo creeremos; aunque nunca nos creeremos la noticia que menos nos conviene. Siempre la primicia vendrá salpicada con la conveniencia partidista; y a los hechos nunca les faltará cierta peculiaridad: aparecen o desaparecen de acuerdo al funcionario, político o activista al que le aprieten el zapato. En Miami claro que sí, pero sobre todo en Cuba.

No importa que Raúl Castro, Díaz Canel, y todos los presidentes de la UPEC pasados, presentes y futuros clamen por una “mayor eficiencia informativa” —nótese el anhelo estajanovista[ii] — en todos los seminarios, conferencias y congresos pasados, presentes o futuros. Nada sucede. El cangrejo de la burocracia periodística criolla es más difícil de vencer que el mismísimo imperialismo americano. Y no importa que un opositor cubano se mande 26 huelgas de hambre y sobreviva perfectamente a todas, la número 27 será siempre una primicia sensacional en esta gran ciudad.

Pero El Lumpen tiene perfectamente resuelto ese problema. Todas las noticias que publica son deliciosamente falsas, diseñadas según una elemental línea editorial: que satisfagan algún deseo oculto del lector y que provoquen cuando menos la credibilidad o la sonrisa. Por eso allí podemos encontrar al excanciller Felipe Pérez Roque asilado en Costa Rica; a las Damas de Blanco en un mitin de repudio contra Posada Carriles; a la Aduana General de la República de Cuba autorizando la entrada a tutiplén con el pasaporte americano[iii] o a Elián González tomándose un café en el Versailles.

Y lo más simpático es que muchos de los lectores se lo creen; ahí están sus opiniones: 1.157 comentarios felices o indignados con lo de los pasaportes; con lo de Elián hay solo 267, algunos contentos porque al fin se escapó del comunismo y otros molestos por la falta de respeto. En otras palabras El Lumpen es una legítima expresión de la prensa cubana que jura siempre decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad tanto en la Ínsula de Cuba como en la Península de Miami, pero que pocas veces termina por decirla. Y qué le vamos a hacer. El humor político, tan ausente de la realidad cubana desde hace décadas y tan necesario para no tomarnos demasiado en serio, vive graciosamente feliz en El Lumpen. Ah! Pascal[iv], la sagrada irreverencia…



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