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México, Martí

Las mentiras del embajador y el cónsul

En la ciudad de México, con un sondeo solo a ojos vista, es fácil concluir que hay más castristas que en Cuba, afirma el autor de este artículo

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En estas mismas páginas publiqué el 17 de febrero de 2011 un texto titulado Martí abandonado, donde daba fe del olvido en que se hallaba la principal estatua de José Martí en la ciudad de México, en la explanada contigua al módulo cultural que lleva el nombre del Maestro, en el centro de la ciudad. Hacía constar en el texto referido que allí, junto a la estatua, rodeada de inmundicias, hasta los perros tienen espacio libre para mearse a sus anchas. La estatua ha seguido igual de olvidada, salvo cuando se acerca el 28 de enero, fecha en que se conmemora el nacimiento del Apóstol. De modo que ahora, unos días atrás, la pusieron de nuevo bonita (por unos días). Digo de paso que Martí abandonado me costó una amistad, o la pérdida de un buen conocido, quien replicó mi artículo diciéndome que para qué tanto lío, la estatua de Martí era solo un montón de bronce, no tenía sentido quejarse por cosas así. Yo le respondí que entonces la foto que podría guardar de su madre era solo un trozo de papel.

Este 28 de enero, ya con la estatua bonita, vino el embajador castrista en México, Dagoberto Rodríguez Barrera (no digo el Embajador de Cuba, porque somos millón y medio de cubanos regados por el mundo a quienes los embajadores castristas no nos representan, pues dicen que somos enemigos de la patria) a echar su discurso en el Centro Cultural José Martí, a las 11 de la mañana.

Lo cierto es que el discurso, esta vez, no fue muy agresivo, ni tuvo el tono efervescente que suelen, o solían quizá, utilizar los castristas. Luego de decir una semblanza sobre el origen de José Martí y su desarrollo como poeta y político, el embajador citó unos versos del poeta que yo, en mi ignorancia, pensé que eran versos actuales escritos por otro poeta y con otro propósito: Rojo, como el desierto, /Salió el sol al horizonte: /Y alumbró a un esclavo muerto, /Colgado a un seibo del monte /Un niño lo vio: tembló /De pasión por los que gimen: /Y al pie del muerto, juró /Lavar con su sangre el crimen. Y volví a confundirme cuando el embajador castrista agregó que “Muchos de los sueños de Martí, que se unen a los sueños de Bolívar, de San Martin, de Sandino, de Juárez y de tanto otros ilustres de nuestra historia, están inconclusos en nuestra América”. Bueno, ya sabemos que en los últimos años, Bolívar ha subido en el ranking de Latinoamérica. Por otra parte, es cierto que los sueño de Martí están “inconclusos”; tanto lo están que si él viviera y soñara, un sueño fisiológico digo , con la realidad que ha ocurrido en la Cuba castrista, al despertar comentaría con la persona más próxima: “coño, qué clase de pesadilla tuve anoche”. Y volví a confundirme cuando el embajador Dagoberto convocó: “Por eso, en este 160 aniversario de su natalicio, el mejor homenaje que podemos hacerle, cubanos y mexicanos, es profundizar en el estudio de su pensamiento, vigente hoy más que nunca, y seguir su ejemplo de lucha por la justicia, por la igualdad y por el decoro del ser humano”. Digo que me confundí ante esta alocución de Rodríguez porque es como si él comprara soga pa´ su pescuezo, como se suele decir. ¿Alguien se imagina adónde iría a parar el castrismo si la gente de aquí y de allá, profundizara en verdad en el estudio del “pensamiento” martiano?, ¿en ese afán del Maestro de luchar “por el decoro humano”? Bueno..., pero en conclusión el discurso del embajador fue leve, sus mentiras fueron lánguidas, por misión y ósmosis, diríamos.

Debo aclarar para el lector no avisado que en la ciudad de México, con un sondeo solo a ojos vista, es fácil concluir que hay más castristas que en Cuba. Así van las cosas. Y otro detalle para el mismo lector: el Gobierno de la ciudad de México es de izquierda, como lo es el aún poderoso PRD (Partido de la Revolución Democrática), que suele agasajar a los embajadores castristas con banquetes y escarceos oratorios. Algo que resulta muy bien recibido por los embajadores del régimen cubano y su combo, ¿o es que acaso alguien ignora que dos rasgos que identifican a los comunistas es hablar infinitamente y comer gratis?

Bien, los actos en México, de parte del castrismo digo, por el 160 aniversario del nacimiento de José Martí, comenzaron el pasado domingo 27 en la ciudad de Monterrey, estado de Nuevo León. Allá fue el cónsul general del castrismo en México, Luis A. Quirantes. Allí el cónsul, en la plaza Simón Bolívar (ya ven) agradeció la presencia en el acto “de una alta representación de la Gran Logia Masónica de Nuevo León”. El cónsul Quirantes no citó un poema, sino el fragmento de una canción:

Bolívar lanzó una estrella, /que junto a Martí brilló, /Fidel la dignificó /para andar por estas tierras. No dijo quién es el autor de la canción. En su discurso, además, el cónsul agradeció las palabras dichas en el acto por “la ciudadana cubana residente en Monterrey, la abogada Jannine Cabrera, un discurso de unidad nacional, de cohesión en torno a los principios de la Revolución cubana, de compromiso con el ejemplo de Martí, su pensamiento y su obra; un discurso que da testimonio de fidelidad a la Revolución cubana y a las mejores causas que defiende hoy el pueblo cubano”. Ya ven. Y algo que creo muy interesante: afirmó el cónsul que “Los cubanos que residen dentro y fuera de la Isla somos todos hijos de una misma nación, de un mismo pueblo de una misma Patria y en su mayoría compartimos los mismos sueños, anhelos y compromisos de lucha por la preservación de nuestra libertad, justicia social, soberanía e independencia nacional”. Ya ven.

Bien, en mi opinión los discursos del embajador y el cónsul castrista fueron bastante suaves. Pero, sobre todo, me llama la atención, y es a lo que iba, que ni una sola vez pronunciaran las palabras “imperialismo” o “imperialistas”. Suena raro, ¿verdad?


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