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Emigración, Presos, Diálogo

NOV 1978: El Diálogo

El diálogo abierto en 1978 no entrañaba la misión histórica de que aflorara en Cuba un “gobierno electo democráticamente”

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Al reiterar la invitación de Fidel Castro al exilio para discutir liberación de presos políticos, reunificación familiar y visitas a Cuba, el jefe de su Sección de Intereses en Washington, Ramón Sánchez-Parodi, soltó que si el exilio no tenía voluntad de diálogo, se interpretaría que no deseaba resolver los problemas.

Agregó que como el exilio no había sido capaz de organizarse en 20 años, mucho menos lo haría ahora y por eso el gobierno de Cuba había escogido con quien dialogar, tras comprobar que la hostilidad iba en descenso y llegaba el momento de abrirse a la discusión. Las reuniones tuvieron lugar en La Habana el 20 y 21 de noviembre, con otra adicional el 8 de diciembre, y participaron unos 140 exiliados de Miami, Nueva York, Puerto Rico, México, Venezuela y otros lugares.

Comité de los 75

El núcleo duro de este diálogo era el “Comité de los 75”. Uno de sus miembros, el reverendo Manuel Espinosa, lo tacharía de “pantalla” de la Dirección General de Inteligencia (DGI) castrista. Para marzo de 1982, Sergio Piñón, agente especial del Departamento de Orden Público de la Florida, sostenía igual tacha en audiencia del Senado de EEUU sobre Seguridad y Terrorismo.

Entre el 31 de enero y el 3 de septiembre de 1980,·Espinosa mencionó por radio a más de 90 exiliados que trabajaban para Castro. El director de la oficina del FBI en Miami, Arthur Nehrbass, declaró que “la revelación prematura de información de inteligencia, especialmente por alguien ajeno al cuadro general, puede poner en serio peligro a las operaciones [y] el FBI no estaba en condiciones de esclarecer la verdad públicamente” (Miami Herald, 29 de febrero de 1980).

El agente especial Welton Ferry reafirmaría que acusar a exiliados de ser agentes castristas “interfiere con la identificación efectiva de las actividades de Castro en EEUU.” (Miami Herald, 3 de febrero de1981). Espinosa terminaría lamentado: “Llevo tres años denunciando y viendo qué es chocar contra una pared. Las autoridades no hacen nada” (Miami Herald, 23 de octubre de 1983).

La industria

La triple agenda del diálogo cristalizó empresarialmente con agencias de viajes y envíos a Cuba. Quizás el ejemplo más ilustrativo sea la compañía panameña Havanatur, propiedad del chileno Carlos Alfonso, quien no era otro que Max Marambio. Aunque cerró en diciembre de 1979, tras detectarse su función de pantalla de la DGI, las operaciones de Havanatur pasaron a American Airways Charters (AAC), copropiedad de Roger Doole y Fernando Fuentes Coba.

Este último tenía como antecedente público haber comparecido en juicio como teniente de la policía castrista infiltrado entre conspiradores anticastristas (El Mundo, 7 de septiembre de 1960, pp. 13-14). Y como antecedentes confidenciales constaban haber sido sargento del Buró A (Operaciones de Inteligencia) del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) en 1959 y jefe de sección de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en 1960, transferido a la Policía del Tránsito en 1961. Así y todo, Fuentes Coba pudo abrir su quiosco AAC el 15 de febrero de 1977 en Hialeah y mantenerlo durante cinco años hasta que los aduaneros del aeropuerto de Miami ocuparon tres morrales llenos de monedas de 25 centavos y otras cargas ilícitas con destino a Cuba.

Tras el proceso judicial (1982-85), Fuentes Coba escapó a México y su hija Vivian Fuentes-Lage [de casada Mannerud] continuaría el negocio de viajes a Cuba, primero con ABC Charters y después con Airlines Brokers, hasta caer en desgracia con La Habana hacia el otoño de 2012.

Legado dialoguero

El diálogo abierto en 1978 no entrañaba la misión histórica de que aflorara en Cuba el “gobierno electo democráticamente” que se fijaría como pre-requisito tanto para levantar el embargo [Sección 204 de la Ley Pública 104-114 (Helms-Burton), de 12 de marzo de 1996] como para derogar el ajuste cubano [Sección 606 de la Ley Pública 104-208 (Reforma Migratoria), de 30 septiembre de 1996].

Aquel diálogo respondió más bien al juego estratégico con el empeño simplemente biográfico de los cubanos por avecindarse en EEUU. para hacer más llevadera la vida propia y ayudar a los familiares que dejan atrás en la Isla.

Entre 2001 y 2012, casi 385 mil cubanos obtuvieron su residencia permanente y unos 250 mil se naturalizaron entre 2001 y 2013. Así viene arraigando la invasión demográfica que principió con la Operación Camarioca (1965) y siguió con los Vuelos de la Libertad (1965-73), Mariel (1980) y la Crisis de los Balseros (1994) hasta perpetuarse con la emigración ilegal que en la última década se ha tornado estampida, como advirtió CaféFuerte.

Los invasores entran de inmediato en sinergia con la industria montada al filo de aquel diálogo y propician así otro diálogo más sustancial: el flujo y reflujo de cubanos y bienes. En 2013 se estimaron más de medio millón de visitantes a la Isla, unos $2,8 mil millones en remesas y $3,5 mil millones en mercancías.

Entretanto, los “programas de promoción de la democracia” por el Departamento de Estado contabilizaron $205 millones entre 1996 y 2012 (Martí Noticias, 7 de febrero de 2013), con sonseras y más sonseras que, aparte de no animar a la gente dentro de Cuba, no consiguen ni siquiera que los cubanos residentes en EEUU actúen como embajadores de la democracia y la libertad al visitar la Isla.


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