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Proyecto Varela, Payá, Oposición

NOV 2002: Respuesta al Proyecto Varela

En vez de apelar al único eslabón posible para oponerse políticamente al castrismo, “voto libre, igual y secreto” , la oposición se aferró a la iniciativa legislativa, dice el articulista

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The greatest enemy of truth is very often not
the lie-deliberate, (…) but the myth-persistent
JFK, Yale University, 11 de junio de 1962

Hay algo peor que salir a enfrentar al enemigo sin conocer bien sus posiciones: enrumbar por otro camino y engañar a la tropa con que el enemigo no da la cara. De este modo se procede con el Proyecto Varela para tejer los mitos que El Nuevo Herald resumió editorialmente el 24 de julio de 2014: “Aunque en el 2002 Payá consiguió reunir las firmas suficientes para que la Asamblea Nacional del Poder Popular [ANPP] considerara la iniciativa de acuerdo con las propias leyes del régimen, el parlamento cubano —que no es más que una caja de resonancia de la dictadura— engavetó el Proyecto Varela”.

Lo primero que habría que preguntarse es que sentido tiene, siendo ese parlamento tal caja, recurrir a él para que “considerara la iniciativa”, pero la realidad es aún más triste. La ANPP no engavetó el Proyecto Varela, sino que le dio respuesta más que debida con dictamen de su Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos (CACJ). Al precisar que “ni la Constitución de la República ni el Reglamento de la ANPP establece la recolección de firmas, cualquiera que fuese su número, para promover la iniciativa legislativa”, el dictamen destruyó el mito de que el Proyecto Varela discurría “de acuerdo con las propias leyes del régimen”.

Este mito envenenó a la mentalidad opositora. En vez de halar la cadena de la Constitución castrista por el único eslabón posible para oponerse políticamente al castrismo: “voto libre, igual y secreto” (Artículo 131), la oposición pacífica se aferró a la iniciativa legislativa (Artículo 88), como si Castro hubiera sido tan imbécil para hacer la ley concediéndola a los ciudadanos sin hacer la trampa reglamentaria que tornara impracticable su ejercicio.

Malestar de la incultura

Ese mito de la constitucionalidad y legalidad es tan pertinaz, que todavía el 10 de mayo de este año, el Dr. Eduardo Cardet, miembro del Consejo Coordinador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), declaraba a ACI Prensa “que el MCL sigue recogiendo firmas a favor del Proyecto Varela”. Y para administrar el veneno que destila ese mito se urdió otro políticamente más irresponsable: que la ANPP “engavetó el Proyecto Varela”.

El Reglamento de la ANPP detalla cómo se tramita todo proyecto de ley. Lo recibe el presidente de la ANPP, quien lo pone en conocimiento de la comisión pertinente (Artículo 67), que a su vez aprueba, devuelve con recomendaciones o rechaza el proyecto (Artículo 68). La CACJ dictamina si concuerda o no “con la Constitución y la técnica legislativa” (Artículo 69) y envía su dictamen al presidente (Artículo 70). En el caso del Proyecto Varela, el presidente pasó sin más el dictamen a Payá, el 18 de noviembre de 2002, quien se negó a recibirlo. De ahí que se le remitiera por correo certificado el 26 de noviembre de 2002.

Aquí puede leerse el dictamen, fechado el 1ro de noviembre de 2002 y dirigido al presidente de la ANPP “en respuesta al documento (…) que dice denominarse Proyecto Varela”. El pie de firma reza: “Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos Asamblea Nacional del Poder Popular”.

Esta fuera de discusión que esa fue la respuesta que recibieron los promotores del Proyecto Varela. Uno de sus propios voceros, Efrén Fernández, declaró a AFP que habían recibido “un escrito dirigido al Presidente de la Asamblea y no a nosotros, sin la firma de nadie y sin dar respuesta a lo solicitado”. Y el Comité Ciudadano Gestor del Proyecto Varela (CCGPV) notificó a AFP que “la forma de proceder para entregar este documento de la ANPP ha sido propia de una operación represiva de la Seguridad del Estado y llena de contradicciones”.

El dictamen de la CACJ es la única respuesta exigida por la ley al Proyecto Varela y cualquier otra iniciativa legislativa, pero la incultura política propicia el ardid pueril de no hubo respuesta porque no vino como el CCGPV quería. No podían resignarse a ser simples destinatarios de envío por mensajero y correo postal. Este ardid pueril, por simple repetición, dio pie al mito del proyecto engavetado. Vamos al fondo para ver si el dictamen de la CACJ no dio “respuesta a lo solicitado” y adolece de “contradicciones”.

La razón suficiente

Ante todo el dictamen puntualizó que haber incumplido “los requisitos de ley exigidos [no acreditar la condición de elector de los firmantes con declaración jurada ante notario ni seguir la pauta reglamentaria para la fundamentación de proyectos de ley] resulta[ba] suficiente para rechazar” el Proyecto Varela.

Sin embargo, la CACJ fue más allá de la debida respuesta y entró “a un análisis del contenido” que aclara por qué el Proyecto Varela es un esperpento jurídico:

  1. Mezcla “en total desconcierto y carencia de rigor diferentes instituciones de rango constitucional”, como la consulta popular y el referendo
  2. “Carece de rigor técnico y refleja en total desarmonía los temas que pretende abordar, [sin tener siquiera] forma de un anteproyecto de ley”
  3. “En un solo texto (…) se reflejan un grupo de planteamientos que combinan temas de derecho constitucional, de derecho penal, de la ley electoral y de la ley de asociaciones, [que debieron ser] pretensiones bien diferenciadas entre sí en cuerpos normativos independientes”
  4. No se trata de “un proyecto de ley, [sino] una reforma constitucional”, y la facultad constitucional de los ciudadanos para promover leyes no se extiende a aquellas “encaminadas a remover o modificar la propia Constitución”
  5. “No se adecua a la Constitución de la República, a la cual contradice y se le opone abiertamente”

La bandería de Payá salió a enfrentar al castrismo sin conocer bien sus posiciones constitucionales e intentó llevar al parlamento castrista un proyecto avalado por firmas recogidas al bulto, que hubiera sido rechazado incluso si las firmas se hubieran recogido como Castro manda. De este modo pueden conseguirse presencia mediática fuera de Cuba y premios ocasionales, pero no se dará jamás con la clave política de toda oposición pacífica: el movimiento popular.

Al chocar con el dictamen de la CACJ, la bandería urdió que la ANPP no había dado respuesta y fue a segunda vuelta, en octubre de 2004, con el mismo proyecto que ya había sido rechazado. Quisieron hacer política como les vino en ganas y para hacer eso entre cubanos no se puede andar con papelitos. Hay que empezar por atacar un cuartel, como en 1953, o entrar en él de madrugada, como en 1952.

Coda

El Proyecto Varela no solo se equivocó de artículo de la Constitución castrista para dar guerra al castrismo saliendo a pedir peras democráticas al olmo parlamentario. Entre 1998 y 2004 recogió apenas 25.404 firmas, esto es: 0,3 % del electorado, sin descontar a quienes entretanto se iban sumando al mejor proyecto de emigrar y sus firmas se tornaban fantasmagóricas al presentarse una y otra tanda a la ANPP. Así que la equivocación fue también de pueblo, como quedó demostrado hacia el otoño de 2008 con el relanzamiento del Proyecto Varela… ¡en Madrid!

Ante la realidad sociojurídica en Cuba no cabía otra cosa que mitificar con que Castro convocó a movilización masiva para responder al Proyecto Varela y seguir mitificando con que una década más tarde Castro resolvió asesinar a Payá dejando testigos. Con esas y otras muchas mitificaciones desde la oposición, el castrismo tiene asegurada su longevidad sin sobresaltos.


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