Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Cuba, EEUU, Kennedy

Otra vuelta al asesinato de Kennedy

Algunas de las tantas preguntas sin respuesta alrededor de la muerte de John F. Kennedy

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El Dr. Brian Latell acaba de soltar para el sitio web JFKFacts que “el asesinato de Kennedy debe agregarse a la agencia oficial de negociaciones entre Cuba y Estados Unidos“. Tal incursión había sido anunciada ya por el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (ICCAS) de la Universidad de Miami en la edición de abril del parte ICCAS in the News y de seguro aparecerá en la edición de mayo como meta cumplida. Lo que no aparecerá es que tanto el moderador de aquel sitio, Jeff Morley, como sus colaboradores de puntería Dan Hardway, Bill Simpich y otros tachan de absurda la petición del Dr. Latell, simplemente porque el gobierno de Cuba nada tiene que ver con el asesinato.

Efemérides al tiro

Por ironía historiográfica, el ademán del Dr. Latell revuelve la efemérides del 29 de mayo de 1966, que marca el fiasco de Comandos L en su operación de infiltración por Monte Barreto (Miramar). Enseguida cayeron los francotiradores Herminio Díaz y Armando Romero, quienes venían a atentar contra Castro a su paso por la Quinta Avenida. Los demás lograron reembarcar, pero a unas diez millas de la costa, cerca de Jaimanitas, su lancha de 23 pies fue interceptada por torpederas Komsomol y en la escaramuza naval murieron Guillermo Álvarez y Roberto Anta. Tony Cuesta y Eugenio Zaldívar fueron apresados malheridos.

En Miami circuló que Comandos L había formado alianza con la Representación Cubana en el Exilio (RECE), pero el vocero de esta, Ernesto Freyre, negó que estuviera vinculada a la acción. Manuel Antonio de Varona, presidente del extinto Consejo Revolucionario Cubano (CRC), vino de Nueva York a enfatizar que no se daría respiro a Castro y debían coordinarse bien acciones desde fuera de la Isla para estimular a los cubanos dentro a tumbar a Castro. La prensa castrista notició que los comandos habían salido de Cayo Maratón y mostró fotos de subametralladoras, granadas de mano y explosivos plásticos ocupados.

El misterio de Monte Barreto

Lo que no tiene fácil explicación es que desembarcaran tan cerca del Hotel Comodoro, donde radicaba entonces la Escuela de Pesca, porque Castro había movilizado al país desde mayo 21, como consecuencia de haber sido baleado de muerte, por efectivos de la base naval de Guantánamo, el guardafronteras Luis Ramírez López.

Tony Cuesta quedó ciego y mutilado. El general retirado Fabián Escalante, exjefe y actual historiador de la Seguridad del Estado, narra que conversó varias veces con Cuesta durante su largo tiempo de rehabilitación y este siempre hablaba muy bajito, con “un misterio tremendo, como si estuviéramos conspirando”. En una de esas conversaciones salió a relucir el asesinato de JFK y Cuesta habría palidecido antes de soltar que el 22 de noviembre de 1963 estaban en Dallas, Tejas, los exiliados cubanos Herminio Díaz y Eladio del Valle. Al preguntar Escalante “si ellos participaron en el asesinato”, Cuesta “se planta y dice que no puede decir más, que sólo puede decir eso, porque sabe que es un tema que nos interesa”.

Un recluso que trabajaba en el hospital de la prisión y atendía a Cuesta, Reinaldo Martínez, llamó en 2007 a George Robert Blakey, exconsejero jefe (1977-79) del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos (HSCA, por sus siglas en inglés), para contarle que había escuchado la misma historia, pero “no tenía pruebas para saber si Cuesta dijo la verdad”. Martínez agregó que conocía a Herminio Díaz desde chiquito y que, a poco de arribar a Miami hacia 1980, un amigo común y veterano anticastrista, Remigio “Cucú” Arce, había largado entre tragos: “Oye, el que mató al presidente Kennedy fue nuestro amiguito Herminio”.

Breve resumé de Herminio

Sandalio Herminio Díaz García hizo su carrera gansteril y ganó debido respeto por su puntería en la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), a la cual perteneció también Castro. Al triunfar la revolución trabajaba para el mafioso Santo Trafficante Jr. y en 1960 cayó de jefe de seguridad a cajero del hotel Havana Riviera. Al filo de la invasión por Bahía de Cochinos pasó 70 días en La Cabaña y en marzo de 1962 volvió a dar tras las rejas por 20 días.

Al cabo espantó hacia EEUU, en el último barco que trasladaba civiles al amparo del acuerdo de liberación de los presos de la Brigada 2506. En el Centro de Refugiados de Opa Locka, la CIA valoró a Herminio como persona de interés (Expediente de Personalidad 201-203040) tanto para labores de reclutamiento dentro de Cuba, por su amistad con el jefe de la policía, Efigenio Ameijeiras, como para operaciones contra Castro, ya que había participado en conspiraciones contra el dictador dominicano Trujillo (1949), el general presidente Batista (1956) y el presidente de Costa Rica José Figueres (1957).

El otro personaje

El compañero de Herminio Díaz en Dallas —según Cuesta— apareció el 22 de febrero de 1967 dentro de su Cadillac rojo en Miami con un tiro al corazón, un hachazo en la cabeza y signos de tortura. Eladio del Valle había identificado tres días antes a un tal Manuel García González, también exiliado cubano, junto a Lee Harvey Oswald en una foto que le mostró un investigador de Jim Garrison, el único fiscal que abrió —en Nueva Orleans y sin éxito— una causa penal contra determinada persona [Clay Shaw] por el asesinato de Kennedy.

Y como tampoco tiene fácil explicación que Herminio Díaz desembarcara en Cuba casi delante de los milicianos en estado de alerta, Escalante infiere que esta acción fue una de dos: “cosa de locos o con una intención secreta”.

Coda

Quienes acaso tendrían que ver con el asesinato de JFK serían oficiales díscolos de la CIA y exiliados cubanos, pero Cuba no muestra interés ni siquiera en Posada Carriles. Antes de fallecer Orlando Bosch, Fabián Escalante auguró que uno y otro “probablemente se mueran de viejos”. Si el asesinato de Kennedy se incluyera en la agenda de negociación Cuba-USA, el tiro del Dr. Latell saldría por la culata.


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