Actualizado: 18/04/2024 23:36
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| Opinión

Visita de Benedicto XVI

Presencia del papa Benedicto XVI en Cuba

Benedicto XVI superó los precedentes sentados por el papa Juan Pablo II, que llamó al pueblo a no tener miedo y ser protagonista de su propia historia, según la autora de este artículo

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El papa Benedicto XVI permaneció en tierra cubana del 26 al 28 de marzo, pero su trascendencia es intemporal, con consecuencias abarcadoras, mucho más allá del ámbito católico. Se requiere leer con atención sus palabras, pues no existe una personalidad religiosa o un estadista que en Cuba haya sido tan respetuosamente minucioso y directo de forma pública. Desgranó los principales problemas que afronta la sociedad cubana y ofreció asistencia al pueblo y sus gobernantes, en presencia de la máxima autoridad, en sitios muy emblemáticos, especialmente en la Plaza de la Revolución José Martí, cuya tribuna presidió durante más de cuatro decenios Fidel Castro y en los últimos seis años Raúl Castro, con transmisión en vivo de los medios de difusión nacionales.

Superó los precedentes sentados por el papa Juan Pablo II, que en enero de 1998 llamó al pueblo a no tener miedo, ser protagonistas de su propia historia, y a que Cuba se abriera al mundo, así como por el ex presidente Jimmy Carter; cuando el 14 de mayo de 2002, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y frente al Comandante en Jefe, se refirió al Proyecto Varela. Hay que tener presente que los mandatarios y personalidades extranjeras cuando visitan La Habana aceptan autocensurarse para evitar la ira y las represalias con secuencias políticas dentro y fuera de sus países. Benedicto XVI no se reunió con miembros de la oposición, pero dejó claros mensajes para los que están privados de libertad, rogó “por quienes se sienten desfavorecidos, los marginados”; y Federico Lombardi, su portavoz, manifestó a la prensa acreditada que la temática había sido abordada con Raúl Castro y que el Papa no se reunió siquiera con grupos específicamente católicos.

Desde antes de llegar a Cuba, el Sumo Pontífice comenzó a desgranar sus posiciones, cuando respondió pregunta de los periodistas que lo acompañaban a bordo del avión al dirigirse a México, etapa previa de su peregrinación: “Hoy es evidente que la ideología marxista en la forma en que fue concebida ya no corresponde a la realidad. Nuevos modelos deben ser encontrados con paciencia y de forma constructiva (…) nosotros queremos ayudar”.

Su misión evangelizadora para expandir la doctrina cristiana entre la población y procurar mayores espacios para la Iglesia católica cubana, estuvo muy estrechamente vinculada al desenvolvimiento de la sociedad y la participación de todos los cubanos “dondequiera que se encuentren”. A su llegada al aeropuerto de Santiago de Cuba manifestó: “La devoción a la ‘Virgen Mambisa’ ha sostenido la fe y ha alentado la defensa y promoción de cuanto dignifica la condición humana y sus derechos fundamentales…”. Expresó que deseaba “ir a El Cobre a postrarse a los pies de la Madre de Dios, para agradecerle sus desvelos por todos los hijos cubanos y pedirle su intercesión para que guíe los destinos de esta amada nación por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación”. Concluyó la homilía de la misa en la Plaza Antonio Maceo llamando a que “con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y renovada, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios”. Al despedirse en el aeropuerto santiaguero afirmó: “…he confiado a la Madre de Dios el futuro de su Patria, avanzando por caminos de renovación y esperanza, para el mayor bien de todos los cubanos”, y animó a trabajar por la justicia.

Su discurso en la misa oficiada en la Plaza de La Habana se concentró en que “la verdad os hará libres”. Al respeto señaló: “La verdad es un anhelo del ser humano y buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad. Muchos, sin embargo, prefieren los atajos e intentan eludir esta tarea… Personas que se lavan las manos como el gobernador romano (Poncio Pilatos) y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse. Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y el fanatismo, encerrándose en ‘su verdad’ e intentando imponerla a los demás… Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios”. Al destacar la obra del sacerdote Félix Varela, significó que “nos presenta el camino para una verdadera transformación social, formar hombres virtuosos para forjar una nación digna y libre, ya que esta transformación dependerá de la vida espiritual del hombre, pues ‘no hay patria sin virtud’ (Cartas a Elpidio). Cuba y el mundo necesitan cambios, pero estos se darán solo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se deciden a tomar el camino del amor, sembrando la reconciliación y la fraternidad”. Las referencias del Papa motivaron que inusualmente el vicepresidente Marino Morillo (concentrado en la economía) convocara una conferencia de prensa para afirmar que en Cuba no habrá cambios políticos.

Sin embargo, las palabras más específicas y contundentes Benedicto XVI las concentró en el discurso de despedida en el aeropuerto habanero, con expresiones como “descubran el genuino sentido de los afanes y anhelos que anidan en el corazón humano y alcancen la fuerza necesaria para construir una sociedad solidaria, en la que nadie se sienta excluido… No se cansen de ofrecer responsablemente su aportación al bien y al progreso integral de la patria… Que nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades fundamentales, ni eximido de ella por desidia o carencia de recursos materiales… Continuaré rezando para que Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad en un clima de serena fraternidad. El respeto y cultivo de la libertad que late en el corazón de todo hombre es imprescindible para responder adecuadamente a las exigencias fundamentales de su dignidad, y construir así una sociedad en la que cada uno se sienta protagonista indispensable del futuro de su vida, su familia y su patria. La hora presente reclama de forma apremiante que en la convivencia humana, nacional e internacional, se destierren posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales… Las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas”.

Una evidencia de tiempos distintos en Cuba fue el encuentro con Fidel Castro, acostumbrado a convocar a los visitantes o mantenerlos expectantes durante días en la incertidumbre de si los recibiría, y agotar durante interminables horas de su soliloquio. El Papa le concedió una audiencia de media hora, en la sede de la Nunciatura Apostólica. La televisión cubana mostró imágenes con poco tiempo de diferencia, sin detallar el desconocido sequito del Comandante, en que las agencias internacionales de prensa identificaron a Dalia Soto del Valle, esposa del líder histórico (satisfecha la señora, antes siempre dejada en casa) y tres de sus 5 hijos, entre ellos el Dr. Antonio Castro Soto del Valle, dirigente del deporte.

Hugo Chávez quedó en ridículo, con la “casual” programación de su radioterapia en La Habana durante los días de la visita papal. Obviamente su enfrentamiento y ofensas a la Iglesia católica venezolana no favorecían un encuentro fuera del protocolo. Sin embargo, utilizó la ocasión para promover el apoyo de su pueblo, lastimosamente basado en la compasión por su grave enfermedad y tratando de explotar el fervor religioso.

Indudablemente, en las conversaciones privadas el Sumo Pontífice y Raúl Castro deben haber abordado los temas más delicados del ámbito cubano e internacional, cuyos resultados se podrían apreciar progresivamente, con un calado mucho mayor que la declaración del Viernes Santo como día feriado el 6 de abril.


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