Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Retos de la cooperación

El inmovilismo del régimen se fortalecerá de facto si la Unión Europea margina la Posición Común.

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La Habana y la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE) restablecieron las relaciones de cooperación, interrumpidas desde el año 2003. El comisario europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, y el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, suscribieron el 23 de octubre una declaración que reza que la reanudación de la cooperación se realiza "sin condicionamiento alguno, con pleno respeto a la legislación nacional y comunitaria".

El acuerdo, al rebasar los intereses gubernamentales, deviene interés de todos y requiere por tanto, los criterios de todos.

Las transiciones guardan determinada dependencia de las relaciones internacionales. De la fortaleza o la debilidad de los agentes del cambio al interior depende la mayor o menor participación foránea.

En Cuba, la debilidad de las fuerzas internas brinda mayor protagonismo a los factores externos. Estados Unidos, la mayor potencia económica y militar, y la Unión Europea, la mayor organización supranacional, conforman las dos fuerzas principales con una política definida respecto a Cuba: confrontación y diálogo crítico. Dos políticas semejantes en los fines y diferentes en cuanto a legitimidad y métodos empleados. En medio de ambas, el inmovilismo de La Habana ha encontrado un fértil terreno para echar raíces.

Dos políticas

Desde que se declaró el embargo comercial de Estados Unidos contra La Habana, hace 48 años, la política de confrontación ha tenido la hegemonía. Ilegítima en materia de derecho internacional, dicha política, en vez de contribuir al fortalecimiento de nuestros espacios, los ha enrarecido; en vez de protegernos frente a la arbitrariedad del Estado, ha colaborado con el desamparo; en vez de promover climas de confianza para el avance de los derechos humanos, los ha hecho retroceder.

Con el objetivo declarado de alentar un proceso de transición a una democracia pluralista y al respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como una recuperación sostenible y la mejora de las condiciones de vida del pueblo, en 1996 el Consejo de la Unión Europea adoptó una Posición Común hacia el gobierno de Cuba.

Esta política, basada en el diálogo crítico, abrió una brecha en la hegemonía de las presiones económicas y de los proyectos elaborados desde el exterior para derribar al gobierno de la Isla, a la vez que debilitó los argumentos cubanos para justificar el inmovilismo. Aunque los partidarios de la confrontación alegan que el diálogo crítico tampoco ha arrojado resultados positivos, lo cierto es que el pretexto empleado para desatar la ola represiva de marzo de 2003 fue la injerencia norteamericana en los asuntos internos de la Isla; mientras que la excarcelación de varios de esos prisioneros políticos van a la cuenta del diálogo crítico.

Lo actual y más importante es que la inviabilidad del modelo vigente en Cuba, basado en determinados servicios médicos y educacionales "gratuitos", a cambio de la ausencia de los derechos y libertades básicas —fundamento de la participación ciudadana—, ha conducido al deterioro social desde la economía hasta la cultura, con el consiguiente efecto en todas las esferas sociales: incapacidad productiva, insatisfacción de las necesidades básicas de la población, pérdida de la función del salario, poco valor del peso cubano, carencias de aspectos vitales como el transporte y la vivienda y un cuadro moral en creciente deterioro.

Como la primera causa de ese estado radica en el empecinamiento en conservar dicho modelo, cualquier salida de la crisis estructural en que estamos inmersos pasa por la introducción de cambios dirigidos a promover la participación ciudadana.

Pasos inexcusables

Los daños ocasionados por los recientes huracanes se encargaron de profundizar la crisis estructural. A tal punto, que el gobierno carece de capacidad para responder a ese reto. Es en ese contexto que La Habana ha decidido restablecer las relaciones con la Unión Europea, que fueron interrumpidas en la primavera de 2003.

El hecho, en un momento tan crítico, crea la posibilidad de que la política de diálogo crítico asuma por vez primera la hegemonía para poder para alcanzar los fines declarados en la Posición Común. Sin embargo, dicha posibilidad podría devenir realidad, sólo con la condición de emplear el marco del diálogo para sostener las exigencias contenidas en la Posición Común.

En tal sentido son inexcusables, al menos, los siguientes tres pasos:

1) Proceder a la excarcelación incondicional de todos los prisioneros políticos y de conciencia. Una razón adicional para ello radica en que, después de la liberación de algunos prisioneros políticos, carece de sentido mantener a otros en prisión.

2) Ratificar y poner en vigor el Pacto de Derechos Civiles y Políticos y el de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ambos firmados por La Habana en el presente año. Su importancia reside en que el fracaso del modelo económico vigente y el consiguiente estancamiento social, guardan una estrecha relación con la ausencia de los derechos humanos. Sería, además, la base para el resurgimiento de la sociedad civil con sus espacios e instituciones, para que los ciudadanos puedan participar de forma paralela al Estado en los problemas de su interés.

3) La política de diálogo crítico, encaminada a fomentar espacios y mecanismos de contacto, intercambio y cooperación con el gobierno, para ser eficaz en sus propósitos, debe y tiene que acompañarse de contactos e intercambios con la sociedad civil, para que los ciudadanos emerjan gradualmente de la marginalidad política en que se encuentran y puedan participar en el futuro democrático de Cuba.

Sin esos pasos mínimos sería imposible crear las bases para el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, iniciar el proceso de transición hacia el pluralismo democrático y lograr un incremento en la mejoría perdurable del nivel de vida del pueblo, tal como se contempla en la Posición Común.

Si se restablece plenamente la cooperación, al margen de esas exigencias, el inmovilismo se fortalecerá de facto. Esto coadyuvará al sostenimiento de una situación que está amenazando la existencia misma de la nación cubana.


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