www.cubaencuentro.com Miércoles, 23 de julio de 2003

 
   
 
Agentes y culpables
La propaganda política vincula el 50 aniversario de la ejecución de los esposos Rosenberg con los cinco espías cubanos procesados en Estados Unidos.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Desde la oficina del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que supervisa y dirige la propaganda política en el país, ha bajado en estos días una orden curiosa: vincular el 50 aniversario del ajusticiamiento de los esposos Rosenberg con los cinco espías cubanos que fueron condenados a largas penas en Estados Unidos. Las diarias mesas redondas que se transmiten por la televisión fueron las encargadas de iniciar los "debates" en tal sentido. Estos "análisis" constituyen desde luego la pauta que han de seguir periódicos, revistas, emisoras radiales y otros medios cuando aborden el tema.

Rosenber
Los esposos Rosenberg.

Resulta curioso, porque cualquier cubano que lea con asiduidad el periódico Granma debiera recordar que los Rosenberg fueron agentes soviéticos. Fue este mismo diario cubano, en su sección Hilo Directo, el que hace unos años reprodujo declaraciones del coronel (retirado) de la inteligencia soviética que los atendió. Es cierto que el espacio que se le dedicó fue mínimo, pero allí está la prueba de que la acusación norteamericana no era falsa, con independencia de otras truculencias durante el proceso judicial.

El libro The sword and the shield, de Christopher Andrew y Vasili Mitrokhin, no dejaría lugar a dudas sobre el vínculo de los Rosenberg con la inteligencia soviética. Este libro se basa en los documentos de la KGB que había copiado, en sus años de agente, uno de los autores. Hasta aquí la defensa del célebre matrimonio se hace por lo menos difícil.

Los cinco espías cubanos actualmente presos en Estados Unidos son igualmente culpables. Ya el régimen no niega que realizaban en ese territorio considerado enemigo las funciones propias de los profesionales de la inteligencia. En el proceso, entre otras muchas cosas, se probó que estuvieron vinculados al derribo de las avionetas civiles y desarmadas que en 1996 acabó con la vida de varios pilotos que vivían en Miami. Por cierto, que si después de este hecho bárbaro —y cobarde, como lo calificaría la entonces Secretaria de Estado— Washington no lanzó un ataque contra Cuba, quién va a creer que lo haga hoy y que para evitarlo fuera necesario fusilar a tres personas.

En la convicción, en fin, de que la inmensa mayoría de los cubanos desconocen el libro de Andrew y Mitrokhin y la verdad del caso Rosenberg, se ha desplegado en estos días una campaña que pretende ubicar como víctimas del imperio a los cinco espías, al igual que en el verano de 1953 sucedió con el matrimonio judío, al cual se acusó de facilitar secretos atómicos a los soviéticos, en medio de la guerra fría y un histérico clima anticomunista en Estados Unidos. Pero lo paradójico en este caso es que la orden de vincular los temas aludidos se fundamenta, más que en el conocimiento histórico, en una supuesta falta de memoria del pueblo, ya que el propio Granma publicó la relación entre el matrimonio y la KGB soviética.

De cualquier modo, no es una idea despreciable que sobre la ignorancia política y de la historia en que mantiene el régimen a la población de la Isla, el ocultamiento, las verdades a medias y las tergiversaciones sin costuras se erige su estrategia propagandística. Los analistas oficiales saben que de ningún modo pueden sugerir, por ejemplo, que desde la detención de los Rosenberg, en el verano de 1950, hasta su muerte en el estío de 1953, pasaron tres largos años. En Cuba, en tanto, a casi medio siglo precisamente de aquel suceso, tres hombres fueron enjuiciados y fusilados en varios días por secuestrar una embarcación donde no hubo víctimas.

Pero más importante aún que todo lo anterior es que en Cuba también se han fusilado espías, o es que William Morgan, entre otros a través de los años, no fue llevado al paredón bajo la acusación de ser agente de la CIA. Quien no tenga deficiente la memoria puede recordar que Fidel Castro dio orden de ir a Londres y matar al agente Florentino Azpillaga, que recientemente había desertado. Con varias heridas, Azpillaga salvó milagrosamente la vida.

Y en esencia, ¿por qué más de setenta disidentes se encuentran hoy purgando penas de cárcel realmente montañosas? Porque, sencillamente, el régimen entiende que sirven a los intereses de una potencia extranjera. En la curiosa orden del departamento de propaganda del Comité Central cumple toda su función un viejo proverbio portugués: el roto falando do esfarrapado.

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