www.cubaencuentro.com Viernes, 30 de julio de 2004

 
  Parte 1/2
 
'No cejaré'
La opositora Martha Beatriz Roque Cabello narra los avatares de su encarcelamiento y pide mantener la presión internacional sobre Castro.
por IVáN GARCíA, La Habana
 

La cárcel ya era algo conocido para la opositora pacífica Martha Beatriz Roque Cabello. En 1997, el gobierno de Castro la mandó tras las rejas por haberse atrevido a publicar un llamamiento, junto a sus amigos Vladimiro Roca, Félix Bonne y René Gómez Manzano, conocido como La Patria es de Todos. El mundo democrático tomó nota de cómo el comandante único de la Isla los encarcelaba, con condenas de entre tres años y medio y cinco.

M. B. Roque
Martha Beatriz: 'No hay tal gesto de Castro'.

Poco le importó a Castro que fueran mayores de 50 años. Ya por esa fecha, la economista Martha Beatriz Roque tenía una salud débil y quebradiza. De la primera prisión política arrastra serios problemas cardiovasculares y de hipertensión. Cuando el 18 de marzo de 2003, Castro echó andar la ola represiva, poco le importó la suerte de esta mujer tenaz y convencida de que en su patria son imprescindibles cambios políticos y económicos.

Fue la única mujer entre los 75 opositores, que injustamente fueron a parar a prisión con duras condenas que van desde 12 hasta 28 años. Ahora, en este verano caliente, y debido a la presión internacional, Castro ha soltado lastre y, hasta la fecha, ha otorgado siete licencias extrapenales a igual número de disidentes.

La última de éstas fue para Roque Cabello. El pasado jueves 22 de julio, a las 11:37 de la mañana, ella respiraba un poco de aire fresco. Mas no es optimista. Sentada en el portal de la casa de su hermana Berta, en el reparto Mantilla, una barriada pobre y mayoritariamente negra, ubicada al sur de La Habana, Martha Beatriz no ve el futuro claro.

Vestida con unas sencillas sandalias carmelitas, un vestido de algodón, y unos espejuelos de montura plateada colgándoles en el pecho, rememora los días tristes de su detención.

"Eran cerca de las cinco y media de la mañana del 20 de marzo, y un grupo de opositores hacíamos una huelga de hambre en favor del disidente Oscar Elías Biscet, encarcelado nuevamente tras cumplir su sanción de tres años. Biscet sólo fue un hombre libre 33 días. Ya el 18, habían detenido a algunos disidentes. Nosotros estábamos a la espera. Y al alba, con un exagerado despliegue policial, se nos presentó la Seguridad del Estado en el apartamento donde hacíamos la huelga, deteniéndonos a todos".

"De allí fui para Villa Marista —sede de la Seguridad del Estado— durante cerca de dos semanas. Estaba detenida junto a tres mujeres acusadas por tráfico de drogas, dormíamos con la luz encendida todo el tiempo y la comida era precaria, sobre todo, para una hipertensa. Allí presenté el problema de hipoglicemia que ahora padezco".

Martha toma un sorbo de café y mira el suelo.

La reclusa 240956

El 2 de abril del año pasado, en un tribunal de urgencia, situado en la barriada de La Víbora, a la presa 240956 le celebraron su juicio junto a otros disidentes.

"El número me lo dieron en Villa Marista. Allí, para despersonalizarte, no te llaman por tu nombre, sino con un número. Aquello fue un circo, estábamos condenados de antemano. Lo que más recuerdo era el nerviosismo evidente de la agente de la Seguridad Aleida Godínez, infiltrada en los grupos opositores. El topo tenía miedo. No sé de qué.

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