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Actualizado: 28/03/2024 20:07

Literatura, Literatura cubana

“Artefactos para dibujar una nereida”, de Luis Manuel Pérez Boitel

Escrito principalmente en el molde del poema en prosa, este libro contiene una poesía repleta de hallazgos

Luis Manuel Pérez Boitel (LMPB) nació en 1969 en la ciudad de Remedios, Cuba, donde aún reside, y es en la actualidad uno de los poetas cubanos más premiados internacionalmente.

Desde que, en 1997, recibiera el Premio de la Ciudad, (Santa Clara, Cuba) ha publicado más de 10 poemarios y obtenido, entre otros, el Premio Casa de las América 2002, Premio Internacional de “Poesía Nosside Caribe en Italia”, 2004, y Premio Internacional de poesía Bambamarca de la Tierra 2010, Venezuela.

Recientemente publicado, Artefactos para dibujar una nereida ha recibido el Premio Internacional de Poesía en Lengua Española Manuel Acuña 2013, convocado por el estado de Coahuila, México, consistente en la publicación del libro y una importante dotación monetaria. En este certamen participaron 732 autores de 15 países de lengua española, sobre todo de México y Suramérica, pero también otros de Finlandia, Estados Unidos, Suiza o Dinamarca.

Escrito principalmente en el molde del poema en prosa, Artefactos... abarca 115 páginas de una poesía repleta de hallazgos, su tono es alto de principio a fin no obstante la variedad de asuntos que trata.

Se nota que LMPB ha bebido en los clásicos no solo españoles, sino asimismo en los ingleses, italianos y otros; sin embargo, su poesía es de suma actualidad en cuanto al lenguaje, la exposición de una metáfora limpia, palpitante, actual.

Creo que una de las principales ganancias del autor en este libro es el tono de confesión que utiliza en la mayoría de sus piezas, aun en la estremecedora primera sección “Poesía donde dice mamá que hay poesía para rato”, cuyo asunto es la de un joven parapléjico de nacimiento. En esta, LMPB se desdobla, asume el punto de vista del joven y nos entrega versos desgarradores, y a la vez esa voluntad de no rendirse de quien podríamos llamar el protagonista: ese tomar el pincel entre los dientes para pintar como fuere. “Un estado de gracia de esta paraplejia donde sólo muevo la boca, la boca del pincel que descubre ángeles”.

Así vamos de un poema a otro, de una a otra sección, advirtiendo que LMPB está capacitado, como poeta de buena garra, para, a partir de lo más íntimo, en ocasiones de lo más baladí, ascender hasta lo universal.

En “Hay una nevada en que uno prefiere quedarse con el cadáver más cercano”, dedicado o basado en el poeta suicida cubano Ángel Escobar (1957-1997): Daría pena decir que es otro el que arremete/ contra el bardo: ¿Y qué pasa muchacho, qué pasa...?/ El insomne propone su año délfico y fustiga el revoloteo de las palabras./ En la entrada Ángel Escobar agonizando de felicidad.

Como decíamos al principio, la diversidad de asuntos, propuestas y filosofares de Artefactos…, si bien resulta vasta, no obstante nos impulsa a seguir leyendo, “escuchando” las confesiones del poeta, que en ocasiones nos da un aviso, digamos que inesperado, cuando transitábamos por un segmento más bien sosegado: La vida es muy breve, sentencia un amigo, pero más breve será si no pides clemencia (Pág. 59), o De un punto a otro sólo hay dos puntos y un gran temor al salto (Pág. 110).

Por momentos, el poemario se arrima más a la prosa poética que al poema en prosa (ya sabemos que hay diferencias, que a veces pueden ser leves, en estos conceptos), y LMPB sabe sacarle partido, contarnos desde la perspectiva de un sujeto lírico que, si bien suele “pasarse” hacia y el objeto del texto, y hablarnos desde este, aun estos casos, —y esto es lo curioso—, conserva ese tono de confesionario, que, de nuevo la paradoja, mantiene una fuerza dramática, una condición lírica inobjetables.

Bajo los estertores, en el mismo hospital que despedí a mi padre, hay un extraño en la misma cama, como si la escena se repitiera. Deambula la familia y nadie se atreve a decir lo inevitable, esa mixtura que hacen los días. Lo trascendente es mirarle a los ojos al enfermo (...) él ya imagina su paso por el trasmundo, el códice de los que están saliendo del círculo. (Pág. 109).

Y ya con ésta me despido:

Madre mía, si un día descubres mi ausencia, camina hacia la Colina en adviento.

© cubaencuentro

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