Entre los recientes incidentes antisemitas que se han producido en América Latina, el más grave sucedió la noche del pasado 30 de enero, cuando un grupo de desconocidos ocupó durante varias horas la Sinagoga Principal de Caracas. Los vándalos causaron destrozos y dejaron pintadas en las paredes como "Israel malditos", "Fuera los judíos" y "Asesinos".

El presidente de la Asociación Israelita de Venezuela, Elías Farache, declaró: "Nunca en la historia de la comunidad judía en Venezuela habíamos sido objeto de un ataque similar, hay un clima de gran hostilidad hacia nosotros. Nos sentimos amenazados, amedrentados y atacados".

Una reacción natural si tenemos en cuenta que, el pasado 7 de enero, el gobierno de Venezuela ratificó la expulsión del embajador israelí, Shlomo Cohen, como un gesto de "dignidad" frente a la "invasión" de Israel a la Franja de Gaza, según apuntó.

El presidente Hugo Chávez declaró que había decidido "expulsar del territorio venezolano al embajador de Israel, como un gesto de dignidad" frente a las acciones en Gaza, donde, aseguró, mantienen a los palestinos "encerrados y ahora masacrándolos".

El gobernante criticó "al mundo" por permanecer de "brazos cruzados" y achacó la situación a que "detrás de Israel está el maldito imperio norteamericano, el responsable directo de estos crímenes de lesa humanidad".

Por esos mismos días, los venezolanos pudieron leer un artículo en Aporrea que exigía "denunciar públicamente, con nombre y apellido, a los integrantes de grupos judíos de poder con presencia en Venezuela", además de "emplazar públicamente a todo judío que se encuentre en cualquier calle, centro comercial, plaza…" y la "nacionalización de las empresas y confiscación de los bienes de los judíos sionistas".

Entre los arrestados por el asalto a la Sinagoga, está una mujer detective del Cuerpo de Investigaciones Penales, un subinspector de la Policía de Caracas y cinco oficiales de la Policía Metropolitana. Sólo unos días antes, Chávez pidió a los ciudadanos que se preguntaran a quién beneficiaba un ataque que, según él, fue planificado en un "laboratorio" que estaría vinculado a sectores de la "oligarquía".

Todo esto, a escasos días del referendo que decidirá la reelección indefinida en Venezuela.

Política regional

Pero no sólo en Venezuela se produjeron reacciones antisemitas. En Argentina, Luis D'Elia, un político cercano a Chávez, encabezó manifestaciones contra Israel, en las que los participantes enarbolaron signos que igualaban las svásticas nazis con la estrella de David.

En Brasil, una declaración del 5 de enero del Partido de los Trabajadores argumentó que el ataque de Israel a Gaza era una "típica práctica nazi". En La Paz, el presidente Evo Morales recibió en el Palacio de Gobierno a una delegación de Irán que le entregó una carta del presidente Mahmud Ahmadineyad, en la que condenaba el "genocidio" de los israelíes contra los palestinos. Y al día siguiente, 14 de enero, el presidente boliviano rompió relaciones diplomáticas con Israel y anunció que presentará una demanda contra Tel Aviv por genocidio y "crímenes de lesa humanidad" cometidos en Gaza.

En todos estos casos se ignoró el dato de que fue Hamás el que rompió la tregua en Medio Oriente, provocando la reacción israelí.

Los sentimientos antisemitas guardan proporción directa con el incremento de la influencia del régimen de Teherán en la región. También falla la memoria histórica, porque el 18 de julio de 1994 un grupo de la milicia de Hizbulá, aliado con fanáticos locales, dinamitaron un auto frente al edificio de la Asociación Mutua Israelita Argentina (AMIA), con el saldo de 85 muertos y centenares de heridos.

Según demuestra el escritor argentino Walter Goobar en su libro El Tercer Atentado, los terroristas escogieron el momento de mayor afluencia de público, y los que movieron los cordeles del atentado fueron diplomáticos iraníes acreditados ante Buenos Aires.

Sin duda, Israel tendrá que revisar su política exterior hacia América Latina. Tel Aviv "se aferra a un número limitado —y cada vez menor— de aliados absolutamente firmes y a una visión del país como fortaleza mono-étnica", dijo a CUBAENCUENTRO.com Iván Briscoe, especialista de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride).

No obstante, Briscoe estimó que América Latina es, y ha sido, un foco importante de intereses israelíes, lo que se ha manifestado sobre todo en los dos atentados contra blancos israelíes y judíos de los años noventa en Buenos Aires, y ahora, debido a la extensión de la presencia iraní por todos los gobiernos "bolivarianos".

Teherán ha proclamado abiertamente su propósito de "destruir el Estado de Israel", lo que significa el genocidio de millones de hombres, mujeres y niños. Si los gobernantes quedan fascinados ante los ofrecimientos de inversiones iraníes y subordinados a sus pretensiones, esto representa un peligro.

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