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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Damas de Blanco, Disidencia, Exilio

Berta Soler regresa a Miami

Estas nuevas actividades, durante la segunda estancia de Berta Soler en Miami, pueden interpretarse como una validación de las declaraciones de la Dama de Blanco

La presidenta de las Damas de Blanco, Berta Soler, regresa a Miami, después de su visita a Roma, donde en una audiencia publica en el Vaticano intercambió un saludo con el papa Francisco.

El 20 de mayo, fecha en la que se celebra la independencia de Cuba del dominio español, se efectuará un conversatorio en la Torre de la Libertad, en Miami, donde participarán Soler y la cantante cubanoamericana Gloria Estefan.

Curiosa esta participación de Estefan: ¿del anticastrismo por medios musicales o una respuesta sonora tras la visita a la Isla de la Beyonce? ¿La fama disquera se lanza a un llamado a la atención de Washington? En todo caso, el recordatorio oportuno que se hace en el anuncio del acto —”Gloria Estefan, quien convocó en marzo del 2010 a la gran marcha en apoyo a las Damas de Blanco, hablará en el evento”— contiene un elemento tentador para los simpatizantes —asalariados o no— del régimen de La Habana: en dicha marcha participó Posada Carriles.

En este próximo 20 de mayo, Eduardo J. Padrón, presidente del Miami Dade College, le entregará a Soler la Medalla Presidencial del MDC, como homenaje a todas las Damas de Blanco, con la inscripción grabada “Guardianas de la Libertad”, de acuerdo a la información emitida por la institución.

El acto a celebrar guarda el mismo formato que otro llevado a cabo, el primero de abril pasado y en el mismo lugar, donde se le otorgó igual medalla a la bloguera Yoani Sánchez.

Días antes, el 17 de mayo, se efectuará una cena de gala destinada a recaudar fondos para el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos/Casa Bacardí. El cubierto cuesta $100 y la mesa de diez $1.000. A este acto también está invitada Berta Soler, aunque su asistencia no está confirmada.

Nueva coincidencia: la cena es similar a otra que la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC) le ofreció a Sánchez, y en la que en un principio —y siguen aumentado las coincidencia— al igual el cubierto costaba $100 (esta cantidad fue rebajada posteriormente, a petición de la homenajeada, y se redujo al costo exclusivo de la comida).

No dejan de llamar la atención estas actividades paralelas, realizadas en Miami a una representante de la oposición pacífica, que está al frente de un grupo que ha alcanzado prestigio internacional, y a la creadora de un blog famoso en todo el mundo.

Hay también coincidencias en la labor de ambas activistas, en cuanto a la denuncia de la represión en la Isla, y el realizar actividades no afiliadas a un objetivo político, pero de la misma manera se suman las diferencias en cuestiones como el mantenimiento del embargo a la Isla —que Soler apoya con firmeza mientras que Sánchez en una época se opuso frontalmente a éste y en Miami manifestó una posición más mediatizada al respecto, pero nunca de apoyo. Vale la pena destacar la importancia de este punto: en Miami el apoyo o rechazo al embargo estadounidense marca una línea divisoria y erróneamente se toma como patrón para definir el anticastrismo.

Estas nuevas actividades, durante la segunda estancia de Berta Soler en Miami, pueden interpretarse como una validación de las declaraciones de la Dama de Blanco —expresadas durante su primera visita a esta ciudad— en las que no solo apoyó el embargo sino la prohibición a los estadounidenses de viajar como turistas a Cuba.

Dentro del panorama cada vez más amplio que presenta la disidencia en la Isla es normal —y saludable— la existencia de distintas apreciaciones sobre la realidad cubana, los objetivos a desarrollar para el avance de la sociedad civil y el respeto a los derechos humanos, así como la diversidad de criterios sobre la posición que deben asumir los gobiernos extranjeros —en especial Estados Unidos y los países que integran la Unión Europea. Así que en sentido alguno se insinúa aquí competencia por parte de las activistas galardonadas.

Sin embargo, aunque en Miami se ha avanzado algo en la existencia de diversas opiniones dentro del exilio, cabe la sospecha que se aproveche esta vuelta de Soler a la ciudad para destacar no solo su actitud frente al régimen castrista, sino también para enfatizar las afinidades ideológicas que guardan sus declaraciones con lo que podría considerarse la línea del llamado “exilio vertical”.

En busca de líderes

En los últimos cinco años el exilio más tradicional de Miami ha tenido dificultades a la hora de encontrar en Cuba una oposición pacífica con una fuerte afinidad ideológica. Ha sido la intensificación de un problema que no resulta nuevo.

Cuando el fallecido líder opositor Oswaldo Payá visitó esta ciudad en 2003 tuvo que enfrentarse con el rechazo de la llamada “línea dura” del exilio y recibió insultos por la “radio cubana” de esta ciudad. Por cierto, es bueno recordar que la visita de Payá a Europa y Estados Unidos tuvo un mayor significado y repercusión internacional que las que han celebrado o celebran los opositores pacíficos —que ahora pueden viajar al exterior tras el cambio de la ley de inmigración cubana.

Durante su viaje al exterior, Payá se entrevistó con el papa Juan Pablo II, el entonces secretario de Estado norteamericano Colin Powell y con el expresidente mexicano Vicente Fox. En Miami también se reunió con los grupos y organizaciones del exilio que expresaban dudas o criterios contrarios a su proyecto Varela, como la Asociación de Veteranos de la Brigada 2506, Plantados hasta la Libertad de Cuba, Municipios de Cuba en el Exilio, Junta Patriótica Cubana, Puente de Jóvenes Cubanos y la Central de Trabajadores Cubanos en el Exilio. Payá además —y es también es bueno recordarlo— se oponía al embargo estadounidense.

Las recientes visitas de los opositores cubanos a Miami hay que analizarlas en unas circunstancias muy específicas: ocurren en momentos en que el exilio tradicional de Miami ha ido perdiendo tanto capacidad para influir en el futuro de Cuba como potencialidad para determinar resultados en las elecciones presidenciales de este país. Cada vez más tiene menor capacidad de movilización y en la actualidad carece de líderes —como el difunto Jorge Mas Canosa— tanto aquí como en Cuba.

Tras dos derrotas en las urnas de sus candidatos presidenciales en Estados Unidos, su nivel de influencia ha quedado limitado a los legisladores cubanoamericanos de ambos partidos y a la labor de sus cabilderos. Fuerte poder económico, pero reducida capacidad política.

Pese a mantener una capacidad relativamente fuerte para presionar en ambas cámaras del Congreso, si se compara con otras minorías nacionales, la realidad es que cada vez resulta más claro que se diluye el poder de este grupo para imponer sus criterios. Protestas con media docena de ancianos, organizaciones millonarias que de pronto quedan sin fondos otorgados por el Gobierno norteamericano, disidentes a los que la radio de Miami cierra los micrófonos, son algunas muestras de su decadencia.

No resulta extraño entonces que vaya en aumento la simpatía de este grupo hacia Berta Soler y su gira —que hasta el momento no llega a constituir siquiera un remedo de la de Payá—, ya que el otro recorrido más publicitado por la prensa local, el de Yoani Sánchez, tiene significado y objetivos diferentes.

Que Berta Soler se ha convertido en la contrapartida de Yoani Sánchez —en cuanto a imagen e identificación ideológica y política— es algo propio de Miami, ajeno pero entrelazado con lo que ocurre en Cuba.

Si bien años atrás las Damas de Blanco desempeñaron un papel importante en la denuncia del encarcelamiento y las malas condiciones en que se encontraban sus familiares en las prisiones —y la organización aún mantiene un reconocimiento internacional—, en la actualidad lo primordial de su función ha quedado atrás y no resulta un actor importante en la situación cubana actual, como en un momento estuvo a punto de ser, si bien más como símbolo que como gestor de cambio. Esto, por supuesto, no resta un ápice a la necesidad de mantener el apoyo al grupo y denunciar por todos los medios los abusos y atropellos de que son objeto por las turbas castristas. Se trata, simplemente, de señalar el justo lugar que ocupa y no crear falsas ilusiones.

No estamos ante un fenómeno nuevo, sino ante la repetición de la repetición. Mientras tanto, la realidad, nos guste o no, marcha por otros rumbos. Negarse a verla es vivir en un delirio permanente. Intentar presentar algunos de estos aspectos es arriesgarse a ser considerado desde aguafiestas hasta procastrista. Pero ningún insulto impedirá que ocurra.

© cubaencuentro

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