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De El bardo inmortal, Barrio azul y El submarino amarillo

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“Mi autoestima se reduce a cero cuando leo párrafos y párrafos y no logro entender qué dicen. No me entusiasmaría provocar esa sensación en los lectores”, confiesa el escritor José Abreu Felippe a la periodista de El Nuevo Herald Sarah Moreno, a propósito del lanzamiento de su última novela, Barrio azul (Editorial Silueta, 2008). Pero la sencillez – Barrio azul está redactado desde la perspectiva de un niño- es sólo una de las virtudes de este libro, que contiene muchas otras.

La obra de José Abreu Felippe (La Habana, 1947) es extensa, y buena parte de ella ha sido publicada. Considerado por los críticos uno de los integrantes más destacados de la Generación del Mariel, entre sus títulos se encuentran Sabanalamar,Siempre la lluvia, Habanera fue (con sus hermanos Juan y Nicolás Abreu), Cuentos mortales y Dile adiós a la Virgen, así como los poemarios Orestes de noche,Cantos y Elegías y El tiempo afuera (Premio Gastón Baquero de Poesía en el año 2000).

Barrio azul será presentado por el editor y crítico Rodolfo Martínez Sotomayor. Será este viernes, a las ocho de la noche, en el Centro Cultural Español de Miami (800 Douglas Rd. Suite 170. Coral Gables). Para más información, los interesados pueden llamar al 305 448-9677.

Cortesía http://www.editorialsilueta.com

Un submarino en plena faena

El ensayista y editor Ignacio T. Granados propone una nueva revista cultural, alojada en la web de la editorial que dirige en Miami. Granados resume así el concepto de El submarino amarillo, que es como ha llamado a la publicación:

“Porque es un símbolo generacional e icono de una cultura, Ediciones Itinerantes Paradiso presenta por segunda vez una revista cultural bajo un tema de los Beatles. Esta vez se trata de El submarino amarillo, que, como antes lo intentó El tonto de la colina, pretende incidir en el panorama de la cultura local. Esta no es una revista literaria en sentido estricto, sino más bien una especializada en la manufactura y distribución del libro, así como en el tratamiento teórico de la literatura contemporánea, por medio de reseñas críticas. Pero sí incluiremos literatura, a modo de ilustración y aligeramiento de nuestra densidad; y, por lo mismo, eso la hace el medio ideal para la exposición de los autores a un medio de promoción activa para su trabajo”.

Al texto completo de la presentación, así como al primer número de la revista –que les recomendamos fervientemente-, puede accederse aquí:

http://www.editpar.com/submarinoamarillo.htm

El bardo inmortal

un cuento de Isaac Asimov

-Oh, sí -afirmó el doctor Phineas Welch-. Puedo resucitar los espíritus de los muertos ilustres.

Estaba un poco bebido. De otro modo, quizá no habría dicho eso. Desde luego, era perfectamente natural hallarse un poco embriagado en la reunión anual de Navidad.

Scott Robertson, el joven profesor auxiliar de literatura inglesa, ajustó sus gafas y miró a un lado y a otro, para cerciorarse de que nadie los había oído.

-¿De veras, doctor Welch?

-Tal como digo. Y no sólo los espíritus, sino también los cuerpos.

-Yo diría que eso es imposible -manifestó muy estirado Robertson.

-¿Y por qué no? Es una simple cuestión de transferencia temporal.

-¿Se refiere usted al viaje en el tiempo? Pero eso... digamos que me parece completamente… insólito.

-No si se sabe cómo.

-¿Y bien, doctor Welch? ¿Cómo lo hizo?

-¿Cree que voy a revelárselo? -preguntó gravemente el físico. Miró vagamente a su alrededor buscando otro trago, pero no halló ninguno:

-Hace poco resucité a algunos muertos ilustres. Arquímedes, Newton, Galileo… ¡Pobres tipos!

-¿No les gustó el mundo de hoy? Yo hubiese pensado que quedarían fascinados ante la ciencia moderna -opinó Robertson, que empezaba a disfrutar de la conversación.

-Sí, claro que se quedaron… En particular, Arquímedes. Al principio pensé que iba a volverse loco de alegría, hasta que le expliqué algo de ella en un poco de griego que había estudiado. Pero no... no...

-¿Algún problema?

-La gran diferencia cultural. No lograban acostumbrarse a nuestra forma de vida. Se sentían terriblemente solitarios y asustados. Tuve que devolverlos a su tiempo.

-¡Qué lástima!

-Sí. Grandes mentes, pero no flexibles. No universales. Así pues, probé con Shakespeare.

-¿Qué! -aulló Robertson, a quien el personaje tocaba más de cerca.

-No grite, muchacho -recomendó Welch-. Es de mala educación.

-¿Ha dicho que resucitó a Shakespeare?

-Pues sí. Necesitaba a alguien con una mente universal, que conociera lo bastante al ser humano como para ser capaz de convivir con él fuera de su propia época. Shakespeare me pareció el más indicado. Por cierto, me dejó su firma como recuerdo...

-¿La tiene aquí? -preguntó Robertson, con ojos desorbitados.

-Aquí mismo -Welch hurgó en los bolsillos de su chaqueta, uno tras otro-. ¡Ah, aquí está!

Tendió al profesor una tarjeta en cuyo anverso podía leerse L. Klein e hijos. Ferretería al por mayor. En su reverso aparecía escrito, con enrevesada caligrafía, Will Shakespeare.

Una disparatada conjetura asaltó a Robertson.

-¿Qué aspecto tenía? -preguntó.

-No lucía como en sus retratos. Calvo y con un feo bigote. Hablaba con marcado acento irlandés. Desde luego, hice cuanto pude por reconciliarle con nuestra época. Le dije que teníamos en la mayor estima sus piezas de teatro y que aún seguíamos representándolas. De hecho, le aseguré que en nuestra opinión eran las obras maestras de la literatura en lengua inglesa, tal vez las obras maestras de toda la literatura.

-Muy bien… muy bien… -aprobó Robertson sin aliento.

-Le expliqué que se habían escrito volúmenes y volúmenes de comentarios sobre ellas. Naturalmente, deseó ver uno de ellos y fui a buscárselo a la biblioteca.

-¿Y...?

-¡Ah! Se mostró fascinado. Desde luego, tropezó con dificultades respecto al idioma actual y las referencias a los acontecimientos ocurridos a partir del 1600, pero le ayudé a comprenderlos. ¡Pobre hombre! No creo que esperase tal trato. “¡Alabado sea Dios!”, comentó. “¡Qué de cosas han parido las palabras en cinco siglos! ¡Qué homérica inundación puede dar de sí un paño mojado!”.

-No… no diría eso. William Shakespeare no diría eso…

-¿Y por qué no? Escribía sus piezas con la mayor rapidez posible. Tenía el plazo limitado, me dijo. Por ejemplo, acabó Hamlet en menos de seis meses. El argumento ya era conocido. Él se limitó a pulirlo.

-Es todo lo que se le hace a un espejo telescópico… pulirlo -se indignó el profesor de literatura inglesa.

El físico pasó por alto la observación y, reparando en un cóctel incólume sobre la barra, a sólo unos pasos, se lo apropió.

-Le dije al bardo inmortal que hasta dábamos cursos universitarios sobre Shakespeare.

-Yo doy uno.

-Lo sé. Lo matriculé en su curso nocturno de ampliación. Jamás vi a un hombre tan ávido por descubrir lo que la posteridad pensaba de él como lo estaba el pobre Will. Trabajó con mucho empeño en eso.

-¿Matriculó a William Shakespeare en mi curso? -farfulló Robertson.

Incluso considerándolo como una fantasía alcohólica, el pensamiento le causó vértigo. ¿Pero era en verdad una fantasía alcohólica? Comenzaba a recordar a un hombre calvo de raro, singular léxico.

-No con su nombre verdadero, desde luego -dijo el doctor Welch- ¡Lo que tuvo que soportar! Cometí un error, simplemente. Un gran error. ¡Pobre tipo!

Había alcanzado ya el cóctel y meneaba la cabeza con la vista clavada en él.

-¿A qué error se refiere? ¿Qué sucedió?

-¡Tuve que enviarle de nuevo al 1600! -rugió Welch con indignación-. ¿Cuánta humillación cree usted que puede soportar un hombre?

-Pero… ¿de qué humillación me habla?

El doctor Welch vació de un solo trago su copa.

-¡Usted, amigo mío...! ¡Usted cometió la imperdonable estupidez de suspenderlo!



Un ejemplo de disidente

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Leo en Encuentro en la Red que el Comité para la Protección de Periodistas ha decidido conceder a Héctor Maseda Gutiérrez, “encarcelado junto a otros periodistas en su país en 2003, el Premio Internacional a la Libertad de Prensa, el próximo 25 de noviembre en Nueva York”.

La nota proviene de EFE. Y continúa: “Maseda Gutiérrez, que era parte del movimiento de prensa independiente, fue acusado, junto a otros 28 periodistas, de conspirar contra el gobierno cubano, recordó el Comité (CPJ, por siglas en inglés) en un comunicado.

“Señaló, además, que fue condenado a 20 años de prisión por actuar contra la integridad territorial del Estado”.

El de Héctor Maseda es uno de esos casos en los que la transparencia de la causa y la transparencia de la personalidad confluyen armoniosamente. Estuvimos juntos durante la fundación del Grupo de Trabajo Decoro, en 1998 –junto a Manuel Vázquez Portal, su director, Claudia Márquez Linares y otros amigos periodistas-, y siempre después. Por eso podemos decir, sin temor a agotar el lugar común o sonar cursis –esa permanente tentación de lo cubano-, que Maseda es un ejemplo de disidente.

Éste es un artículo que escribí meses atrás, a propósito de la presentación de su diario en el Koubeck Center de la Universidad de Miami:

La prisión fecunda

un artículo de Armando Añel

Hay prisiones infecundas. De hecho, la infecundidad es de lo más común tras las rejas. Es el caso de la prisión sufrida, o tal vez disfrutada, por Fidel Castro. El máximo responsable de la tragedia nacional resultó también, en su momento, uno de los máximos beneficiarios de las dictaduras “amateurs” padecidas por la República. Se sabe que durante su reclusión en la penitenciaría de Isla de Pinos, en la que cumplió apenas veintidós meses de los quince años a los que previamente había sido condenado, gozó de beneficios y/o privilegios impensables para los presos políticos que actualmente se pudren en las cárceles comunistas. Vivió a cuerpo de rey su breve encarcelamiento, como vivió con el corazón de un verdugo su posterior estancia en el poder.

Tras las rejas, Castro tuvo tanto tiempo para leer, impartir instrucciones, recrear recetas culinarias o cartearse con sus familiares y amigos, que apenas le alcanzó para hacer la autocrítica que pusiera sobre el tapete los errores de bulto y disparates conceptuales que desembocaron en la matanza del Cuartel Moncada. Y lo que es peor, su naturaleza resentida, narcisista, le impidió tener después, con los miles de cubanos encarcelados por su régimen –encarcelados por razones políticas, y en la mayoría de los casos sin que hubiera hechos violentos de por medio-, atenciones similares a las que disfrutara durante su prisión en Isla de Pinos. Durante su insistente estadía en el poder trató a sus rivales ideológicos poco menos que como animales. Incluyendo a quienes en el pasado colaboraron con él o le salvaron la vida.

En contraste, y felizmente, también hay prisiones fecundas. Es el caso de la padecida por Héctor Maseda, periodista independiente y presidente del Partido Liberal Democrático de Cuba, arrestado durante los sucesos de la Primavera Negra, en marzo de 2003. Tras la parodia de juicio en el que él y otros setenta y cuatro disidentes fueron condenados sumariamente, recibió una sentencia de veinte años de privación de libertad, de los cuales ya ha cumplido cinco. El diario Enterrados vivos, una crónica de su paso por las cárceles cubanas –Maseda aún continúa en prisión-, fue publicado recientemente por el Grupo de Apoyo a la Democracia.

En Enterrados vivos Maseda hace un recuento pormenorizado de lo que significa padecer la (in)justicia revolucionaria, esto es, describe con precisión de miniaturista la atmósfera infernal, a ratos surrealista, que prima en las penitenciarías del gobierno cubano. La suya sí que es una prisión fecunda porque, en lugar de servir a propósitos inconfesables o adelantar una agenda personal -y a pesar de las condiciones infrahumanas que ha debido enfrentar durante los últimos cinco años-, es la consecuencia de su lucha pacífica por devolverle al ciudadano de a pie, y en general a la sociedad civil de la Isla, las libertades secuestradas desde hace ya medio siglo.

Pero, más que una denuncia, Enterrados vivos es una proclama. La proclama de un hombre que ha dado con sus huesos en la cárcel por defender los derechos de sus conciudadanos, por denunciar la gigantesca cárcel en que el régimen de Fidel Castro ha convertido a Cuba. Régimen incubado, nunca mejor dicho, por una prisión infecunda.



Sanguinetty: ¿Por qué continúa el castrismo?

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En lo personal, soy un convencido de la incapacidad de nuestra cultura –me refiero, concretamente, a la cubana- para construir, desde sus actuales presupuestos, una democracia moderna. Dicho convencimiento se ha reafirmado particularmente tras observar las reacciones al pedido de acción humanitaria que apoyamos en este blog, en entradas anteriores. Y no por alguna que otra negativa concreta, que entre otras cosas de eso se trata la democracia –de poder estar de acuerdo, o no, públicamente inclusive, con determinado proyecto o propuesta- sino, sobre todo, por la naturaleza de muchos de los silencios y excusas recibidos.

El problema debe abordarse sin medias tintas, pues mientras no se le reconozca abiertamente no se podrá trabajar en función de atenuarlo o eliminarlo (seamos ambiciosos). El siguiente artículo, del economista Jorge A. Sanguinetty, llama la atención sobre algunos de los déficits de la cubanidad relacionados con lo que afirmo en el párrafo anterior: la dificultad de los intercambios entre cubanos o su incapacidad para organizarse adecuadamente, por ejemplo.

¿Por qué continúa el castrismo?

un artículo Jorge A. Sanguinetty

La continuidad del castrismo se puede explicar por la confluencia de dos grupos de factores. Sin comprender estos factores, es muy difícil hallar y aplicar una estrategia que ayude a los cubanos a salir del régimen actual (en este análisis descarto la intervención de una fuerza externa por no considerarla factible en las condiciones actuales).

Uno de los grupos de factores es la capacidad del castrismo de monopolizar casi todas las formas de organización mediante los movimientos de masas y el montaje del totalitarismo. El otro grupo de factores es la falta de una tradición y cultura entre los cubanos que facilite su organización para acciones colectivas sostenibles en plazos largos. En la lucha entre los que quieren mantener la dictadura y los que quieren un cambio fundamental de régimen, los primeros han estado ganando todas las entradas hasta ahora, porque están relativamente mejor organizados.

Pero realmente, ¿qué significa estar mejor organizado? La mayoría de los que han estado sólo expuestos a nuestra cultura o a culturas similares y no han tenido la experiencia de vivir sumergidos en culturas de altos niveles de organización, generalmente los países de mayor desarrollo económico y político, pueden encontrar estas aseveraciones incomprensibles. El hecho es que cuando un grupo de individuos, aun cuando sea relativamente pequeño, se propone algún objetivo común y se organiza adecuada y disciplinadamente para lograrlo, mantiene su plan de acción por un tiempo lo suficientemente largo y está dispuesto a utilizar formas extremas de conducta para lograr sus metas, la única manera de detenerlo o vencerlo es contraponiendo una fuerza lo suficientemente organizada y/o poderosa. Si por otro lado, los primeros vencen y prevalecen sobre los segundos sometiéndolos a su dominio, los últimos tendrán que desplegar un esfuerzo aún mayor del que hubieran requerido al principio para prevalecer.

Es más fácil organizarse cuando hay alguna libertad que cuando se vive bajo un gobierno totalitario. Por eso fue más fácil rebelarse contra Machado y Batista que contra Castro.

Por lo tanto, en lugar de preguntarnos por qué los cubanos no se rebelan contra el castrismo, debiéramos preguntarnos por qué los cubanos no se organizan para mejor resistir a la tiranía y propiciar algunas condiciones de cambio. La respuesta correcta a esta interrogante nos ayudaría a encontrar la fórmula para debilitar al castrismo y evolucionar hacia formas democráticas de gobierno. La experiencia de los polacos con el movimiento Solidaridad demuestra que la organización puede contribuir a la evolución política de los regímenes totalitarios.

Una de las causas principales de por qué los cubanos no se organizan con facilidad es que no se caracterizan por mantener diálogos organizados. Este importante fenómeno fue apuntado por Ortega y Gasset en su libro España Invertebrada, donde hace unas nueve décadas se refirió a las divisiones entre los españoles y la frecuente desorganización de sus diálogos. Comparando las formas predominantes de diálogo entre cubanos con las formas típicas de otras culturas (en este punto es inevitable mencionar como ejemplo a los ingleses), cualquiera se da cuenta que nuestros intercambios tienden a ser difíciles, lo cual, entre otras cosas, no conduce fácilmente a acuerdos. Y mucho menos a acuerdos que requieren compromisos de acciones que deben mantenerse por largo tiempo.

El problema hay que apuntarlo para superarlo, aunque no son sólo los diálogos desorganizados los que impiden que los cubanos se organicen eficazmente. Hay otros muchos factores que no puedo tratar en este espacio, pero que se pueden mencionar, como son la voluntad colectiva de adquirir un compromiso y cumplirlo, la necesidad de ser preciso en las comunicaciones y las acciones (la puntualidad es una expresión definitiva de estas formas de comportamiento), la confianza interpersonal que existe en los grupos que funcionan con gran eficacia (como lo hacen los comandos en una operación militar de alto riesgo), etcétera. Yo creo que muchos cubanos sufren hoy de una crisis de confianza en su capacidad de organizarse para actuar colectivamente en defensa de sus intereses. Por eso muchos prefieren abandonar el país, porque ya no creen ni en él ni en ellos mismos.

En las condiciones predominantes en Cuba es difícil organizarse para casi cualquier forma de acción colectiva, pues el gobierno y su aparato de seguridad sospechan que toda agrupación puede servir para fines políticos, lo cual es cierto. Sin embargo, eso no ha impedido que las Damas de Blanco, los movimientos disidentes o independientes y la iniciativa de recoger firmas para demandar reformas hayan sobrevivido los embates de la tiranía. Hay que apuntar que cuando estas iniciativas (todavía insuficientes) aparecen en Cuba, captan la atención de algunos observadores externos, cubanos y de otras naciones, que llegan a ejercer, cada uno a su manera, alguna presión sobre el gobierno cubano para moderar su reacción.

En la actualidad, hay claras manifestaciones de descontento en Cuba, especialmente entre los segmentos más jóvenes de la población, pero son manifestaciones individuales, sin base organizativa y por lo tanto de impacto limitado. Estos jóvenes y los que no lo son tanto pueden comenzar a organizarse aun cuando de inmediato no sea con fines políticos, para ir desarrollando una cultura organizativa que oportunamente servirá para muchos otros fines. Tales iniciativas debieran ser apoyadas por el exilio cubano para facilitar el proceso de formación de una sociedad civil capaz de cambiar los destinos del país. Los cubanos comenzarán a ganar su libertad cuando se liberen del monopolio organizativo del gobierno.

Cortesía http://www.cubafuturo.com/



Cierre: Carta abierta al presidente de Estados Unidos

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Sobre el mediodía de este martes, hora de Miami, Cuba Inglesa tiene previsto cerrar la recolección de firmas para el pedido de acción humanitaria, y con ello este post. Esta carta abierta tiene un recorrido relativamente limitado, y muy concreto: aspira a promover desde Estados Unidos, o con mucha suerte a propiciar, un movimiento de ayuda masiva a los damnificados en Cuba. Sobre todo -pues no es tiempo lo que les sobra ahora mismo a las víctimas de los huracanes-, de ayuda expedita, directa.

De ahí la economía del texto y el breve “rodaje”. El documento debe ser entregado personalmente al presidente George W. Bush, aunque también será enviado por los canales tradicionales.

Agradecemos enormemente a todos los firmantes, incluso a aquellos que sin haber contribuido con su firma han propiciado el debate en torno al pedido, lo cual –salvando los esporádicos exabruptos- siempre resulta enriquecedor.

En lo que a mí respecta, quiero ofrecer mis disculpas a los lectores de este blog si en algún momento puedo haber sonado excesivo, o no me he hecho entender. Si algo no soy es un activista. Pero el azar y la importancia del asunto jugaron su papel, y eso también hay que asumirlo.

Como decíamos en el post anterior, estamos convencidos de que no es momento de consideraciones políticas o partidistas, ni de regodearnos en detalles colaterales, sino de contribuir a que el pueblo cubano pueda recibir ayuda masiva, directa y efectiva, desde Estados Unidos. Y mientras más, y más rápido, mejor.

Pedido de acción humanitaria

Carta abierta al gobierno de los Estados Unidos tras el paso de los huracanes Gustav e Ike por Cuba

Honorable George W. Bush

Presidente de los Estados Unidos de América:

La situación de los damnificados en Cuba, tras el paso sucesivo de los huracanes Gustav e Ike, se ha hecho desesperada, y empeora por momentos. Nunca antes un acontecimiento meteorológico de esa magnitud se había ensañado con la población cubana. Teniendo en consideración el alcance de los daños, la hambruna y la desesperación que comienzan a adueñarse de los cubanos, y la incapacidad logística y política del régimen de los hermanos Castro para enfrentar la situación, pedimos a la administración que usted encabeza:

1- Que emprenda unilateralmente, o en conjunto con sus principales aliados, una acción humanitaria que garantice el arribo directo a Cuba de alimentos, insumos y medicinas. Dicha acción podría concretarse por mar o por aire.

2- Sería conveniente que dicha acción fuera respaldada por una campaña informativa que ponga en claro su propósito eminentemente humanitario. Dado que el régimen cubano se ha interpuesto reiteradamente entre el apoyo ofrecido por Washington y las víctimas en Cuba, y teniendo en cuenta que es el gobierno de Estados Unidos el más capacitado para hacer llegar a la Isla ayuda masiva, dicha campaña seguramente sería respaldada por todas aquellas personas genuinamente interesadas en evitarle más muerte y sufrimiento a los cubanos.

Firmas:

1- Armando de Armas

2- Luis Mario

3- Armando Añel

4- Luis de la Paz

5- Carlos Alberto Montaner

6- Denis Fortún

7- Emilio Ichikawa

8- Pablo Rodríguez Carvajal

9- Oscar Peña

10- Heriberto Hernández

11- Enrique Collazo

12- Juan. A. Granados

13- Arnaldo Yero

14- Joaquín P. Estrada

15- Roberto Soto

16- Joaquín Gálvez

17- Mercy Sanabria Cala

18- Silvia M. Méndez Rosado

19- Luis M. Casacó Valido

20- Esteban Cereijo

21- Arturo González Dorado (Desde Cuba)

22- Mickey Garrote

23- Raúl Estévez

24- Zoila Estévez

25- Roberto Lozano

26- Ivonne Martin

27- René Hernández

28- Vicky Ruiz-Labrit

29- Delio Regueral

30- Pablo Kleinman

31- Alejandro Fernández

32- José Bermúdez

33- Raisa Metauten

34- Manuel Vázquez Portal

35- José M. Betancourt

36- Augusto Gómez

37- Diorgis Luna

38- Luis M. Camejo

39- Ibrahim Bosch

40- Sara Pimentel

41- Nury Rodríguez

42- Luis García Fresquet

43- Leticia Margorit

44- Efrén Córdova

45- Aida Levitán

46- Rodrigo de la Luz

47- Isabel R. Martínez

48- Ramón González Rayo

49- Juliana E. Villaverde

50- Gustavo Villaverde

51- Ramiro O. Casañas

52- Armando Alvarez Bravo

53- Yusdelei Peña

54- Carlos Manuel Molina

55- Pedro Furré Cremata

56- Marta Salinas (Desde Cuba)

57- Juan A. Salinas (Desde Cuba)

58- Gonzalo Quevedo (Desde Cuba)

59- Daymis Sánchez

60- Alicia Cruz

61- Jorge Sánchez

62- Amanda de Armas

63- Andy de Armas

64- Yanelis Lozano

65- María de los Angeles García

66- Silvio Cárdenas

67- Mirtha de Armas

68- Rodrigo Zúñiga

69- Alberto García

70- Juan García

71- José de Armas

72- Julio Rasta

73- Rolando Lameira

74- Yolanda Millares

75- Ricardo Bofill Pages

76- José Luis López

77- Marcos Reinaldo Salazar

78- René M. Padrón

79- María Ordaz

80- Heriberto Leyva Rodríguez

81- Mayda Solano

82- Jacobo Machover

83- Nestor Herrera

84- Aurora Escobar

85- Albertina Paredes

86- Teresita Alvarez

87- César Méndez

88- Ofelia Santiago

89- Lilia Corujo

90- Enrique C. Herrera

91- Antonio Rubio

92- Ania Hernández

93- Gabriel Baldo

94- Heriberto Mora

95- Pedro Romanach

96- María Victoria Romanach

97- Aida Gálvez

98- Enrique del Risco

99- Lourdes Favia

100- Marco Antonio Ramos

101- Nancy Pérez Crespo

102- Osvaldo Hernández

103- Ernesto Hernández Busto

104- Alina Brouwer



Pedido de acción humanitaria. Carta abierta al presidente de Estados Unidos

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Teniendo en cuenta el alcance de la tragedia que en estos momentos padece la población cubana, unido a la negativa del régimen castrista a permitir la asistencia estadounidense a los damnificados, este blog se suma a la iniciativa del escritor Armando de Armas, expuesta en su artículo ¡Ay, la ayuda! y en el documento a continuación.

El régimen de La Habana ha sido suficientemente explícito en su última nota oficial dirigida a la Casa Blanca: "Nuestro país no puede aceptar una donación del gobierno que lo bloquea". Una declaración que habla por sí misma de la estimación que le merece a los Castro las vidas de los cubanos. Adicionalmente, el obispo de Pinar del Río, monseñor Jorge Serpa, ya ha expresado su preocupación en cuanto a las trabas castristas a la canalización de la ayuda: "Se nos ha pedido que cualquier entrega sea informada previamente al gobierno de cada territorio. Sin embargo, no podemos por esto frenar la espontaneidad de algunas personas que quieren y desean ayudar".

No es momento de consideraciones políticas o partidistas, ni de regodearnos en detalles colaterales, sino de contribuir a que el pueblo cubano pueda recibir ayuda masiva, directa y efectiva, desde Estados Unidos, mientras más, mejor. La siguiente carta abierta constituye un intento más en esa dirección. En principio, todos aquellos interesados en firmarla pueden hacerlo directamente aquí.

Pedido de acción humanitaria

Carta abierta al gobierno de los Estados Unidos tras el paso de los huracanes Gustav e Ike por Cuba

Honorable George W. Bush

Presidente de los Estados Unidos de América:

La situación de los damnificados en Cuba, tras el paso sucesivo de los huracanes Gustav e Ike, se ha hecho desesperada, y empeora por momentos. Nunca antes un acontecimiento meteorológico de esa magnitud se había ensañado con la población cubana. Teniendo en consideración el alcance de los daños, la hambruna y la desesperación que comienzan a adueñarse de los cubanos, y la incapacidad logística y política del régimen de los hermanos Castro para enfrentar la situación, pedimos a la administración que usted encabeza:

1- Que emprenda unilateralmente, o en conjunto con sus principales aliados, una acción humanitaria que garantice el arribo directo a Cuba de alimentos, insumos y medicinas. Dicha acción podría concretarse por mar o por aire.

2- Sería conveniente que dicha acción fuera respaldada por una campaña informativa que ponga en claro su propósito eminentemente humanitario. Dado que el régimen cubano se ha interpuesto reiteradamente entre el apoyo ofrecido por Washington y las víctimas en Cuba, y teniendo en cuenta que es el gobierno de Estados Unidos el más capacitado para hacer llegar a la Isla ayuda masiva, dicha campaña seguramente sería respaldada por todas aquellas personas genuinamente interesadas en evitarle más muerte y sufrimiento a los cubanos.

Firmas:

1- Armando de Armas

2- Luis Mario

3- Armando Añel

4- Luis de la Paz

5- Carlos Alberto Montaner

6- Denis Fortún

7- Emilio Ichikawa

8- Pablo Rodríguez Carvajal

9- Oscar Peña

10- Heriberto Hernández

11- Enrique Collazo

12- Juan. A. Granados

13- Arnaldo Yero

14- Joaquín P. Estrada

15- Roberto Soto

16- Joaquín Gálvez

17- Mercy Sanabria Cala

18- Silvia M. Méndez Rosado

19- Luis M. Casacó Valido

20- Esteban Cereijo

21- Arturo González Dorado (Desde Cuba)

22- Mickey Garrote

23- Raúl Estévez

24- Zoila Estévez

25- Roberto Lozano

26- Ivonne Martin

27- René Hernández

28- Vicky Ruiz-Labrit

29- Delio Regueral

30- Pablo Kleinman

31- Alejandro Fernández

32- José Bermúdez

33- Raisa Metauten

34- Manuel Vázquez Portal

35- José M. Betancourt

36- Augusto Gómez

37- Diorgis Luna

38- Luis M. Camejo

39- Ibrahim Bosch

40- Sara Pimentel

41- Nury Rodríguez

42- Luis García Fresquet

43- Leticia Margorit

44- Efrén Córdova

45- Aida Levitán

46- Rodrigo de la Luz

47- Isabel R. Martínez

48- Ramón González Rayo

49- Juliana E. Villaverde

50- Gustavo Villaverde

51- Ramiro O. Casañas

52- Armando Alvarez Bravo

53- Yusdelei Peña

54- Carlos Manuel Molina

55- Pedro Furré Cremata

56- Marta Salinas (Desde Cuba)

57- Juan A. Salinas (Desde Cuba)

58- Gonzalo Quevedo (Desde Cuba)

59- Daymis Sánchez

60- Alicia Cruz

61- Jorge Sánchez

62- Amanda de Armas

63- Andy de Armas

64- Yanelis Lozano

65- María de los Angeles García

66- Silvio Cárdenas

67- Mirtha de Armas

68- Rodrigo Zúñiga

69- Alberto García

70- Juan García

71- José de Armas

72- Julio Rasta

73- Rolando Lameira

74- Yolanda Millares

75- Ricardo Bofill Pages



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Sobre este blog

El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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