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Obama, el sueño americano y el café del día después

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Pasó lo que tenía que pasar. Ya estamos en el día después. El senador Barack Obama se ha alzado con el triunfo en las históricas elecciones de este 4 de noviembre, derrotando, de manera aplastante, a un ticket republicano mal concebido y peor llevado, con la crisis financiera como telón de fondo. En las calles, los demócratas celebran la victoria. Pero no sólo los demócratas. Quizá desde los tiempos de Ronald Reagan no se veía en Estados Unidos un trasvase tan acusado de votantes tradicionales de un partido a otro. Habrá que revisar las estadísticas.

“Vamos a renovar el sueño americano”, aseguró el vencedor en Chicago, tras conocer su victoria. “Nuestra juventud rechazó el mito de que pertenecía a una generación apática”. Y también: “Decimos al mundo: Nuestra historia es singular, pero nuestro destino compartido”.

Las predicciones resultaron fiables, particularmente en tres “Estados indecisos” decisivos: Pennsylvania, Ohio y Florida. En general, las encuestas no sólo acertaron, sino que en algunos casos superaron las expectativas. Según proyecciones del Canal 41, aún no confirmadas, el Condado Miami Dade votó por Obama.

Los republicanos han pagado caro sus errores. Primero, su votantes se equivocaron eligiendo a McCain en lugar de a Huckabee o a Giuliani (creo que Mike Huckabee podía haber contrarrestado más efectivamente a Obama). Luego el elegido, a su vez, se equivocó eligiendo a su candidata a la vicepresidencia, todo un error de bulto. Demasiadas equivocaciones, por sólo mencionar dos, para un año como el 2008.

En cualquier caso, el mensaje de cambio ha calado y, más allá de las coyunturas favorables, es indiscutible que el despliegue de Obama ha jugado un papel determinante. Se abre una nueva era. Y es que, como nos recuerda Octavio Paz, Estados Unidos es un país fuera de la historia. Un país culturalmente invulnerable. Aquí cualquier cosa puede pasar (menos una dictadura bananera). Cosas como este The End hollywoodense en el que, mientras moría su abuela materna, la que ejerciera como su verdadera madre, el primer presidente negro de la historia americana, un huérfano de padre keniano y progenitora hippie, consolidaba una victoria apoteósica. Africa vibrando del otro lado, banderas americanas sobre los cuerpos agitados. Inédito. Pero también uno de esos finales a los que los críticos culpan de malograr la película, por estrambóticos o sensibleros.

Sensibleros. Puede ser. ¿Pero quién se atreve ahora a burlarse de, o poner en entredicho a, el Sueño Americano?

Obama, los pro y los contra

En estas elecciones han interactuado elementos que van mucho más allá de las incidencias de una presidencia cuatrienal. Vivimos ahora mismo un momento clave para Estados Unidos y para quienes creemos en su papel como abanderado, y defensor, de la democracia y el Estado de Derecho en todo el mundo. Así, probablemente las consideraciones a manejar en este análisis del día después deban ser de índole estratégica más que táctica; geopolíticas y socio-culturales más que partidistas. Enumero algunos –sólo algunos- de los pro y los contra que en mi opinión implicará la presidencia de Obama:

-Obama pretende echar la burocracia de Washington sobre las espaldas de la clase empresarial. Su plan de subirle los impuestos a las medianas y grandes empresas sólo puede traer consigo un descenso en el nivel de vida de la clase trabajadora (menos prestaciones, menores salarios, menos empleos, incremento de los precios al consumidor). Además, la medida contradice las esencias del modo de vida americano, aquellas que anteponen la igual de oportunidades a la igualdad de resultados.

-En general, el programa económico demócrata tiende al proteccionismo. Y en el tema del Tratado de Libre Comercio con Colombia, el próximo mandatario norteamericano no ha visto más allá de sus narices. Un asunto particularmente sensible, pues el gobierno de Alvaro Uribe, sumamente popular en su país, representa ya una suerte de iceberg en el mar del radicalismo regional. Colombia, aun sin proponérselo, constituye hoy día un muro de contención contra la hegemonía castrochavista en el continente. Colocar, por activa o por pasiva, a Bogotá en el banquillo de los acusados, negándole el reconocimiento que merece, ha sido de una miopía monumental. No obstante, las recientes purgas en el ejército colombiano, junto a la dimisión del general al mando, podrían inducir a Obama a reconsiderar su actitud.

-Obama constituye un factor de integración de cara a la población negra norteamericana, factor que puede resultar decisivo para que sus sectores marginales digieran una dinámica socio-cultural que hasta ahora han abordado con escepticismo, cuando no con animosidad. Y lo mejor es que Obama no aborda el problema desde los clichés al uso. Como ha afirmado el escritor peruano Mario Vargas Llosa, el discurso del próximo presidente es, en este sentido, de matriz autocrítica: “Nada de victimismos ni lloriqueos, con todas sus limitaciones el sistema es suficientemente flexible y abierto como para vencer el infortunio, progresar y alcanzar unos niveles de vida decentes. Los negros no deben perder el tiempo lamentándose por los horrores del pasado, sino remangarse las camisas y poner manos a la obra”. Se acabaron las excusas.

-Obama clausura el discurso antiamericano. O coloca ante un reto considerable al discurso antiamericano, que a partir de su presidencia deberá hilar muy fino para explicar cómo es posible que un miembro de las minorías, negro –la población negra no rebasa el 12% del total en Estados Unidos- , de padre extranjero y madre divorciada, parcialmente educado en un país musulmán y dueño de una retórica tan atípica como audaz, ha llegado a donde ha llegado. Lo ha dicho él mismo: “En ningún otro país de la tierra mi historia hubiera sido siquiera posible”. Súbitamente el sueño americano, ese del que la izquierda radical se mofa cada dos por tres, se vuelve verificable allí donde confluyen todos los focos. A grandes rasgos, el sistema funciona, es inclusivo, privilegia el mérito y reconoce la diferencia. Y, por si fuera poco, más allá de la acción institucional, las mayorías blancas han dejado definitivamente atrás el lastre racista.

-En lo que respecta a la Cuba profunda, la presidencia del demócrata desmonta el marketing castrista que insiste en una supuesta segregación en Estados Unidos. Con lo cual, indirectamente, el discurso racialmente igualitario del oficialismo cubano queda definitivamente refutado. ¿Para cuándo un gobernante negro en Cuba, donde la población negra y mestiza es desde hace tiempo mayoría? Pero además, ¿cómo hablar de racismo institucional en un país en el que un representante de la minoría negra es electo presidente? Y finalmente: ¿Cómo se las arreglarán los “blanquitos” dirigentes para continuar azuzando a los “negritos” de a pie contra el “Imperio Wasp” si resuelta que el “emperador” ya no es wasp sino, más bien, uno de los “negritos”?

Me gustaría estar hablando de Condoleezza Rice en lugar de Barack Obama, o tal vez mejor, que Barack Obama tuviera más de Condoleezza Rice –como liberal al fin y al cabo, tiendo a privilegiar las opciones más cercanas al libre mercado y la mano dura contra los enemigos de la libertad-, pero Obama es lo que hay, y no hay que temerle al coco. Puesto a escoger entre los pro y los contra, entre cuatro años de presidencia desastrosa –en el peor de los casos- y el acontecimiento histórico que representa la elección de Obama, creo que cabe ponerle luz larga al carro.

El sistema no va a derrumbarse bajo el influjo del presidente número 44 de Estados Unidos. Sé, y con esto no descubro el agua tibia, que durante los próximos cuatro años el país, su sociedad, su cultura, su idiosincrasia, sus infraestructuras económica y política, su diseño constitucional, serán inmunes a las malas artes de Barack Obama, suponiendo que las de Barack Obama fueran en verdad malas artes.

Lo siento de veras por algunos amigos, por aquellos que han perdido el norte forzando paralelismos surrealistas y, sobre todo, por los que temen que el nuevo ejecutivo pueda afectarles en lo personal o profesional. A todos ellos los animo. Es la democracia y es la dialéctica de un sistema revolucionario: el American Way of Life. Estados Unidos no es Iberoamérica.

El café seguirá fluyendo en las esquinas.

Nota al margen: Este blog no será actualizado durante los próximos días, ofrecemos disculpas a nuestros lectores. Esperamos retornar antes de fin de año. Mucha suerte y feliz Día de Acción de Gracias.



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Sobre este blog

El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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