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Tres aproximaciones a la crisis financiera

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La crisis financiera está en boca de todos, y todo parece indicar que inclinará la balanza en las elecciones de noviembre, en Estados Unidos. Luego de echarle una mano a varios bancos de inversión e hipotecarias, así como a la aseguradora AIG, Washington ha decidido apostar todavía más fuerte: se anuncia un macroplan de rescate cifrado en 700 mil millones de dólares, dirigido a frenar el efecto dominó que podría desencadenar la caída en picada de Wall Street, inyectando liquidez en el conjunto del sector financiero. El Congreso deberá aprobarlo en los próximos días.

El macroplan otorgaría a Henry Paulson, secretario del Tesoro de Estados Unidos, poderes especiales durante dos años. En una reciente rueda de prensa, Poulson aseguró que el gobierno intervendrá más enérgicamente en el mercado inmobiliario, considerado el primer responsable de la crisis. Pero serán los contribuyentes los que pagarán los platos rotos.

En cualquier caso, para quienes defendemos el mercado libre sobre la intervención estatal, la presente crisis constituye todo un desafío intelectual. Se sabe que la llamada Crisis Subprime, relacionada con los créditos hipotecarios entregados a personas de alto riesgo, ha sido el desencadenante del problema, y que en este contexto hay que achacar a las agencias clasificadoras de riesgo y a los reguladores bancarios un alto por ciento de la responsabilidad. De manera que cabe la pregunta: ¿La solución sería regular más o, por el contrario, clasificar mejor?

A continuación, Cuba Inglesa reproduce fragmentos de tres aproximaciones a la crisis financiera, publicadas en distintos medios durante la última semana. Agradecemos la colaboración del fotógrafo Delio Regueral, quien “instigara” la escritura de este post.

Tres aproximaciones:George W. Bush en su discurso radial sabatino

Las medidas que proponemos requieren que arriesguemos una cantidad significativa del dinero de los contribuyentes. Pero estoy convencido de que esta audaz estrategia costará a las familias estadounidenses mucho menos que la alternativa. Una presión adicional en nuestros mercados financieros causaría la pérdida masiva de empleos, devastaría las cuentas para la jubilación, devaluaría más el sector de vivienda y disminuiría la disponibilidad de préstamos nuevos para casas, autos y matrículas universitarias.

En este difícil momento, sé que muchos estadounidenses que me escuchan se preguntan sobre la seguridad de sus finanzas. Por medio de la Corporación de Seguro Federal para Depósitos (FDIC), todos los certificados de depósito, cuentas de ahorro y cuentas corrientes están asegurados por el gobierno federal hasta cien mil dólares. El FDIC existe desde hace 75 años, y nadie jamás ha perdido un centavo de un depósito asegurado, y esto no cambiará.

A largo plazo, los estadounidenses, con buen motivo, pueden tener seguridad en nuestra solidez económica. Estados Unidos cuenta con los trabajadores más hábiles, productivos y emprendedores del mundo. Este país es el mejor lugar del mundo para invertir y hacer negocios. Y como hemos visto repetidamente durante los últimos ocho años, tenemos un sistema flexible y resistente que absorbe desafíos, hace correcciones y se recupera.

También resistiremos este desafío y lo haremos juntos. No es momento de partidismo. Trabajaré, tanto con demócratas como republicanos, para dirigir nuestra economía durante este momento difícil y retomar el camino hacia el crecimiento a largo plazo.

Tres aproximaciones:Paul Krugman en The New York Times

Para entender la crisis, el lector debe saber que el viejo mundo de los bancos, en el que instituciones instaladas en grandes edificios de mármol aceptaban depósitos y prestaban ese dinero a clientes de largo plazo, en gran medida ha desaparecido, reemplazado por lo que se conoce como "sistema bancario fantasma".

Los bancos depositarios, los de los edificios de mármol, ahora tienen un papel menor en canalizar los fondos de los ahorristas hacia los tomadores de créditos; la mayor parte de las transacciones financieras se realizan a través de complejas operaciones organizadas por instituciones "no depositarias", instituciones como el extinto Bear Sterns y Lehman Brothers.

El nuevo sistema supuestamente iba a ser más eficiente en distribuir y reducir el riesgo. Pero, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la consecuente crisis de las hipotecas, parece evidente que ese riesgo fue más bien escondido que reducido: había demasiados inversores que no tenían idea de lo expuestos que estaban. Y conforme las incógnitas desconocidas se fueron transformando en incógnitas conocidas, el sistema comenzó a experimentar corridas bancarias posmodernas.

Estas no se parecen a la versión tradicional: con pocas excepciones, no estamos hablando de multitudes de depositantes enloquecidos que corren a golpear las puertas cerradas de los bancos. Hablamos de actores financieros que con frenéticas llamadas telefónicas y clics de los mouse cierran una línea de crédito o tratan de reducir el riesgo de incumplimiento de pago. Pero los efectos económicos -congelamiento del crédito, espiral descendente en el valor de los inmuebles- son los mismos que los de las grandes corridas bancarias de los años treinta.

Tres aproximaciones:Federico Jiménez Losantos en Libertad Digital

Yo no sé, y nunca lo sabremos, si una cadena de quiebras gigantescas habría sido peor que esta intervención americana en defensa de todos los timadores político-financieros del mundo. Tampoco sabremos si habría sido mejor que lo que nos espera, que a mi juicio no puede ser bueno de ninguna manera. Lo razonable, desde el punto de vista liberal, es una lenta reconstrucción del escenario de ruina financiera internacional que se había dibujado ya con toda claridad. Si se premia a los que merecen castigo y se castiga a quien no lo merece, no es lógico pensar que el resultado sea positivo para la economía, para la política y para la ética. En este orden, sin duda.

Y temo que mucho más aún en el orden inverso: ética, política y economía. En lo ético, porque se premia de hecho la falta de ética a un nivel planetario y porque limitará a lo religioso y moral, abandonando la pretensión de controlar y limitar el descontrol de la Administración, cualquier protesta contra el saqueo de los bolsillos de los ciudadanos por una casta político-mediático-financiera que convertirá a mucha gente en antisistema. En lo político, porque el consenso socialdemócrata e intervencionista no sólo se va a reimplantar como paradigma único para todos los países avanzados, sino que incluirá el modelo estafador y delincuencial de un cierto tipo de dirigente político entre Clinton y Zapatero, entre Arkansas y México DF, entre Georges Soros y Carlos Slim.

Y en lo económico porque deja como únicas alternativas a corto plazo las tres que han fracasado en el siglo XX: el intervencionismo socialista a máxima escala, que ha sido el comunista; el socialismo a escala más limitada, que han sido el fascismo mussoliniano y la socialdemocracia; y el estatalismo proteccionista de derechas, que no deja de ser una variante de socialismo. En resumen: una triple derrota de la libertad; un paso que parece irreversible hacia el abismo de lo política y económicamente correcto; una catástrofe.

Ilustración, cortesía http://www.deliophotostudio.com/



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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