Al compás de las consignas: el ritmo del sinsentido
La población repite las consignas orientadas por las altas esferas, e incluso le pone ritmo de conga a algunas, pero también les añade ironía y burla
Por más de cinco décadas, Cuba se ha movido al compás de las consignas. El “arenguismo” y el “consignismo” han sido los géneros periodísticos más socorridos en la prensa gubernamental —y única— de la Isla.
El consignismo es cultura de masas. Es un gancho directo al hígado, para impedir que llegue el oxígeno a la cabeza pensante de la gente.
La masa popular repite las consignas orientadas por las altas esferas, e incluso, le pone ritmo de conga a algunas. Son las consignas “sinsignas”, aquellas que no dicen nada en sí, pero consiguen taladrar la psiquis colectiva hasta convertir a las personas en zombis.
Desde la apocalíptica “Patria o Muerte” hasta la apologética “Somos felices aquí”, las consignas se han convertido en parte de la vida de Cuba en los últimos 50 años.
Sin embargo, estos slogans, tan comunes allá como aquí pueden ser los de McDonald´s o Coca Cola, han sido blancos ideales del irrefrenable humor de los cubanos, incapaz de ser segado por la más implacable guadaña dictatorial.
En ocasión de un congreso del Partido Comunista, surgió una consigna que rezaba: “La fuerza del Partido radica en su vinculación estrecha con las masas”. Rápidamente hubo quien, para reflejar el abismo entre el nivel de vida de la clase gobernante y el cubano de a pie, le añadió: “...con las masas de puerco fritas”.
Cuando la campaña de Angola estaba en su apogeo, visitó la Isla Agostinho Neto, presidente del país africano.
Acompañado por el Comandante en Jefe, Neto recorrió las principales ciudades, incluida Santiago de Cuba.
En un acto público, los santiagueros, con su proverbial sentido de la conga, le enviaron un saludo a la tribuna: “Neto, Neto, Santiago te saluda con ‘afeto’ y con ‘repeto’”.
Meses después otro visitante africano llegó por aquellos lares. Se trataba de Julius Nyerere, presidente de Tanzania, aunque no tan conocido para los cubanos como Neto.
Los santiagueros le cantaron: “Nyerere, Nyerere, Santiago te saluda aunque no sabe quien tú ere”.
La Unión de Jóvenes Comunistas fue pródiga en consignas durante la época de Roberto Robaina.
En esa etapa proliferaron carteles en los que aparecían jóvenes sonrientes y debajo la leyenda “Somos felices aquí”. En respuesta, la gente añadió: “Imagínate allá”, en clara alusión al anhelo emigrante de miles de cubanos.
También de la cabeza del luego defenestrado Canciller surgió aquella de “Fidel, estamos contigo”. Aprovechando las tinieblas de un habitual apagón, alguien escribió “...muy bravos”.
¿Y los pioneros? ¿Serán como el Che? Sí,… asmáticos.
Martí también recibió lo suyo. Cuando arreció la crisis de los 90, los gobernantes acudieron al Apóstol para llamar a cerrar filas en torno al sistema.
“Quien se levanta hoy con Cuba, se levanta para todos los tiempos”, proclamó el Apóstol. La falta de alimentos llegó a niveles tan inusitados que corrió como pólvora la parodia: “Quien se levanta hoy con Cuba, se levanta, pero no desayuna”.
Seguidores del régimen corean en actos públicos “Pa´lo que sea, Fidel, pa´lo que sea”, pero hay quien asegura que detrás de esas palabras, pronunciadas con rapidez, se esconde un fuerte reclamo popular: “Pan aunque sea, Fidel, pan aunque sea”.
Frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana hay una enorme valla en la que aparece un miliciano vociferando: “¡Señores imperialistas, no les tenemos absolutamente ningún miedo!”.
La respuesta del humorista anónimo fue demoledora: “…pero les tenemos una envidia…”
Y qué decir de la lapidaria Patria o Muerte, sustituida años después por la aún más patética Socialismo o Muerte... valga la redundancia.
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