Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Emigrantes, Costa Rica, Cubanos

La ruta de los varados

La descripción de un viaje costoso y lleno de peligros, donde la inseguridad es la condición imperante en cada momento

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Guanacaste es la segunda provincia más extensa de Costa Rica, es también la más deshabitada. Al oeste del país se abre ampliamente al Pacífico, pero en su límite norte choca con Nicaragua. Justo ahí, en ese borde oficial, el 15 de noviembre comenzó una pesadilla para más de mil cubanos rumbo a Estados Unidos.

Llegados de Panamá y tras un dilatado proceso en Inmigración el gobierno de San José facilitó ómnibus para que atravesaran el país. Pero en la frontera nicaragüense fueron recibidos por efectivos armados que lanzaron gases lacrimógenos a la procesión de hombres, mujeres y niños.

Luego del caos primero los cientos de cubanos permanecen varados, en un limbo diplomático y factual que se acerca a las dos semanas.

Yo estuve ahí

“Te voy a contar lo que viví personalmente, porque yo sí estuve en el enfrentamiento con los efectivos nicaragüenses”, comienza Alexei Oliva, uno de los 1.600 cubanos que arribaron al paso fronterizo de Peñas Blancas el 15 de noviembre.

“Sobre las 6:30 de la mañana nos encontrábamos en el límite fronterizo, —recuerda— y habían unos guardias del otro lado, no eran soldados del ejército ni antimotines. Gritamos que queríamos continuar. Ya habíamos recibido la noticia de que el Gobierno se negaba a dejarnos pasar, cuando habitualmente se lo permitía a miles de cubanos en nuestra condición antes. Valga apuntar que es el único país de la región que cobraba 82 dólares por el salvoconducto que te permitía continuar, ningún otro lo hace”.

Una línea en la vía divide las dos naciones. Basta un paso para estar en tierra nica o tica. Pero detrás de esa raya en el asfalto gravitan códigos, reglas, disputas.

“Nos decidimos a caminar hasta un puesto de inmigración que había como a 200 metros y ahí seguimos pidiendo nuevamente que nos permitieran continuar nuestro rumbo. Salió un oficial de inmigración, y nos dijo que iban a llamar ´arriba´ a ver qué se decidía con nosotros”, cuenta Alexei. Las horas pasaban sin una respuesta, y como casi todo el tiempo el recuerdo de su hijo y su esposa en la Isla ponía el gorrión a cantar.

La gente se puso ansiosa. Caminar era para ellos una declaración: busco un futuro mejor. Creyeron que caminando conmoverían a los guardas, una presión pacífica que era en verdad un ruego.

“Avanzamos por la carretera y cuando habíamos andado unos pocos kilómetros ya se encontraban policías antimotines bloqueando la calle —rememora—. Ahí volvimos a pedir que nos dejaran continuar… ¡Y quiero aclarar que no había ni un solo cubano armado, ni siquiera con palos o piedras! De pronto los soldados mismos dijeron que nos iban a mandar una cierta cantidad de guaguas para llevarnos a Managua y ahí tramitar el salvoconducto para seguir”.

Hubo aplausos. La esperanza da fuerzas amén de una larga caminata con niños y bultos a cuestas, amén de saber incierta la próxima frontera. Cada quien buscó un espacio en las cunetas. Esperar, esperar, esperar…

“Todo el mundo tranquilo, cuando de repente empezaron a tirar gases lacrimógenos contra nosotros y balas de gomas al aire. ¡Eso fue más que inesperado! Imagínate la situación: a una niña menor de un año le cayó al lado una bomba lacrimógena, su abuela la tenía cargada y empezó a soltar sangre por la boca. La gente se atemorizó y comenzó a correr para atrás, recuerdo muchas mujeres gritando. Otros estaban casi ahogados y con las caras quemadas. Reaccioné rápido, pude mojar un pulóver y usarlo como nasobuco”.

No todos corrieron con la suerte de Alexei. En la Isla el Gobierno no usa esa clase de métodos contra la población. Eso es para un cubano, algo que solo se ve en los reportes del noticiero. Estar envueltos en tal escenario era, mínimo, aterrador.

“Fue lo más desagradable que he vivido en mis 28 años. Nos sacaron como a perros; no escatimaron porque hubiera niños, mujeres embarazadas, o personas mayores. Fue sin piedad alguna… y lo más lindo es que dicen ser cristianos. En los carteles en las calles lo publicitan, y de cristianos no tienen un pelo, inhumanos sí son. Y cuando digo esto no hablo del pueblo de Nicaragua que nos apoyó, sino de su Gobierno”.

Los dientes de la diplomacia

Que soldados disparen contra civiles es siempre indignante. Que fuerzas nicaragüenses, bajo un gobierno sandinista, disparen a cubanos parece cosa de locos. Mi abuelo no entiende eso. En sus tiempos La Habana apoyó a la guerrilla primero y luego a la revolución nica como pocos lo hicieron. Ahora pagan con esto.

Quizá la abuela de un cubano agredido enseñó a leer a los padres de algún soldado agresor. Varios analistas señalan que la irritación de Managua responde al diferendo que inauguró con San José al comenzar la década. Pero eran cubanos contra los que arremetía. Los dientes de la diplomacia deben cuidar sus maneras para no morder al más débil.

Entre 2010 y la actualidad ambos Estados no han resuelto la disputa conocida como de Isla Calero en el que el presidente Daniel Ortega pretende una porción de tierra de tres kilómetros cuadrados actualmente bajo la soberanía costarricense.

De antaño también resurge un fantasma en la mismísima provincia de Guanacaste. Durante parte de la dominación del Imperio Español estaba integrada en buena medida a lo que se llamaba Provincia de Nicaragua. Otro rollo histórico que generó en 2013 reclamaciones por parte de Managua, rechazos desde San José.

Nueve días luego de iniciado el estancamiento los miembros del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) se reunieron extraordinariamente en El Salvador. La capital recibió además a los cancilleres de Ecuador, Colombia, México y Cuba, en su función de presidente de turno de la organización.

En la cita que los medios ya denominan SICA + 4, y en la que mediaron todos los gobiernos de los países por donde transitan los cubanos en su periplo a Estados Unidos trascendió la necesidad de buscar una solución integral al problema.

No obstante, Managua sentenció a través de su vicecanciller Dennis Moncada: “El gobierno de Nicaragua participa en este Encuentro ratificando su posición, definida desde el mismo día en que el Gobierno de Costa Rica, irresponsablemente, lanzó una invasión de migrantes ilegales cubanos sobre nuestro Territorio, violentando Soberanía y Acuerdos y Convenciones sobre Límites, Fronteras y Migración”.

El gabinete sandinista mantiene que San José se vale del agravamiento de esta crisis para legitimar la Ley de Ajuste y la política de “pies secos/pies mojados”; diseñadas por Estados Unidos como parte de las agresiones contra la Revolución.

En otra parte del comunicado Moncada expresó que ese país tiene la responsabilidad de corregir y cambiar la situación en curso, “aceptando, de una vez por todas, con realismo y seriedad, un Nuevo Tiempo, de Diálogo y Respeto, en las relaciones con América Latina y el Caribe”.

En palabras del jefe de la diplomacia salvadoreña, Hugo Martínez, el problema no son esos dos mil o tres mil varados (dijo en aquel momento, ahora la cifra se aproxima a cuatro mil), sino las medidas unilaterales que se toman para incentivar la migración de nacionales de un país, en clara referencia a la Ley de Ajuste Cubano que el próximo año cumplirá cincuenta años desde su entrada en vigor.

El cuerpo legal estadounidense suma esta crisis migratoria a sus hitos previos: Camarioca, 1965; Mariel, 1980; Balseros, 1994. Ahora, incluso, con la calificación por parte de Managua de que propicia amenazas para la seguridad nacional y regional.

Durante el encuentro SICA + 4 afloraron condenas y reproches contra el gran ausente: Estados Unidos. La embajadora de Washington en Costa Rica reiteró que su nación recibirá a todos aquellos cubanos que logren pisar territorio norteamericano. Nada nuevo.

La sede diplomática de La Habana en San José ha estado rehaciendo los documentos de identidad a quienes los perdieron durante el trayecto.

Noventa millas noventa veces

La política norteamericana de recibir, excepcionalmente, a los emigrantes cubanos que logren pisar territorio de Estados Unidos estimuló hace años la construcción de balsas rústicas, el tráfico humano y ahora los viajes a Quito. La capital de Ecuador se ha convertido en el trampolín inicial para “brincar” al sueño americano.

De Quito a la frontera colombiana se pasan unas nueve horas en ómnibus y las dificultades no son muchas. En Colombia empiezan a complicarse las cosas.

“Ahí es donde los policías llamados ´retenes´ comienzan a quitarle billetes a los cubanos: cada vez que se encuentran con uno con mucha suerte le piden 50 dólares, la mayoría pide 100. En ese tramo es donde gran parte de nosotros perdemos la mayor cantidad de dinero. Yo vengo desde allá junto a otros cuatro, y tuvimos bastante suerte: cruzamos Colombia en tres días”, asegura Alexei.

Él inició el paso hacia Panamá en lancha, desde Necoclí. Lo dejaron en un lugar donde hay una montaña con más de mil metros de altura. Los cubanos se hacen alpinistas porque al otro lado está Playa La Miel, territorio panameño.

En Youtube pululan testimonios de camineros cruzando la elevación, asistidos apenas por gajos y raíces.” Es muy peligrosa porque al bajarla te enfrentas a un barranco —dice—. Una muchacha como de 18 años que iba delante de mí guiando a sus padres cayó unos diez metros. Solo se desmayó y estaba magullada por donde quiera; gracias a Dios no hubo males mayores”.

Como si aguardaran su llegada abajo policías de Inmigración recogen los pasaportes. Con toda la calma del mundo los regresan horas después. Queda pagar 20 dólares a los lancheros que llevan de grupo en grupo a los cubanos hasta Puerto Obaldia. Allí se efectúan las diligencias oficiales necesarias para atravesar el país.

“En ese sitio permanecimos dos días. Éramos como 800 esperando a que finalizaran los trámites para seguir. Y de ahí solo se puede salir en barco o en avionetas hasta la capital”. Los oficiales de Inmigración que recibieron a Alexei en el aeropuerto le informaron que tenía 72 horas para salir del país istmeño. Un ómnibus lo llevó luego de diez horas de carretera hasta Paso Canoa, es decir, la frontera con Costa Rica.

“Cuando llegas a ese lugar cruzas por una calle normal, llena de casas y tiendas. O sea: ni te das cuenta que estas en otro país, vi pocos policías. Ahí se hacían unas listas de 25 nombres al día para entregarlas a las autoridades costarricenses, pero al haber tantos de nosotros —como 1.600— pues tramitaban 200 diarios”.

Alexei y sus compañeros de viaje se hospedaron en hostales aguardando por los permisos correspondientes. Recuerda que continuaba llegando y llegando gente. La situación se hizo insoportable por el cúmulo de cubanos, aunque el flujo de personas aminoró cuando, por esos días, una red de tráfico humano fue desactivada.

Setenta y dos horas demoraron las visas de San José; tampoco fue un lecho de rosas. Los camineros se desesperan rápidamente: temen que la Ley de Ajuste Cubano se derrumbe el día menos pensado. Desde el 17 de diciembre último la cantidad de emigrantes de la Isla hacia el país norteño se elevó exponencialmente por todas las vías posibles.

El nervio colectivo se dispara porque se acerca otra de las habituales conversaciones semestrales entre funcionarios de Washington y La Habana. En las Oficinas del Departamento de Estado, hoy 30 de noviembre, dialogarán sobre el narcotráfico y el tema del momento: migración.

Así estaban los ánimos cuando luego de incesantes protestas en Paso Canoa Alexei y otros recibieron sus papeles. Las ocho horas siguientes en una guagua a Peñas Blancas no eran sino el preludio de una espera mayor.

Gracias Costa Rica

Si los balseros, populares en los 90, debían cuidarse de los tiburones estos camineros que transitan como mínimo siete países están a merced de un cardumen de narcos, guerrillas y mafias. Un desorden tan bien organizado que dinamita Estados. Colombia, Honduras y México, por solo citar tres, califican en ese aparte.

Conociendo tal situación la comunidad cubana residente en Costa Rica se ha sumado a los esfuerzos gubernamentales para dar refugio a los emigrantes entre tanto la diplomacia cumple con lo suyo. Omar Soto, quien hace menos de un año vive en San José, lo confirma:

“En todo el país los cubanos compran cosas y se las llevan para allá, para Guanacaste… y el gobierno de Costa Rica ha invertido bastante dinero en asistencia a los varados que continúan llegando”.

Omar me cuenta que recientemente su cuñado, Liban Armada, manejó hasta esa provincia norteña a 280 kilómetros de la capital, para llevar algunas provisiones, sobre todo alimentos. Él y la esposa de Omar también nacieron en la Isla y lideran una iglesia evangélica con varios años de fundada.

“Tanto el Gobierno como congregaciones cristianas se han solidarizado con nosotros. Nos están brindando desayuno, almuerzo y comida, aseo personal, ropa, zapatos, juguetes para los niños, asistencia médica y medicamentos. Todo gratis”, reconoció Alexei.

Los ciudadanos ticos también se han interesado por la ventura de los cubanos.

Karolina Chávez es una joven que vive en Guanacaste, y es graduada en Administración de Empresas por la Universidad Nacional. Su casa queda a media hora de un campamento, y cuenta entre los sitios que habitualmente recorre, de modo que en los últimos días la crisis humanitaria se ha integrado a su rutina.

“Una gran parte del grupo está en La Cruz, que es el lugar más cercano con la frontera, queda a cinco minutos de ahí; otros están en Liberia, la capital provincial”, relata Karolina. En esa ciudad conversó con unas integrantes del grupo tan citado estos días. Las mujeres le manifestaron que simplemente “esperaban”, como si se tratara de algo ineludible.

Las condiciones en la docena de campamentos habilitados para los camineros no son malas. En esas instalaciones facilitaron colchones, platos, jarras plásticas y colchas nuevas que en algunos casos les comunicaron podían conservar cuando se marcharan.

“En varios campamentos también están haciendo casi todos los días actividades culturales y preparando torneos de béisbol y fútbol entre costarricenses y cubanos. Aquí ya somos como tres mil”, puntualizó Alexei.

Si bien el presidente tico Luis Guillermo Solís ha priorizado la atención humanitaria, la gran mayoría de los varados desea llegar a Estados Unidos donde gracias a la política de Washington, los cubanos que pisen suelo norteamericano reciben al año el permiso de residencia.

Aun así, se comenta que San José le otorgó asilo a más de una decena de isleños, incluyendo niños. Algunos optan por lo que se perfile seguro en las condiciones actuales y aplican aquello de que vale más pájaro en mano que cien volando.

La prensa de ese país centroamericano no deja de hablar del tema, tanto como en Cuba en las reuniones familiares. A la semana de iniciada la crisis los medios de la Isla tuvieron permiso para reportar sobre la situación.

Felizmente, el interés mediático que el caso despierta en la región pudiera brindar un poco de protección al grupo en caso de que pueda continuar su periplo. El seguimiento de las cámaras y reporteros alejaría a depredadores como las bandas criminales que secuestran y extorsionan por toda Centroamérica.

En la reunión de cancilleres del día 24 Nicaragua no accedió a darle paso a los camineros. Eso ha hecho decaer los ánimos en los campamentos, pero los gobiernos de Costa Rica y los otros países que se encuentran en la ruta hacia el norte manifestaron su intención de ayudar.

Ahí Alexei y los suyos encuentran la esperanza, el optimismo: “mantenemos nuestra fe firme en que todo saldrá bien”.


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