Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Médicos cubanos a Brasil, intereses profesionales y politiquería

Ni trabajo tan esclavo ni intención tan amorosa

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El anuncio del envío de 4.000 médicos cubanos a Brasil ha desatado una agria polémica en el gigante suramericano, con rechazo absoluto por parte de gremios profesionales y acusaciones que rozan el surrealismo, mientras grupos pro-castristas les dan la bienvenida.

Brasil necesitaba 14.500 médicos para cubrir necesidades, pero solamente estaban disponibles mil brasileños, por lo que el gobierno buscó opciones en el extranjero. Los colegios médicos brasileños defienden sus intereses profesionales, que se podrían ver afectados por la llegada no solamente de cubanos, sino también chilenos, españoles, uruguayos, portugueses y de otras nacionalidades.

Sin embargo, recordar ahora, y sólo ahora, las duras condiciones de trabajo de los médicos cubanos enviados a ejercer en el extranjero, tema que muchos brasileños olvidan mientras disfrutan mojitos en Varadero, persiguen jineteras en El Malecón, o visten camisetas con la imagen de Che Guevara, podría parecer conducta hipócrita. Y alegar problemas de idioma, como si en Brasil se hablara amárico, farsi o kosovar, suena a tremendismo y pataleo de ahorcado. Los cubanos no son tontos: en Angola, Mozambique, Guinea Bissau, Sao Tomé y Príncipe, o Timor Leste, lograban entenderse en “portuñol” con los nacionales de esos países. Y yo he visto en Argelia médicos cubanos trabajando con un rudimentario diccionario elaborado por ellos mismos, donde para cada palabra en español tenían la pronunciación aproximada en francés y árabe, y nunca dejaban de atender a un paciente.

De la misma manera, que los Colegios Médicos en Brasil “olviden” que hay más de setecientas ciudades en el norte del país donde prácticamente no se ofrece atención médica, o se ofrece poca y de baja calidad, porque los ilustres galenos brasileños no están interesados en ejercer en esas áreas, no reporta demasiados puntos morales a favor de la protesta por la “invasión” cubana del ejército de batas blancas.

A pesar de las extraordinarias limitaciones materiales y técnicas en que trabajan los médicos cubanos dentro y fuera de Cuba, acumulan experiencias de trabajo de campo en casi sesenta países, además de en condiciones catastróficas tras huracanes, terremotos o epidemias, y esas experiencias que dan a los galenos cubanos sólidas posiciones en campos de la medicina tropical, prevención, asistencia masiva, o utilización de “medicina verde”, muy prácticas al ejercer en el Tercer Mundo.

No soy yo quien defenderá las abusivas condiciones de trabajo en que la dictadura envía a trabajar a los cubanos al extranjero, profesionales o no, pero los médicos cubanos no salen encadenados hacia Brasil: eso es material de telenovelas. Los cubanos van a trabajar al extranjero espoleados por las dificilísimas condiciones en que viven en Cuba y las posibilidades de obtener en esas misiones exiguos recursos para mejorar las condiciones de vida de ellos mismos y sus familias en Cuba, y por un tiempo recibir oxígeno en el extranjero. Pero no es más “esclavo” el trabajo de un médico cubano en el exterior que el de un ingeniero en una fábrica de La Habana, un veterinario en la ganadería de Matanzas, o un arquitecto en la construcción en Las Tunas. Y en Brasil no abundan las protestas contra esas realidades.

Nada de lo anterior justifica la dictadura totalitaria por más de medio siglo en Cuba, la represión ni el permanente secuestro de libertades y derechos de los cubanos en todas partes. Y si un análisis serio debe reconocer que los médicos cubanos en Brasil, como dice el régimen, “ayudarán a los más pobres” y trabajarán “donde no hay galenos”, también hay que rechazar tajantemente el sofisma de que “reciben la totalidad de sus salarios y tienen protección para sus familias en salud y educación y toda la tranquilidad y seguridad cuando trabajan en otros países”.

Reciben “la totalidad de sus salarios” en devaluados pesos cubanos, pero no recibirán la totalidad de lo que pagará Brasil por sus servicios, diez mil reales mensuales por cada uno (algo más de cuatro mil dólares). La diferencia entre el pago al gobierno cubano —con la complicidad de la Organización Panamericana de la Salud— y lo que recibe el médico se la apropia el régimen, en un escandaloso robo del trabajo ajeno, gracias a los “derechos” de la dictadura totalitaria sobre sus medios básicos, en este caso los cubanos. En un año serán alrededor de doscientos millones de dólares para la dictadura —no para Cuba— de los que solamente una pequeña parte irá a manos de los médicos cubanos en Brasil para subsistir precariamente y ahorrar lo que puedan con la intención de mejorar su vida y la de sus familiares.

Además, eso de que los galenos cubanos tienen “toda la tranquilidad y seguridad cuando trabajan en otros países” no se lo cree ni la propia viceministra que hizo la declaración, a menos que lo de “toda la seguridad” se refiera a los segurosos encargados de vigilarlos mientras estén en el extranjero.

Declarar que el régimen “no exporta médicos, sino servicios de salud” es jugar con las palabras sin aportar demasiado: para exportar servicios de salud se exportan los médicos que los ofrecen, y aunque no sea así en Brasil, en otros países tal exportación incluye, además de médicos, enfermeras y personal técnico de apoyo.

Dijo la viceministra que “la motivación del Ministerio de Salud Pública de Cuba y de los médicos que optan por ir a esa hermana nación está basada en el interés recíproco de ambos países, la solidaridad y amistad con el pueblo brasileño”. Pero las motivaciones electorales del gobierno brasileño y las monetarias del régimen cubano no son las mismas que las de los médicos cubanos que ejercerán en Brasil. Hace mucho tiempo que los intereses y motivaciones del régimen y de los cubanos de a pie no coinciden.

Lo más escandaloso de todo lo declarado por la dictadura hasta ahora es la politiquería barata de decir que la misión médica en Brasil se realiza por solidaridad y amor a la vida. De ser así, debería solicitarse a los brasileños cubrir los gastos en que incurra el gobierno cubano en esta operación, y nada más.

¿Cómo es probable que termine todo esto? A pesar de las protestas en Brasil, y de su amplia repercusión en Miami, es de esperar que en el gigante suramericano suceda lo mismo que hace años en Venezuela: que la población humilde del país, con acceso a poca o ninguna atención médica hasta ahora, reciba a los cubanos como bendición del cielo.

Hace muchos años Fidel Castro se dio cuenta del extraordinario impacto político de ofrecer salud pública accesible a los desposeídos de otros países y de los beneficios que eso implicaba para el gobierno receptor, que sentiría agradecimiento hacia el gobierno cubano. Y ese cálculo político ha guiado el accionar de La Habana durante casi medio siglo, a costa de las necesidades de los cubanos.

Cualquier ser humano con un familiar enfermo y sin asistencia médica se encomendará al médico cubano que pueda ayudarle, y le agradecerá eternamente, sin ir a preguntar al Colegio Médico sobre eventuales limitaciones de calificación o criterios de rechazo de quienes salvan la vida a sus seres queridos.

Mientras no se aprenda eso, se seguirá sin haber aprendido demasiado en la vida.


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