Compraventa de viviendas en Cuba, ¿un sueño hecho realidad?
Expertos creen que la apertura del mercado inmobiliario atraerá dinero, particularmente de exiliados cubanos que quieren mejorar las condiciones de vida de sus familiares que viven en la Isla o incluso que puedan apostar a que en un futuro puedan volver a su país
“Vendo mi casa”, exclamó a viva voz la cubana Margot mientras hacía cola en una notaría de La Habana para negociar su vivienda, algo que era impensable en un país donde este trámite fue ilegal durante más de cinco décadas.
Al igual que la empleada estatal de 54 años, muchos Cuba apenas creen que desde la semana pasada pueden obtener dinero de su propiedad o comprar vivienda, tal vez la medida más popular de las más de 300 emprendidas por el presidente Raúl Castro para mantener a flote la economía, informó Reuters.
Quienes han vivido con la prohibición de comprar y vender libremente cualquier cosa desde la revolución cubana de 1959, hoy celebran el cambio que sigue al permiso de negociar autos y otras aperturas para estimular los negocios privados.
“Esto es el ahora o nunca. Es una oportunidad y hay que arriesgar para conseguir mejorar en la vivienda”, dijo Margot, quien amaneció el jueves en una notaría para vender su casa grande y comprar otra pequeña a cambio de dinero cuya cuantía no quiso revelar.
Más del 80 % de los 11,2 millones de habitantes de la Isla son dueños de sus viviendas, por las que pagaron al Estado bajísimos precios en moneda nacional y en pequeñas cuotas mensuales de alrededor de 50 pesos cubanos (unos dos dólares al cambio actual).
Pero conseguir nuevas viviendas no es fácil y el mismo Gobierno ha admitido que Cuba sufre un déficit habitacional de más de 600.000 unidades.
Hasta la entrada en vigor de la nueva resolución, los cubanos solo podían intercambiar sus casas con similares características en un mecanismo que se conoce como “permuta”.
Ahora, con el título de propiedad en mano, los interesados deben acudir ante notario público y se les ha ampliado la gama: pueden comprar, vender, permutar, donar y adjudicar su vivienda por divorcios, fallecimientos o salidas definitivas del país, según la resolución.
Una novedad es que los que decidan residir fuera de la Isla no están obligados a entregar su casa al Estado, como ocurrió durante medio siglo, sino que tienen derecho a vender o donarla antes de viajar.
Quieren dinero
“La permuta ahora se pone difícil, la gente lo que quiere es vender para tener algún dinero. Hay quien tiene una casa grande pero no tiene qué comer”, dijo Santiago, un agente inmobiliario que pasó horas desde hace años en el céntrico Paseo del Prado, en La Habana, trabajando en una especie de bolsa informal.
Pero el jueves por la mañana, el Paseo del Prado, donde a menudo llegaba gente de todos los municipios de La Habana y hasta de otras provincias para buscar “permutas”, estaba casi desolado.
Unos pocos carteles rústicos describían casas en venta o propuestas de intercambios.
La compraventa funcionaba de forma ilegal y, por consiguiente, con pocas garantías para las partes. Corregir la galopante corrupción que eso generó y que llevó a sobornos a más de un funcionario es uno de los objetivos de la medida.
Muchos cubanos la esperaban desde que Raúl Castro reemplazó a su convaleciente hermano Fidel en 2008 y les pidió que expusieran sus quejas y problemas en reuniones a los que los convocó en centros de trabajo, estudio o barrios.
Según Santiago, “la permuta” va a desaparecer porque a la gente lo que le interesa es el dinero.
“Unos para irse de Cuba y otros para quedarse. Ayer empecé un negocio con el dueño de una casa en la playa de Guanabo pero el tipo quiere 100.000 euros por su casa”, dijo frunciendo el ceño, en alusión a los bajos salarios en la Isla.
Su comentario sacó a relucir ciertas realidades a las que se enfrentarán en lo adelante los cubanos: poco dinero para comprar o ventas que demoren mucho tiempo por precios que pocos estén dispuestos o puedan pagar en un país donde el salario promedio es de 410 pesos (unos 18 dólares) mensuales.
Un apartamento de tres habitaciones en el céntrico barrio del Vedado costó a su dueño 18.000 pesos cubanos (alrededor de 750 dólares), cantidad que pagó cómodamente en plazos al Estado. Pero ese propietario ahora podría quizás intentar vender el mismo apartamento en unos 40.000 dólares.
Cubanos exiliados, la esperanza
La esperanza, en parte, serían los cubanos que viven en el exterior o extranjeros interesados en tener bienes en la turística Isla.
“Ahora viene gente que quiere comprar apartamentos chiquitos por 4.000 o 5.000 dólares, pero las ofertas que traen aquí superan en varios miles esa cifra”, dijo un poco abrumado Arístides, otro agente inmobiliario informal.
“Figúrate tú, quién en Cuba tiene ese dinero”, se preguntó. “Nadie”, se respondió unos segundos después.
No obstante, dijo que algunos se le acercan porque tienen familiares en Estados Unidos que quieren invertir en la Isla.
Las medidas de permitir la compraventa de viviendas y coches llegan en un momento en el que el Gobierno trabaja en una esperada reforma migratoria, un pedido a gritos en los últimos años.
Expertos creen que la apertura del mercado inmobiliario atraerá dinero, particularmente de exiliados cubanos que quieren mejorar las condiciones de vida de sus familiares que viven en la Isla o incluso que puedan apostar a que en un futuro puedan volver a su país.
De darse ese flujo de capital, tendría amplia repercusión para la economía cubana por la inversión de dinero en remodelaciones y construcciones que se traduciría en más recursos para colocar en negocios privados, agregaron.
“Uno de mis clientes quiere vender un apartamento que no usa en unos 10.000 dólares. Dice que con la mitad puede hacer una cafetería ‘con todas las de la ley’”, dijo Arístides, el agente ilegal.
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