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“La ventana de cristal”, un libro de imprescindible lectura

Con un lenguaje sencillo y directo el autor desarrolla una narración lineal que traspasa las fronteras del tiempo en sabio corte transversal de la sociedad cubana

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Personajes que caminan, respiran, comen, sufren, disfrutan, aman o se dejan amar y sobreviven bajo el sofocante verano cubano son los que desfilan día a día por el cuadrilátero de una ventana por la que atisbamos como testigos omniscientes sus pesares, preocupaciones, proyectos de vida y sueños casi inalcanzables, ora con resignación, ora con inconformidad en la Cuba de 1990. Es la vida del cubano de a pie del llamado “período especial” —crisis económica iniciada a principios de los noventa— que el escritor Pedro Pablo Pérez Santiesteban (Holguín, Cuba, 1957) nos narra en su reciente entrega: La ventana de cristal, libro en el que refleja, con estilo de guión cinematográfico, la complejidad de estos seres humanos que poco a poco tomarán forma y contextura definida para mostrarnos sus vicisitudes en el diario acontecer de la Isla.

Desde Eduardo, el joven actor que ensaya una obra teatral, hasta la Abuela Paca; una suerte de fiel vasalla comunistoide adepta al régimen político-social imperante, desfilan uno a uno los protagonistas de esta sencilla pero al mismo tiempo abarcadora obra, que en solo cien páginas plasma la triste y dura realidad que le tocó vivir al cubano medio en esos violentos años de absoluta escasez.

Con una crudeza inusual en la Literatura cubana post revolucionaria, el autor toca con pinceladas directas y profundas el comportamiento de Wilfre, un homosexual atraído por un hombre, quien en su diario andar desarrolla una estrategia para despertar su interés, la reacción de rechazo que provoca en el vecindario la súbita aparición de este gay al ocupar un apartamento cuya legalidad queda en la incertidumbre, el cambio paulatino de los vecinos hacia “el de las pestañas largas”, logrado a base del descubrimiento de su nobleza de corazón hasta llegar a la aceptación plena y al cariño; defensa abierta del escritor ante comportamientos homofóbicos que permearon y aún permean, aunque en menor medida, el criterio de las altas esferas gubernamentales ante la orientación sexual del individuo en una sociedad sometida y dominada por una férrea dictadura ultraconservadora.

Hay personajes cuyas características psicológicas reflejan con más fuerza las contradicciones internas de sus arquetipos, otros son ligeros trazos que definen simples esbozos pero que aún así, devienen contundentes denuncias de una situación que marcó de alguna manera la vida de los cubanos que vivimos esa etapa, enunciada transitoria en un discurso del dictador cubano pero que hoy, a veintiún años de su terrible aparición —justificada por la agudización del embargo de los Estados Unidos contra la Isla pero efecto directo de la caída del campo socialista— todavía persiste en Cuba.

Son personajes que cobran vida y fuerza como la misteriosa Camila, la joven desequilibrada mental que pasea por las calles habaneras su desnudez de alma con la misma simplicidad con que exhibe, sin pudor y sin maldad, su desnudez de cuerpo, para desencadenar al final en algo más que un personaje.

O Arturo, el hacedor de pizzas, quien obligado por las circunstancias de un despido casi masivo en su empresa tuvo que acudir, como muchos profesionales, a otras alternativas que garantizaran de un modo u otro su subsistencia y la de su familia.

O el elenco de actores y actrices que dirige Emilio, el director de una película cuya realización es insegura debido a la falta de un presupuesto económico para llevarla a cabo o La Bailarina, otrora figura del Ballet Nacional de Cuba y cuya tendencia a ganar sobrepeso le costó la expulsión del único lugar que le garantizaba un buen nivel de vida al que siempre estuvo acostumbrada y que ahora debe acudir a clases particulares de baile a dudosos alumnos del área capitalista para seguir mintiendo piadosamente a su hija Amanda, una dulce niña que sueña con volver a ver a su padre que supone vive en Miami pero quien perdió la vida en las peligrosas aguas del Estrecho de la Florida en un inútil intento por llegar a “tierras de libertad”.

Con un lenguaje sencillo y directo el autor desarrolla una narración lineal que traspasa las fronteras del tiempo en sabio corte transversal de la sociedad cubana , un libro de lectura necesaria para no olvidarnos de un período histórico que muchos de los que hoy vivimos en Miami y en otros lugares del mundo sufrimos en carne propia; la desazón de una etapa que laceró nuestra dignidad y nos hizo recurrir a vías antes nunca exploradas para continuar sobreviviendo la carga diaria de la existencia humana en una Cuba empobrecida hasta límites no imaginados.

La ventana de cristal es un libro de lectura imprescindible, una especie de caleidoscopio que el autor ha concebido como guión cinematográfico a través del cual nos asomamos a la intimidad de nueve personajes, arquetipos de una población paupérrima despojada de los más elementales derechos humanos y de todo lo que represente comodidad en su devenir cotidiano, el cubano que bajo la opresión de un régimen político asfixiante y la escasez generalizada de lo más necesario para hacer más llevadera su existencia deja aflorar sus sentimientos más negativos en una especie de defensa salvaje para subsistir.


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