Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Humor

«Soy un bongosero que dibuja caricaturas»

Las dos caras de Arístides Pumariega, uno de los humoristas gráficos más populares de su generación. Vea la galería

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¿Cuántos cubanos se sumaron a la revolución sin creer en ella? Arístide, uno de los humoristas gráficos más populares de su generación, creador del personaje Subdesarrollo Pérez y director artístico de la revista Opina, nos contó qué lo hizo ponerse al servicio de un capataz en el que nunca creyó, y de los malabarismos para hacer humor en Cuba.

"No bastan la actitud ni el orgullo, decide la infancia", afirmaba Sartre. Arístides Pumariega Montes nació en Madruga, un pueblo musical y politiquero, en el hotel de su abuela, un caserón inmenso con diez cuartos para jugar y un balcón desde donde veía llegar a los circos y a los políticos, y escuchaba los danzones que salían del Liceo. Imágenes de un mismo folklore que conformarían su universo.

Su madre era una católica que no iba a misa; su padre, masón; su nana, una negra que pedía a sus orishas por el niño blanco. De bombachos dibujaba historietas, aunque soñaba con ser músico, escritor, no sabía qué. Sólo quería que lo aplaudieran. Con la moda de Pérez Prado formó Los Jóvenes del Mambo (un clarinete amarrado con alambre, un bajo con comején, un cantante gago), y supo que sería bongosero.

Las manos de rezar

A sus diez años, ya en La Habana, en el barrio bonito de Santo Suárez, en el colegio Maristas, en misa de domingo, arrodillado, las manos juntas pero sin rezar, comenzó su entrenamiento para la doblez, el disimulo. Cuando terminó el bachillerato, entró en la Escuela de Periodismo. No creía que tenía talento. La vida le tiraría una trompetilla.

Los periódicos eran candela. Hasta Batista había anunciado que cuando dejara la presidencia iba a incursionar en el periodismo, y el sarcástico Vierita, desde la revista Bohemia, le había advertido: "Presidente, no se vaya a quedar con el país" ( El País era un periódico de Hornedo). Cuba era un polvorín. Los jóvenes morían en las calles. Pero a Arístide no le interesaba la revolución.

Había visto a Fidel llegar en su Chevrolet café con leche (gemelo del de su padre) al caserón de Madruga. Lo había visto estrechar manos, politiquear como aspirante a representante por la ortodoxia. Para Arístide, los políticos eran como las rumberas del circo, imágenes desde el balcón, y él no se iba a morir por quien no creía.

Cuando en la huelga de 1958 cerraron la Escuela de Periodismo, se encogió de hombros, agarró el bongó y se unió al combo de Senén Suárez. Un año en Tropicana, otro en La Red. Apenas dormía, una cerveza para la cruda, Glostora para el pelo lacio, y a la Ford, a vender autos. Había logrado convencer a la Ford de que comprara aceites a la Shell, y a la Shell de que comprara autos Ford. Con 21 años se vestía a la medida, disfrutaba cada noche habanera como si fuera la última.

Las manos de aplaudir

Pero Batista huyó, y Fidel, con la paloma al hombro, convenció a un pueblo, y Arístide juntó las manos, pero sin aplaudirlo (como en la misa). Y volvió a la Escuela de Periodismo, justo cuando a los estudiantes de quinto año les entregaban el recién ocupado diario Alerta. Oportuno, volvió a sus historietas infantiles, dibujó un cocodrilo que despertaba de un largo sueño y se comía a los enemigos. ¡Fue un éxito político! Nacía el caricaturista Arístide (los cubanos no pronuncian la "s").

Nunca había recibido clases de dibujo, pero lo nombraron caricaturista de Combate, el diario del Directorio Revolucionario. Era 1959, la revolución parecía "verde como las palmas", comenzaban las reformas agraria y urbana, la justicia social, y el bongosero aplaudió por rebeldía, porque no le gustaban los ricos; el pueblo simple, el de abajo, el toca tambores, ese era el suyo. La desconfianza al politiquero del Chevrolet café con leche se le fue olvidando.

Pero llegaron los CDR, el pueblo vigiló al vecino, cerraron los casinos, prohibieron la Navidad, recogieron vitrolas, putas y maricones, y el bongosero tuvo miedo, mientras su otro yo, el caricaturista, dibujaba una manzana (de la ciudad) de la que salía un gusanito, "a sabiendas de que estaba golpeando a sus compañeros de los Maristas". Su ilustración fue portada de Combate. Los aplausos pueden más que la fidelidad.

Por roja que sea Caperucita

Pero cerraron Combate. Todas las publicaciones quedaron bajo la orientación del COR (Comisión de Orientación Revolucionaria), y al caricaturista lo mandaron para un semanario que se llamaría Palante y Palante (1961), con René de la Nuez, Fresquito, Wilson , Chago y Évora Tamayo. Respondería directamente al Partido. El lobo tendría que vestir la capa roja de Caperucita.

Los inquisidores no le quitaban el ojo de encima, su personaje el Popiao, una sátira del Pop Art, que publicaba a doble página la revista Bohemia, les pareció extranjerizante. Más tarde, La Bobocracia (una crítica a la burocracia) también fue eliminada. ¿La causa? Comenzaron a reproducirla en el Pravda de Moscú, y ya estaba en marcha la Microfracción. Por roja que vistiera Caperucita, sospecharían del lobo.

Arístide seguía en Palante, fundaba semanarios humorísticos en otras provincias, tenía un espacio en el estelar de televisión Música y Estrellas, representaba a Cuba en la Expo de Montreal '67. Cuando a De la Nuez le dieron la dirección de Palante, y lo nombró su director artístico, se sintió seguro, creó Subdesarrollo Pérez, el personaje más auténtico, satírico, provocador de la revolución cubana.

¿Por qué Subdesarrollo Pérez?

Torriente tuvo a Liborio, Abela al Bobo, Silvio al Reyecito. A mí, en cambio, me castraron el Popiao, soñaba con crear mi personaje. Estaba sonando la película Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, y me dije: "ya tengo el tipo que busco". Subdesarrollo Pérez se burlaría de la autoridad, de la cosa cuadrada, del machismo cubano. Era descarado, machista, oportunista, para hablarte claro, Subdesarrollo era yo mismo.

¿Usted tiene los defectos del personaje?

Los defectos y las virtudes, y no sólo yo, la mayoría de los cubanos los tienen, aunque no lo reconozcan. Subdesarrollo ve a un negro con una blanca, y dice: "gracias a la revolución terminamos con la discriminación", y cuando llega a su casa se encuentra a su hija jugando con un negrito, y le advierte: "cuando te vuelva a ver jugando con el negrito, te mato". Denunciaba que había discriminación y la practicaba, ¿a quién se te parece?


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Arístides Pumariega (Arístide)Foto

Arístides Pumariega (Arístide). (AL)

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