¿Un problema para cada solución?
Juan Antonio Blanco | 16/09/2008 0:45
Nota Verbal de la Sección de Intereses de Cuba en Washington que fue entregada al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América a las 8:15 pm de hoy, 14 de septiembre de 2008
La Sección de Intereses de la República de Cuba de la Embajada de Suiza saluda al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América en ocasión de referirse a su Nota No. 256/19, de fecha 13 de septiembre de 2008.
La Sección de Intereses de Cuba en Washington desea comunicar al gobierno de Estados Unidos que nuestro país no puede aceptar una donación del gobierno que nos bloquea, aunque está dispuesto a comprar los materiales indispensables que las empresas norteamericanas exportan a los mercados, y solicita la autorización para el suministro de los mismos, así como de los créditos que son normales en todas las operaciones comerciales.
Si el gobierno de Estados Unidos no desea hacerlo definitivamente, el de Cuba solicita que al menos lo autorice durante los próximos seis meses, en especial si se toman en cuenta los daños ocasionados por los huracanes Gustav e Ike, y que aún faltan los meses más peligrosos de la temporada ciclónica.
La Sección de Intereses de la República de Cuba de la Embajada de Suiza aprovecha la ocasión para reiterar al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América el testimonio de su consideración.
Washington, 14 de septiembre de 2008.
¿Un problema para cada solución?
Estamos, como dijo mi amigo Oscar Visiedo, ante una situación nueva que reclama ideas nuevas. A la larga el país saldrá a flote. Pero hay una manera de entender y ejercer el poder que la pasada semana se ahogó sin remedio en algún río crecido. Esta crisis no es gobernable desde los criterios estatistas y verticalistas que rigieron hasta el 8 de septiembre.
¿Recuerdan cuando una vez hablamos del Titanic? Ya no es una metáfora.
La Habana debía prestar menos atención a sus pases de florete con Washington y concentrarse en pensar cómo puede gestionar un flujo de donaciones masivo para enfrentar las tareas de la reconstrucción. En vez de rechazar –como ya hizo ayer domingo- los cinco millones en ayuda directa humanitaria ofrecidos el sábado por Estados Unidos, debería procurar el modo de ampliarlos. En lugar de desalentar los envíos de remesas, subiendo los precios de los productos en CUC en medio de esta emergencia, debería buscar el modo de incrementarlos ofreciendo incentivos como mejorar la tasa de cambio y reducir el costo de su envío.
No es necesario aportar melodramas cuando vivimos un drama genuino.
Las burocracias en todos lados son expertas en encontrarle un problema a cada solución. Pero quizás podamos contribuir a que Estados Unidos y Cuba actúen de forma más razonable en esta ocasión. Muchos vienen ya intentándolo en la diáspora, tendiendo puentes por encima de heridas que aún no han cicatrizado, conteniendo odios y posponiendo la discusión de discrepancias de gran calado. Hace falta que en la isla todo cubano sensible -sea cual sea su militancia, ocupación o jerarquía-, se disponga a dar la batalla para que ningún prejuicio se interponga allá entre los damnificados y toda la ayuda disponible. Nadie –ni en Cuba ni en Estados Unidos- debe permanecer pasivo si se afecta a las víctimas en nombre de retorcidos criterios ideológicos.
El gobierno cubano no tiene derecho a negarse a recibir una ayuda de la que no es destinatario, sino va dirigida a los damnificados por los huracanes. En vez de pedir el levantamiento de restricciones crediticias a Washington –que bien saben no podrían luego pagar- deberían apoyar los llamados de la diáspora cubana en Estados Unidos a levantar, al menos temporalmente, las restricciones existentes al envío de remesas o donaciones y facilitarlas librándolas, también temporalmente, de aranceles y otros gravámenes.
El tema del envío de una comisión evaluadora -que motivó el rechazo de La Habana pese a constituir una práctica estandarizada de los Estados Unidos - tampoco es asunto insalvable. Si Cuba ha aceptado ya una comisión evaluadora mexicana, y otra venezolana, bien puede ofrecer una fórmula alternativa para que los técnicos de Estados Unidos operen de algún modo también. Un team estadounidense compuesto por tres o cuatro expertos no plantea ninguna amenaza a la seguridad cubana, ni representa una humillación para nadie. Esos expertos podrían, por ejemplo, integrarse a una comisión multinacional evaluadora que pudiera ser presidida por la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria (OCHA) de Naciones Unidas. Asi podrian hacer su propio informe para Washington aunque participasen en la redacción de otro colectivo con expertos de otras nacionalidades. El asunto es buscar soluciones a cada problema y no a la inversa.
La diáspora ya envía cerca de mil millones anuales en remesas en circunstancias normales. Si son incentivados con una mejor tasa de cambio, los envíos pueden triplicarse en muy breve tiempo. Pero para que el dinero remesado no solo se incremente en volumen sino se multiplique dentro de Cuba, hay que permitir su capitalización, en pequeñas y medianas empresas, bajo modalidades individuales, familiares o cooperativas.
El clamor por cambios estructurales de envergadura no puede ya ser desoído. Sin ellos no hay recuperación posible. De no acelerarse su implementación es muy probable que pronto seamos testigos de otro tipo de tormentas, no por diferentes menos espectaculares y decisivas.
Enlace permanente | Publicado en: Cambio de época | Actualizado 16/09/2008 5:17