Críticas, Economía, Cambios

El entrampado socialismo cubano

El sistema político-institucional no permite el disenso, ni la oposición leal, ni las críticas moderadas a las reformas en curso

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Después de las tres rondas de reformas, a principios de la década de 1980, en 1994-1996 y a partir de 2007, el sistema socialista soviético cubano permanece entrampado en el atraso y un bajo crecimiento debido al extremismo en sus tres características básicas: hegemonía política, predominio de la propiedad estatal y ausencia de mecanismos de mercado.

Estas características han sido acentuadas por el desorden inducido por las campañas guevaristas-castristas, particularmente en la década de 1960, 1986-1990 (con el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas) y 1997-2006 (con la batalla de ideas y el socialismo es irrevocable). Insistieron en el fracasado hombre nuevo, el rechazo a los estímulos materiales, la eliminación de la contabilidad y las estadísticas, la prohibición de las pequeñas y medianas empresas (pymes) privadas y no dieron autonomía a las empresas estatales, determinando así que la variante cubana del socialismo soviético sea ineficiente en extremo.

El sistema político es obstinado hasta el punto que no permite interpretaciones y posiciones alternativas sobre el socialismo aún dentro del Partido Comunista, lo que determina un sistema rígido y oscurantista, carente del indispensable pensamiento crítico e innovador para efectuar los cambios y modernizaciones efectivas requeridas.

En 1996 el gobierno, con la intervención directa y personal de Raúl Castro, purgó a los intelectuales del Centro de Estudios sobre América (CEA) que proponían reformas dentro del socialismo y 18 años después aún no los ha rehabilitado. En marzo de 2014, el gobierno impidió el encuentro conjunto de los impulsores de la oposición “leal”, o nacionalismo revolucionario, de Espacio Laical con Carmelo Mesa-Lago (CML) respetado académico y crítico moderado, hasta benigno, de las reformas en curso, ya que el gobierno no le otorgó la visa de entrada. En junio los directores de Espacio Laical renunciaron. En su libro de 2012, CML señaló que las reformas en curso están bien orientadas y que unas de las reformas administrativas exitosas es que el gobierno permite críticas dentro del socialismo, una especie de glasnost.[1] Cuba tampoco no ha ratificado los Convenios de Derechos Fundamentales que suscribió el 28 de febrero de 2008.

Así, el sistema político-institucional no permite el disenso, ni la oposición leal, ni las críticas moderadas a las reformas en curso. Las pretendidas aperturas y aceptación de críticas y la firma de los Convenios de Derechos Fundamentales han sido campañas de relaciones públicas y retórica en vez de flexibilizar la intransigencia política. Sergio Bitar, el líder socialista chileno que visitó a Cuba en marzo de 2014, consideró patético el sistema político vigente.

Mientras el Gobierno reduce los gastos sociales, mantiene un costoso aparato estatal con abultados cuerpos (represivos) de seguridad y de propaganda, y asegura los privilegios y prebendas, o “las mieles del poder”, a la élite dirigente que considera los cambios imprescindibles un reto a sus privilegios y prebendas, aunque fueron realizados exitosamente por China y Vietnam.

Con la ofensiva revolucionaria de marzo de 1968 el gobierno cubano erradicó las pymes privadas y confiscó las 55.636 unidades existentes. Esta situación persiste 46 años después, a pesar de que el Gobierno sabe que no puede administrar apropiadamente las pymes estatales y que la mayoría incurren en pérdidas, por lo que ha recurrido al improvisado, pero burocrático, establecimiento de 246 cooperativas artificiales de producción y servicios.

El experimento de cooperativas artificiales constituidas y promovidas por el Estado en la agricultura, con la transformación de las granjas estatales en unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), o cooperativas agrícolas, a partir de 1993, ha sido un desastre. Es parte esencial del problema existente por la falta de incentivos a los trabajadores, de disciplina laboral y empresarial, y la abundancia de regulaciones y controles burocráticos. Culminó con que el 50 % de las tierras agrícolas estuvieran ociosas y cubiertas de marabú en 2007.

El Gobierno continúa preocupado con el nivel de eficiencia de las empresas estatales, pero aún no concreta la autonomía empresarial que está en activa consideración desde comienzos de la década de1980 y que es indispensable para mejorar la eficiencia y efectividad de las empresas estatales. En una serie de tres artículos, Eugenio Yáñez detalló y explicó la retorcida experiencia de las empresas estatales que fueron afectadas adversamente por las nefastas improvisaciones guevarista-castrista.[2]

La experiencia histórica en los antiguos países socialistas de Europa y la URSS muestra que los controles de las empresas estatales se deterioraron con el tiempo. Posiblemente con base en una experiencia similar desde mediados de la década de 1990 China decidió privatizar las empresas estatales en los sectores no estratégicos y recientemente el nuevo líder XI Jinping ha decidido alentar la participación del sector privado en las empresas estatales remanentes para mejorar su eficiencia y de la economía en su conjunto. En contraste en Cuba aún no se ha producido ese tipo de experiencia. Las pymes estatales no se han privatizado, ni se ha permitido la constitución de nuevas pymes privadas que compitan con ellas y las hagan más eficientes, tampoco ha permitido la participación de empresas privadas internacionales en las grandes y medianas empresas estatales.

Actualmente las actividades privadas y semiprivadas se limitan a los pequeños agricultores, las restringidas actividades de los trabajadores por cuenta propia, las cooperativas y las empresas extranjeras que en conjunto ocupan alrededor del 20 % de la fuerza laboral. Por consiguiente, predominan las ineficientes empresas estatales y el burocrático aparato estatal que explican por qué la economía fue tan dependiente de la ayuda soviética hasta 1990 y lo es de la ayuda venezolana actualmente.

Cuba carece de un mercado de trabajo, de tierras, de libertad de comercio exterior y de transacciones financieras externas porque son monopolios estatales. Como parte del bloque socialista, Cuba utilizó los precios fijados por el CAME y estuvo supeditada a controles y regulaciones administrativas. La administración pública tiene un estamento de capas burocráticas (consejos de administración municipal, consejos de administración provincial, ministerios correspondientes y consejo de ministros) que dificultan decisiones ágiles y flexibles hasta para aprobar una simple cooperativa.

A partir del Periodo Especial, Cuba estableció una dualidad cambiaria con un diferencial de 24 a 1 que ha distorsionado la economía (los precios y los salarios) y que ahora se pretende corregir con la unificación cambiaria gradual. Ese diferencial también se ha utilizado para que los inversores extranjeros paguen por la mano de obra nacional que contratan.

Ahora el gobierno cubano enfrenta el arduo reto no solo de ajustar su sistema de tasa de cambio externa, así como de precios y salarios, con el fin de hacerlos más realistas, de modo que reflejen las escaseces y abundancias reales de la economía y en este sentido eliminar las ineficiencias vigentes, sino también para que los agentes económicos puedan utilizarlos y reaccionen dinámicamente a ellos.

Mientras persista el ineficaz y negligente socialismo soviético, es de esperar que la economía cubana continúe entrampada en un bajo nivel de ingreso y de crecimiento, no genere productos competitivos internacionalmente, y sea muy dependiente y vulnerable a los cambios de la ayuda externa venezolana, que a su vez está en una difícil situación por imitar el modelo cubano. Consiguientemente, Cuba deberá emprender sin más dilaciones cambios sistémicos significativos para progresar y reducir su dependencia de la ayuda externa.

Cuba requiere un cambio sistémico, o una restauración capitalista, sin complejos, con un rostro y alma humana. Incluyente, fundamentada moralmente en las libertades y los derechos ciudadanos fundamentales, que garantice la iniciativa y la propiedad privada, individual y asociativa, a todos los ciudadanos por igual, independiente de donde residan, así como utilice la coordinación y flexibilidad de los mercados como instrumento flexible y ágil para apoyar y sustentar el postergado progreso y el pleno reintegro a la economía internacional.

El socialismo vigente, además de mantener al país empobrecido y estancado, explota —o extrae la plusvalía— sin normas morales ni principios éticos, de los profesionales y técnicos que envía al exterior bajo la deplorable modalidad de contratación diferenciada, así como de los empleados por las empresas extranjeras en la Isla. Igualmente, mantiene elevados impuestos a los cuentapropistas mientras contempla exenciones tributarias hasta por ocho años para los inversionistas extranjeros, lo que constituye una discriminación injusta e innecesaria.



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