Béisbol: Clásico Mundial

Impotencias y culpas

Si los peloteros cubanos han destrozado el mito de las Grandes Ligas, ¿por qué ninguno de los llegados últimamente a EE UU es siquiera fijo en equipos débiles?

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El verdadero cuarto bate de ese equipo Cuba, el más grande prospecto de la Isla en la última década, Kendry Morales, sigue siendo eso, una gran promesa que no acaba de cuajar. Su desempeño en las Estrellas Orientales prueba lo que digo. Ningún bateador cubano ha logrado sentar cátedra en las Grandes Ligas en los últimos treinta años y los desertores de primerísima línea pasan de la docena. No es lo mismo un juego contra un equipo muy lejos de su forma deportiva y con escasa compenetración, que más de ciento sesenta, noche tras noche, llueva o ventee.

Al finalizar el juego contra República Dominicana, el receptor cubano Ariel Pestano hizo unas breves declaraciones a ESPN. Feliz por la victoria, pero con muchísima humildad, Pestano agradeció el trato que había recibido su equipo de los jugadores dominicanos y subrayó cuánto admiraba a muchas de las figuras que conformaron, a pesar de la derrota, una de las mejores alineaciones de todos los tiempos.

Los peloteros cubanos estaban virtualmente secuestrados por sus custodios (no se les permitía tener teléfonos ni televisores en las habitaciones y no podían disfrutar, como los otros equipos, de la gran fiesta que fue el Clásico); pero a pesar de toda la presión de que fueron objeto, dejaron el alma en el terreno. No muchos de los que componen ese equipo Cuba tienen la calidad suficiente como para integrar una novena de Grandes Ligas, mas todos jugaron con el corazón, y esa cifra, aunque no va a las estadísticas, decide los partidos a la postre.

Novecientas treinta y siete palabras no alcanzan para justificar un mal pronóstico. Por ello pido prestado a Guillermo Cabrera Infante uno de sus títulos más ingeniosos y el que mejor define algunas de nuestras impotencias y culpas: Mea Cuba. Los que esperábamos un aleccionador torneo contra el triunfalismo de una dictadura, tendremos que esperar cuatro años más. Aunque, en honor a la verdad, para ese entonces preferiría estar deseando la victoria cubana con toda tranquilidad.

Ojalá que Cuba sea el campeón del Clásico Mundial 2010. Ojalá que gane un equipo verdaderamente superior, con jugadores que también formen parte de los rosters de Grandes Ligas y con la paz de que el diario Granma no viva para contarlo.


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