Béisbol

Un secreto bien guardado

Es difícil creer que un bateador como Osmani Urrutia, con seis títulos de bateo y astronómicos averages, cuelgue el guante así como así.

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Durante una práctica de la selección nacional en 1975, el antesalista villareño Osvaldo Oliva le tiró el guante en el rostro al mentor Servio Borges, que estaba sentado en una silla por la línea de tercera base en el estadio de San José de las Lajas.

Oliva, astuto defensor de la "Esquina Caliente" y combativo jugador, había recibido una reprimenda del joven director que había revolucionado la pelota de la Isla y tenía todo el poder para decidir en esa área. El pelotero no sabía que con su acción, ante cuarenta personas, había cometido la mayor pifia de su carrera.

Al terminar el entrenamiento de ese día y de regreso a los vestidores, Borges, acompañado por José Ramón Fernández, presidente del Comité Olímpico Cubano, y por el masajista del conjunto, dijo: "Mientras yo esté al frente del equipo Cuba, Oliva no juega más".

Y en efecto, Oliva no fue nunca más a la preparación, quizás porque había surgido de pronto el fenomenal Pedro José Rodríguez, extraordinario jonronero que jugaba también la tercera almohada.

Aquel episodio se asemeja a otro ocurrido en la recién finalizada 48ª Serie Nacional. En la última jornada, según divulgó la agencia EFE, el recordista nacional en bateo Osmani Urrutia informó en su terruño, Las Tunas, que ese era su último día en los terrenos de juego.

Como se conoce, a las noticias procedentes de medios oficiales, incluso las publicadas por corresponsales extranjeros, como es el caso, hay que buscarle el trasfondo e intentar leer entre líneas aunque sea un fragmento de la verdad, adivinar lo que se quiere decir.

De acuerdo con el despacho citado, la información fue recogida del diario digital Jit, del Instituto Nacional de Deportes (INDER), que informó: "Osmani Urrutia, ganador seis veces de la corona de bateo, del 2001 para acá, se retiró del deporte activo".

La nota divulgada por EFE agregaba: "Sobre las razones que motivaron su exclusión del equipo local a la cita olímpica —se supone que sea la de Beijing-2008—, Urrutia sostuvo una controversia a través de la radio con el timonel Antonio Pacheco, la cual nunca quedó aclarada".

Resulta difícil de creer que un bateador joven, con seis títulos de bateo y astronómicos averages, cuelgue el guante así como así, sin haber cumplido los 33 años de edad, después de militar en la selección nacional en más de una oportunidad y sin que le duela un dedo.

En boca cerrada no entra nada

La versión digital del diario 26, de la provincia Las Tunas, publicó una crónica de Juan Emilio Batista, que, entre otras cosas, señaló:

"Osmani nació en el lugar conocido por Macagua 8, del municipio tunero de Jobabo, el 28 de junio de 1976, hijo de macheteros, es primo de Ermidelio Urrutia, gran bateador que vistió los colores nacionales en varias ocasiones (…) En 16 temporadas, de la 33 a la 48, promedió 12 veces por encima de 300, en 5 superó la barrera exclusiva de los 400, sumó seis títulos de bateo y cinco de ellos de manera consecutiva. Pese a que en la última contienda solo bateó para 312, se mantiene en el trío de vanguardia de los mejores bateadores de por vida en Cuba con 366 y su formidable defensa en el bosque derecho le permitió obtener 3 guantes de oro".

Batista concluye que, por esas razones, "la noche triste del Primero de Mayo, cuando a través de la amplificación del estadio Mella se hizo el anuncio del retiro de Osmani, la afición tunera y de Cuba, se despidió del señor de los 400, del out imposible…".

Ahora, del motivo real nada se dijo, hubo silencio total. Colorín, colora'o, este cuento se ha acaba'o. Ni una línea acerca de los motivos que tuvo el muchacho para tomar tan trascendental decisión.

No hubo retiro por todo lo alto, como se ha hecho con otros peloteros de la Isla, que reciben premios y felicitaciones y comunicados de las "organizaciones de masas", delante de las cámaras de la televisión, además de vítores y aplausos en los más grandes estadios del país.

Le faltaba condimento

A decir verdad, Urrutia, bateador derecho, que pegaba muchas líneas, nunca fue un pelotero aclamado por las multitudes, quizás por su carácter taciturno o porque le faltaba el carisma de otros. No traía en la sangre la agresividad de Agustín Marquetti y Lázaro Vargas, de Antonio Muñoz o Pedro Chávez. Cuando mencionaban a estos últimos, el graderío se ponía de pie para recibirles con una ovación, y si espantaban un toletazo de espanto, el alboroto era tremendo, aumentaba el latido de los corazones, y los miles de parroquianos de cualquier terreno se felicitaban por las actuaciones de sus ídolos.

El tunero tampoco tuvo la chispa de Víctor Mesa, Luis Ulacia, Félix Isasi o Eulogio Osorio, y ese factor lo necesitaba el hombre que en los últimos años se embasaba más que todos los demás, por su elevada producción de hits.

La Guía Oficial de Béisbol, publicada por el INDER (Instituto Nacional de Deportes), indica que era muy lento, tanto como una de esas locomotoras de 1915 con cuarenta carros detrás. En 34 intentos de robo, le capturaron 23 veces, muchas más que al receptor Ariel Pestano y el jerarca del barquillo Orestes Kindelán, dos que no se destacaron por su velocidad.

Durante algunos años, en los equipos Cuba donde intervino, nunca ocupó un turno de responsabilidad. Estuvo en los Panamericanos de 2003 y 2007, en la cita olímpica de Atenas-2004 y en el Primer Clásico Mundial, en 2006, y era situado en el sexto o séptimo turno.

Urrutia no encajaba en la selección nacional, y más ahora, que tiene que vérselas con los profesionales, donde los jardineros tienen que ser versátiles, deben correr como galgos para realizar jugadas de bateo y corrido, y tienen que saber tocar la bola para sacrificarse o sorprender al equipo rival.

En cualquier deporte hay atletas de alto rango que no son seleccionados para determinadas competencias, como es el caso de la estrella del fútbol británico David Beckham y del brasileño Ronaldo. Se han quedado en casa, pero sin caer en el ostracismo. Prácticamente hay que sacarlos del terreno para jubilarlos.

Urrutia no le tiró la guantilla a Pacheco en pleno rostro, delante de cuarenta peloteros, peor le discutió ante miles de oyentes, y él, que fue guante de oro porque las cogía todas, cometió un error de esos que cuestan muy caro. Quién duda de que "el secreto del caso Urrutia" se sepa en el 2040, cuando alguien se acuerde de lo que le ocurrió a Oliva hace treinta años.


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