Política

Habla Eliécer Ávila

El estudiante de la UCI que interpeló a Alarcón, en exclusiva con CUBAENCUENTRO.com: «Administran nuestra riqueza, toman las decisiones por nosotros»

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Hace unos días llevé a mi hermanita a la consulta de ortopedia del hospital municipal, es doloroso ver en las condiciones que esos médicos trabajan allí; en locales sin puertas, con filtraciones que han puesto verdes las paredes por los hongos, con el falso techo podrido, al descubierto las tuberías sanitarias, de las que no sólo sale mal olor.

He visitado ese hospital y he visto lo que me cuentas.

Y si por necesidad se sienta en una sala de espera para que lo atienda uno de los escasos especialistas que quedan allí, y comienza a intercalar sus problemas con los de la gente que lo rodea, sale convencido de que en Cuba hay que hacer casi tanto como en cualquiera de los países que los medios muestran con una visión crítica, estableciendo cientos de comparaciones para demostrar que vivimos mucho mejor que ellos. Y no es que esté en contra de la solidaridad, pero jamás al costo de desatender a los nuestros.

El presidente Raúl Castro convocó a redoblar los esfuerzos y…

Cuando un cubano se va del país, trabaja catorce, dieciséis horas, y en más de un trabajo; eso demuestra que no es como muchos piensan: los cubanos ni somos vagos ni nos gusta ser mantenidos, sólo que no tiene sentido trabajar a cambio del derecho a la atención médica y los estudios; fíjese que digo atención médica y no salud, que es un término muy abarcador.

La alimentación es fundamental para preservar la salud.

Me gustaría que alguien me explicara por qué si contamos con tantos programas para preservar la salud, nuestro pueblo, y sobre todo las personas de mayor edad, están tan deterioradas física y mentalmente. Sólo hay que ir a un hospital o a un policlínico por la mañana para verlos abarrotados de gente, no están rosaditos ni mucho menos, sino arrugados, mal vestidos, muchos sin sus dientes, con la mirada triste, como si las ganas de seguir adelante en la vida se les hubiera agotado.

En otras instalaciones de salud están de moda los "regalos"; es aborrecible, un grupo de personas con más posibilidades pasan por delante de los que no las tienen, con refrescos, alimentos y dólares para médicos y demás personas implicadas para acceder a mejores atenciones.

El deterioro socioeconómico se refleja en el comportamiento ético.

Y después hay quien dice que no es cierto que el hombre piensa como vive. Y se le pide al pueblo y a veces se le exige apoyar el voto unido, obviar las carencias materiales y espirituales para apoyar la elección incondicional de un grupo de representantes que no pinta nada.

Al final, el voto unido es un voto abúlico.

El voto unido no tendrían que explicarlo tanto, pedirlo tanto, imponerlo tanto, sino ganarlo, y lo habrían ganado una vez que sean visibles y reales sus esfuerzos. En Cuba, por razones culturales, de control o de idiosincrasia, nos pasa como a la rana en el recipiente de agua caliente, pero cuidado, que todo tiene un límite.

Pero que en Cuba es muy fluctuante. La gente suele decir que los problemas ocurren por desconocimiento de determinados niveles de dirección.

El problema que hoy tenemos con los dirigentes sobrepasa el ingenuo tema de la ceguera total; es de voluntad, de compromiso; tal parece que no quieren cambiar la realidad, como si así conviniera más, porque a fin de cuentas tienen el control de todo y de todos. Administran nuestra felicidad, nuestra riqueza, toman todas las decisiones por nosotros, y una vez que alguien se acostumbra a eso, trata de mantenerse en el poder a costa de mentir, de la hipocresía, de la adulonería.

El Che dijo que el dirigente es la columna vertebral de la revolución, y yo creo en eso: cada institución se parece a sus jefes. Dado el grado actual de desorden e indisciplina, dado esta inmensa farsa, esta mentira que estamos viviendo, esta exageración en bien de todas las cosas, no me puedo dar el lujo de decir que confío en los dirigentes. Están mintiendo, claro que no son todos, pero el número de hipócritas es infinitamente mayor.

Retomando el tema de la convocatoria para redoblar los esfuerzos…

Raúl ha insistido en la necesidad de redoblar los esfuerzos. En la Asamblea Nacional del Poder Popular, el ministro de la Construcción hacía un llamamiento a redoblar los esfuerzos en el control de los recursos y en la calidad de las obras. Yo quisiera contar en cuántas oportunidades al año, en cada reunión, se dice la misma cosa. La palabra redoblar está de moda hace tiempo, pero no es más que eso, una palabra que se dice bonita pero que se ejerce muy poco.

Sin embargo, los medios reflejan otro quehacer.

En la prensa están saliendo reportajes y comentarios críticos, pero me gustaría que comenzaran a llamarse algunas cosas por su nombre, que son evidentes para todo el mundo, excepto para los medios, y me refiero a la extrema corrupción que abarca todas las esferas del país, y el estado crítico de su infraestructura, que va desde el mal estado de las calles y carreteras, hasta las instalaciones de salud y educación.

El problema de la corrupción en el caso cubano no se soluciona con medidas coactivas, no basta aumentar el número de policías y el sueldo a fiscales y jueces.

En mi modesta opinión, el enfoque que los representantes del pueblo le dan a este asunto no es el correcto. No se trata la raíz del asunto, que son las constantes y crecientes necesidades de la gente, sumadas a la imposibilidad de adquirir los recursos. El mercado negro ya es casi blanco; gracias a él se sostienen no pocas familias y abarca la vida cotidiana; resulta raro lo que se adquiere de forma legítima. Quisiera que alguien me dijera qué obrero asalariado puede acometer no ya la construcción de su casa, sino incluso la más pequeña reparación, empleando materiales a los precios que se ofertan en divisas.

Esa es la causa fundamental por la que ocurren tantos desastres al paso de un huracán. En la mayoría de los inmuebles destruidos, viven varios trabajadores, que en muchos años no han podido construir ni siquiera una porción segura de sus casas.

Es una perogrullada cruel el asunto de los salarios…

En cualquier país del mundo, por mil veces menos que esto, ya la cosa se hubiera puesto realmente fea y la gente no hubiera trabajado un día más a cambio de una moneda que no sirve para casi nada; ni para vestirse, construir, adquirir electrodomésticos, alimentarse, ya es difícil decir para qué sirve.

Lo que constituye una paradoja en un país que cuenta con tantos profesionales…

Pero a muchos sus títulos no les sirven de nada y puede vérseles ganándose la vida en tareas muy alejadas de sus profesiones. Cuba es uno de los países mejor situados en el mundo en proporción de profesionales por habitante, lo que induce a preguntarnos: ¿Por qué, si contamos con recursos humanos tan calificados, no somos más desarrollados? ¿Por qué no producimos casi nada? En nuestra televisión vemos documentales donde se muestran los adelantos tecnológicos de China, Japón, Norteamérica…

Pero, ¿te has preguntado cuántas de esas empresas o asociaciones productoras desde juguetes hasta automóviles son de propiedad estatal?

La economía de un país no se mide por las cuentas que maneje su gobierno ni su banco central, incluso, ni por su presupuesto nacional. La economía de un país es la suma de la economía de cada uno de sus ciudadanos y de las familias que lo componen. Y un ciudadano o varios asociados debían tener el derecho y, sobre todo, las posibilidades reales, de estudiar, investigar, producir y comercializar; incluso importando y exportando. Debían tener la posibilidad de adquirir tecnología y realizar intercambios de experiencias con otros productores del mundo. Sin embargo, nosotros no permitimos nada de eso.

Trataré de aportar un ejemplo para que se entienda el atraso que genera nuestra filosofía: en el sector de la agricultura, las cooperativas que yo conozco y los campesinos de mi pueblo, practican una agricultura del feudalismo, incluso más primitiva: consiste en abrir el hueco y echar la semilla. Existen tentativas de desarrollar las técnicas agrícolas, pero no se materializan en los mercados y mucho menos en el bolsillo del consumidor.

Aquí tenemos cuatro vacas flacas y prohibimos a los criadores el sacrificio de ganado; en otros países del continente no prohíben a los productores la matanza y cuentan con varias cabezas por habitante. Según nuestro Héroe Nacional, el gobierno, en el mejor de los casos, es un mal necesario. Creo en Martí: el gobierno debía dedicarse a los asuntos de interés nacional.

En el caso de la economía, no podemos esperar que una persona pensando en La Habana pueda solucionar los problemas de cada territorio del país; incluso, es absurdo pensar que alguien pueda hacerlo desde la provincia o el municipio. Cada persona debe decidir qué actividad económica debe realizar, acorde con sus posibilidades y su vocación.

Luego, ¿qué mensaje le enviarías a la juventud?

Les diría que a cada generación le toca jugar un papel decisivo en la Historia de su patria, y es la nuestra la única que no ha tenido aún sus propios logros, salvo alguna que otra tareíta que nos han asignado. Honraría a una generación cambiar la realidad que vive eliminando los problemas que enfrenta el pueblo.

En la década del cincuenta, la misma generación que hoy sigue haciendo las cosas, enfrentó y derrotó la dictadura y rescató la soberanía nacional. A la nuestra le corresponde identificar los males que hoy nos afectan y enfrentarlos con valentía y decisión, trabajando duro para desarrollar el país, sin descuidar preservar nuestros valores esenciales.

Sobre todo los exhortaría a no abandonar el suelo que los vio nacer; si nosotros no pensamos cómo resolver con nuestro trabajo los problemas de nuestro país, ¿quién lo hará entonces? Cualquier solución debe edificarse sobre la base de lo logrado, y es imperdonable que por la actuación irresponsable de algunos, el pueblo pierda la confianza en sus jóvenes, a los que exhorto a respetar el derecho individual de cada cual, y a luchar con sencillez, pero con firmeza, para hacer realidad sus sueños, que no deben estar desligados de los sueños de su pueblo ni de los del mundo.


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