El ocaso de Fidel Castro, cada vez más ridículo
Senilidad, cinismo y odio irracional
Apareció de nuevo, como el Halley. Pero, a diferencia del cometa, a nadie le interesaba lo que pudiera traer.
Algunos consideran que su más reciente “artículo” prueba que todavía manda en Cuba. Sin embargo, más bien demostraría lo contrario: que está totalmente fuera del juego, y como su monumental ego no soporta no ser centro de la atención mundial que se robaron durante unos días Barack Obama y Raúl Castro, publica un incoherente mamotreto que salta de Bonifacio Byrne a Bahía de Cochinos y de allí a Sudáfrica, y mezcla a Martí, Maceo y Gómez con siniestros comunistas cubanos fallecidos, justificaciones de su desastrosa política cuando era el Comandante y supuestas ironías contra Obama, que no denotan sarcasmo, sino envidia enfermiza y frustración.
El reciente intento del canciller cubano para exaltar las incongruencias del tirano en retiro, más que expresar una política de gobierno pretende tranquilizar a la caverna troglodita en la Isla y dar algo de lustre a las babosadas del personaje.
Fidel Castro menciona supuestos “logros” obtenidos antes que naciera Obama, pero no dice que un año después de nacer Obama puso al mundo al borde de una guerra termonuclear por su irresponsabilidad de instalar misiles nucleares en territorio cubano, sin consultar con nadie, y pedirle al entonces dictador soviético —desde un seguro puesto de mando subterráneo— lanzar un ataque nuclear preventivo contra EEUU. Ni que mientras Obama asistía a escuelas primarias ya él enviaba guerrilleros a todos los países de América Latina y a varios de África.
Texto incoherente: dice que Playa Girón (abril de 1961) se produjo “apenas un año y tres meses después del Triunfo de la Revolución”, que ocurrió el primero de enero de 1959; o que la discriminación racial fue barrida por la “revolución”, cuando hasta nuestros días subsiste desigualdad de acceso de negros y mulatos a cargos de dirección o trabajos relacionados con el turismo o con acceso a moneda extranjera. Tener dos personas de la raza negra, uno como presidente de la siempre unánime e inútil Asamblea Nacional del Poder Popular, y otro como vicepresidente del Consejo de Estado para asuntos sin importancia, es solamente un intento de mostrarlos en una función étnico-decorativa como “evidencia” del fin de una discriminación racial que la mayoría de la población cubana no blanca, y parte de la blanca, considera que nunca se eliminó ni mucho menos, lo que también Obama mencionó en su discurso.
El libelo Granma, órgano de propaganda del comité central del partido comunista cubano —difícil llamarlo periódico— dijo al día siguiente de la publicación del bodrio que había tenido “amplia repercusión en medios de prensa de todo el mundo” y “colocó el nombre de Fidel entre las principales tendencias en la red social Twitter”. No dijo que muchas veces fue destacando incoherencias, falsedades y ridículos expresados en el texto.
Solamente alguien totalmente senil, cínico, y con un odio irracional contra EEUU y contra el propio pueblo cubano, es capaz de publicar, desvergonzadamente, después de más de medio siglo de privaciones, racionamientos, miserias, escaseces, fracasos, megalomanía, planes faraónicos, y represión de todo tipo, que “somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo”.
Quien destruyó totalmente la pujante industria azucarera cubana, la próspera ganadería y la eficiente producción agrícola, con lo que impidió que muchos cubanos nacidos después de 1959 hayan saboreado alguna vez un bistec de palomilla, una rabirrubia, una cola de langosta, una guanábana, un anón o una chirimoya, pretende que le crean cuando dice que los cubanos pueden producir los alimentos y riquezas que necesitan. Actualmente eso es imposible: los cubanos producirán los alimentos y riquezas que necesitan, tras más de medio siglo de bloqueo dictatorial implantado por el régimen, cuando los Castro y su pandilla sean parte de una historia dejada atrás y no de un presente de pesadilla que ha durado demasiado.
Cuando Fidel Castro dice que “no necesitamos que el imperio nos regale nada”, tergiversa las palabras del presidente de EEUU y los hechos. Obama no ofreció regalar nada a los cubanos. Como la camarilla en el poder tiene cómodamente resueltas sus necesidades, y además considera que ellos mismos y solamente ellos son a la vez Cuba, la patria y la revolución, alardean de no necesitar ni desear nada del “imperio”, aunque al mismo tiempo se desesperan por amasar y esconder los muchos dólares de ese imperio que han acumulado de manera ilegal y corrupta durante tantos años.
Algunos entienden que este bodrio de Fidel Castro es una señal al próximo congreso del partido a mediados de abril. Pero en realidad el congreso del partido nunca ha aprobado nada que no fuera lo que los Castro habían decidido de antemano. Los delegados al congreso, igual que los diputados en la Asamblea Nacional del Poder Popular, levantarán mansamente sus brazos para aprobar lo que les ordenen que aprueben, aunque no sepan ni de qué se trata.
Obama en Cuba enterró públicamente el hacha de la guerra y habló sobre el futuro. Fidel Castro, desde un lejano puesto de mando —como siempre— quiere que sigan sonando los tambores de la guerra y continuar hablando del pasado.
Esa es la verdadera diferencia. El resto es charlatanería incoherente de un casi nonagenario decadente cargado de cinismo, odios, rencores, envidias y frustraciones.
Afortunadamente para los cubanos, ya nadie le hace caso.
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