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Economía, Cambios

La diáspora cubana ante las transformaciones económicas

Cuba necesita avanzar en el camino de la democratización antes de abrirse a arriesgados experimentos económicos, considera la autora de este artículo

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Con el reconocimiento de una diáspora diversa, generada por períodos migratorios como el de los años 60 y el de los 90, y puntualizando las marcadas dificultades para el acercamiento de la misma a la nación cubana, como la política restrictiva del Gobierno de EEUU y las ausentes reformas migratoria prometidas por el Gobierno cubano, el empresario Carlos Saladrigas inició su análisis sobre la posible participación del exilio en el quehacer económico de la Isla.

Saladrigas se sitúa dentro del “exilio histórico”, y rompe de con el llamado “exilio histérico” catalogándolo de incoherente, irresponsable e intransigente. Su intervención viene a tratar de tender un puente entre los cubanos en la Isla y el sector de la diáspora que ha concluido que las políticas de aislamiento e injerencia que han pretendido un cambio de gobierno solo han logrado afectar al pueblo cubano, y apuesta entonces por generar en Cuba una sociedad civil diversa y profunda.

A tono con el lugar del encuentro (Centro Cultural Félix Varela), el empresario hizo énfasis en la palabras pronunciadas por el Papa relacionadas con la apertura de Cuba al mundo y del mundo a Cuba; llamó a un diálogo respetuoso, trasparente y que mire al futuro, a partir de la idea de que la trasformación del país es un gran rompecabezas donde se puede decir que el Estado cubano ha puesto las primeras piezas con las excarcelaciones y la suspensión de prohibiciones absurdas y que a los cubanos emigrados les tocará poner también las suyas.

El intercambio, que se extendió aproximadamente por una hora y en el que intervinieron representantes de la revista Espacio Laical, la Red de proyectos Observatorio Crítico, la plataforma de periodismo digital Voces, el proyecto Socialismo Participativo y Democrático (SPD) y el Comité Cubano por la Integración Racial, entre otros, propició un mejor acercamiento a las propuestas económicas que brinda el sector del exilio al que representa Carlos Saladrigas.

El empresario mostró preferencia por la restauración del capitalismo ya que este ha generado riquezas y progresos ante un socialismo estatizado que ha demostrado solo que sus gobernantes son capaces de administrar la pobreza. Entre sus consejos estuvo adoptar la economía de mercado, pues no hay nada como esta para generar riquezas, llevar a cabo una apertura económica y fomentar la inversión extranjera. Además insistió en las posibilidades que tiene la diáspora para brindar conocimiento empresarial para aquellos que quieran iniciar negocios e intentar disminuir las tazas de fracasos.

Preocupaciones sobre las características del trabajo asalariado y las relaciones económicas donde se distinguen inversores y empleados estuvieron presentes en el debate. La posibilidad de que el exilio participe en la economía nacional propiciando empresas cooperativas o cogestionadas fue evitada por Saladrigas quien respondió que la Iglesia, con sus valores, podría intervenir para evitar un capitalismo deshumanizado.

Finalmente, ¿en qué se diferencia los que propone este empresario de lo que ha venido planeando el Estado cubano? No en mucho. Quizás en que Saladrigas prefiere imprimirle mayor velocidad a los cambios y le parece más productivo liberalizar un sector económico completo antes que pequeñas secciones de varios. El señor Saladrigas se equivoca con sus propuestas. Para él, la diáspora de China ha jugado un papel productivo, y con esta frase nos anuncia que el exilio no desperdiciaría la oportunidad de negociar con un Estado que pretende hacerse económicamente más fuerte sin renunciar al totalitarismo. Y es que un país más rico no es necesariamente un país más libre, como cree Carlos Saladrigas, China es un claro ejemplo. Realmente no bastan las buenas intenciones, la inexistencia de libertad de asociación, de expresión, de sindicatos que respondan a los trabajadores y no a las administraciones convierten a los cubanos de la Isla en una presa fácil frente a cualquier empresario, cubano o no. Cuba necesita avanzar en el camino de la democratización antes de abrirse a arriesgados experimentos económicos, sino terminaremos teniendo demasiados daños colaterales, que es la forma que ha elegido Saladrigas para llamarle al empeoramiento de las condiciones de vida de de los sectores desposeídos.


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