Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Venezuela, Hugo Chávez

Los Castro, Chávez, Maduro y el Plan B

Para Fidel y Raúl Castro no ha habido sorpresas con la salud de Hugo Chávez

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¿Hasta cuándo van a seguir pensando en Miami que el régimen cubano anda de corre-corre por los recientes problemas de salud de Chávez? ¿Van a seguir creyendo que todo esto no se sabía en La Rinconada y Punto Cero desde hace mucho más de un año, y que los planes de contingencia no estaban preparados, revisados y actualizados?

Si algunos cubanos y venezolanos en Miami continúan viendo solamente lo que desean y no lo que tienen delante, seguirán las frustraciones. Ya sucedió cuando las elecciones presidenciales en Venezuela, posteriormente con las de Estados Unidos, y también con la “penúltima” muerte de Fidel Castro. Y parecería que se quiere repetir el error en el análisis de la actualidad de Venezuela.

Hay que tener claro, antes que todo, que la enfermedad de Chávez no es una farsa montada en La Habana o en Caracas para apelar al sentimentalismo de los votantes. Interrumpir la programación de la televisión cubana a una hora de máxima audiencia, para retransmitir las palabras de Chávez en Caracas anunciando la recurrencia del cáncer, y el viaje urgente a La Habana para operarse una vez más, denota la gravedad de la situación. De igual forma se interrumpió la programación de la televisión cubana cuando Fidel Castro delegó “provisionalmente” sus cargos en julio de 2006.

Tan seria parece la situación que el presidente ecuatoriano Rafael Correa llegó de urgencia a La Habana. Ante una eventual ausencia de Chávez, el único dirigente “bolivariano” con talla intelectual para ejercer una acción continental sería Correa: ni Evo Morales ni Daniel Ortega darían para eso. De manera que si Nicolás Maduro es el designado para el interior de Venezuela, Rafael Correa lo es para el continente latinoamericano: Maduro no será el heredero “continental” de Hugo Chávez. Y ninguno de estos resultados ha sido improvisado en estos días: todo esto estaba previsto en el “Plan B”.

No por gusto Chávez designó a Maduro como vicepresidente ejecutivo tres días después de su triunfo en las elecciones del 7 de octubre de este año, pero no para el nuevo período que debería comenzar el 10 de enero del 2013, sino con efectos inmediatos: podría tener que hacerse cargo del gobierno en cualquier momento.

Maduro fue aprobado por los hermanos Castro (en este tema Fidel Castro no puede ser desplazado) de conjunto con Hugo Chávez, hace ya muchísimo tiempo. Si los tres vieron en él al “sucesor” fue porque consideran que tiene capacidad para ejercer el poder sin poner en peligro al régimen en La Habana. De lo contrario, hubiera sido vetado. Y abundante información y entrenamiento debe haber recibido desde que fue seleccionado.

La primera reacción en Miami, o al menos la más sonada, ha sido destacar que “el autobusero” Nicolás Maduro, sucesor designado en La Habana y anunciado por Chávez, no tiene estudios superiores y no pasó de la enseñanza media, por lo que no tendría ningunas perspectivas en Caracas.

A los hermanos Castro no tiene que preocuparles demasiado la escolaridad del señor Maduro, cuando han tenido entre los dirigentes cubanos más encumbrados a comandantes como Juan Almeida, Ramiro Valdés o Guillermo García, ninguno de los cuales con más estudios que Nicolás Maduro.

Además, a los “iluminados” que se refieren a la escolaridad del aspirante a sucesor con un tono a veces demasiado sarcástico o despectivo, hay que recordarles que en esa misma situación escolar están Raúl Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, y eso no ha impedido que ejerzan el poder por mucho tiempo ni destrocen continuamente a sus adversarios. Ni tenían estudios universitarios Stalin, Nikita Jrushov, Mao Tse Tung, Ho Chi Minh o Kim Il Sung. Y si vamos a los extremos, salvando todas las distancias morales y democráticas, y en condiciones absolutamente diferentes de espacio y tiempo, tampoco Ronald Reagan tenía estudios universitarios. De manera que sería una buena idea buscar mejores argumentos para entender la realidad venezolana y no limitarse a pretender descaracterizar por ignorante a quien muy bien pudiera ser el próximo presidente electo venezolano.

¿Sacrilegio? ¿Le sorprende a alguien lo que acabo de decir? Entonces sería interesante preguntarse con seriedad quién, dentro de una oposición democrática en franco deterioro y dispersión tras la derrota de octubre, podría ganarle al “guagüero” Nicolás Maduro, apoyado con todos los recursos “operativos” desde La Habana, en unas elecciones presidenciales venezolanas en los próximos meses.

¿Henrique Capriles? Después de las elecciones de octubre Capriles cometió el error de renunciar a su protagonismo nacional, tan maravillosamente ganado, para aspirar a la gobernación de un Estado, con lo cual la oposición organizada perdió el alcance nacional logrado, y cada líder oposicionista se fue por su camino. Según las encuestas, Capriles no podría derrotar ahora al ex vicepresidente de Chávez Elías Jaua, personaje gris y anodino, que lo aventajaría por varios puntos. El domingo se podrá saber la seriedad de tales pronósticos.

Otra cosa que no puede perderse de vista es que si Chávez estuviera imposibilitado para gobernar el día en que debería tomar posesión del nuevo mandato, el presidente provisional del país sería el presidente de la Asamblea Nacional electo el día 5 de enero del 2013, cuando se supone que sea reelecto Diosdado Cabello, quien deberá convocar elecciones en un plazo de treinta días. Cabello, uno de los históricos bolivarianos, se siente representante legítimo del regreso de Chávez al poder tras el golpe de 2002, pero no es demasiado popular en las filas del chavismo, y es un corrupto desmesurado, aunque en eso no es el único en el círculo chavista.

Tanto para Maduro como para Cabello como presidentes provisionales será muy importante la persona que designe para Vicepresidente Ejecutivo. También en caso de una presidencia electa de Maduro si ganara unas eventuales elecciones. Un Adán Chávez o un Alí Rodríguez Arique como Vicepresidente serían rostros muy agradables a La Habana, aunque no los únicos, resultando cualquiera de ellos un segundo al mando “duro”, con un Presidente “negociador” y afable, como sería presentado un Nicolás Maduro presidente electo. Y quien sea designado vicepresidente tiene que ser agradable en La Habana.

Hay quienes se preguntan ingenuamente si en estas complejas circunstancias relacionadas con la salud de Chávez existe el peligro de un golpe de Estado en Venezuela. Desconocen que un golpe de Estado solamente sería posible si La Habana lo orquestara, y, por regla general, quienes están en el poder no necesitan dar golpes de Estado.

No sabemos todavía los detalles de cómo se manejarán las relaciones con los chavistas, los opositores venezolanos y los militares respetuosos de la constitución en las nuevas realidades. Pero de lo que sí podemos estar seguros es de que nada de eso se estará improvisando en estos momentos.

Ya los tanques pensantes en La Habana llevaban mucho rato trabajando en serio, mientras algunos en Miami fantaseaban sobre los destinos de Cuba y Venezuela.


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