Wenders, Tokio, Arte 7
Tedio perfecto
Perfect Days sigue la rutina diaria de Hirayama, un hombre cuyo trabajo es limpiar los inodoros públicos de Tokio. El filme ha cautivado a muchos, que lo defienden como una mirada a un hombre en paz, un hombre Zen
No me queda la menor duda de que Wim Wenders es un excelente director. Quien no esté convencido, debe revisar The American Friend (1977), Paris, Texas (1984) y Pina (2011). Ha filmado unos treinta largometrajes y hay para escoger, entre excelentes y pésimos, pero los tres que menciono le bastarían para hacerle ocupar un lugar en el Olimpo cinematográfico.
Wenders es un hombre brillante, verdaderamente culto, inquisitivo y sensible, pero pasa muy fácilmente de la sensibilidad a la sensiblería, como le sucedió en su filme Pope Francis: A Man of His Word, de 2018, que más bien parece un documental de propaganda pagado por el Vaticano. Su sensiblería también lo lleva, como buen intelectual primer mundista, a dejarse llevar por el atractivo visual de la miseria vista desde lejos, como le sucedió en Buena Vista Social Club (1999), que partió de una idea de investigar cómo unos músicos relegados al ostracismo en Cuba por tocar una música que no le interesaba al gobierno, habían sobrevivido y aún tocaban lo mismo. El documental terminó siendo un recorrido visual por una deteriorada Habana y luego sigue el triunfo “emocional” de su gira, coordinada por Juan de Marcos González, con tomas de Ry Cooder fumando tranquilamente un tabaco en medio de una playa desierta, que se ven como el hechizo popular y miserable, ante los ojos condescendientes del hombre blanco desarrollado.
La cultura japonesa le fascina, así como el cine de Yasujiro Ozu. En los últimos años ha pasado mucho tiempo en ese país. En 1985 realizó Tokyo Ga, un documental sobre el Tokio de Ozu y su impacto en Japón, pero le pareció que a poco más de 20 años de su muerte, ya quedaba poco de ese Japón y lamentaba la occidentalización del país.
Perfect Days, su largometraje más reciente, originalmente se pensó como otro documental sobre el mundo de Ozu, pero luego decidió realizar un filme de ficción en el estilo de Ozu. Nada más desatinado que intentar reproducir el estilo de un grande.
Perfect Days sigue la rutina diaria de Hirayama, un hombre cuyo trabajo es limpiar los inodoros públicos de Tokio. Con gran rigor, Hirayama se despierta todos los días a la misma hora. Antes de salir toma una bebida fría de una máquina que se encuentra frente a su humilde apartamento. Monta en su auto y va directo a sus faenas, que las ejecuta con gran seriedad y sentido de responsabilidad (sus compañeros de trabajo son gente joven, que toman su trabajo como algo de paso y son bastante irresponsables). Hirayama es un hombre culto, cada vez que regresa a su casa lee a Faulkner, a Patricia Highsmith o a Aye Koda. Le gusta la música americana y cuando oye música es The Animals, Patti Smith, Lou Reed y Nina Simone.
Es obvio de que Hirayama está muy por encima del trabajo que hace (aunque nadie en realidad está por encima de su trabajo). Parece en paz, retratando árboles o yendo a restaurantes humildes en los cuales es tratado con deferencia. Wenders nunca nos muestra por qué está ahí, pero a mucho más de la mitad del filme, lo visita una sobrina y cuando la madre (hermana de Hirayama) la viene a recoger, le pregunta si es verdad que limpia inodoros y Hirayama se ve algo avergonzado al responder.
El filme ha cautivado a muchos, que lo defienden como una mirada a un hombre en paz, un hombre Zen. Pero puedo encontrar cientos de personas que hacen lo mismo, en muchos países, sin que se les llame “iluminados”. Pero parece que Japón es más exótico al ojo occidental. Wenders parece ser de esos hombres muy cultos que buscan su propia iluminación en culturas ajenas a la suya porque le parece que el occidente decae.
Pero nada de eso aparece en el filme. Nos somete a repeticiones de estas rutinas, sin descanso, al menos durante la primera hora. Es cierto que no juzga ni explica, lo cual es su mérito, pero entonces, es inexplicable la razón de todo esto. El filme es un perfecto tedio que se siente como una tortura.
El filme, según Wenders, está inspirado en la canción de Lou Reed titulada “Perfect Day” pero cualquiera que conozca la letra sabe que el “perfect day” de Reed no tiene nada que ver con el de Hirayama.
Perfect Days está filmado con imágenes poéticas, en parte gracias a la gran fotografía del alemán Franz Lustig, quien había trabajado con Wenders en The Palermo Shooting. El guion (si es que aquí hay alguna narrativa), fue escrito por Wenders y Takuma Takasaki, quien escribe, con este filme, su segundo guion para largometraje. Wenders lo maniobra bien y reduce al mínimo su aspecto narrativo. Asimismo, el elemento dramático está llevado a su mínima expresión.
Quien le da vida al filme es el actor japonés Yakusho Koji a quien he visto en 13 Assassins, Tempopo y Babel. Es un actor extraordinario que se hace indistinguible de su rol. De no haber sido por su presencia, me hubiera levantado en la primera hora, El filme fue la propuesta japonesa a los óscares de este año, pero perdió ante Zone of Interest.
Perfect Days (Japón/Alemania, 2023). Dirección: Wim Wenders. Guion: Wim Wenders y Takuma Takasaki. Dirección de fotografía: Franz Lustig. Con: Yakusho Koji. De estreno amplio en todos los Estados Unidos.
© cubaencuentro
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