Falleció en Miami el diseñador Carlos Caso
Fue el responsable del aspecto gráfico de la revista Encuentro de la Cultura Cubana y los libros de la Editorial Colibrí
El pasado lunes 14 de octubre falleció en Miami el diseñador gráfico cubano Carlos Caso, a causa de una enfermedad con la cual venía batallando desde comienzos de año.
Su nombre completo era José Carlos Caso Fernández y había nacido en La Habana, el 18 de noviembre de 1963. Cursó los estudios primarios en la escuela Lidia Doce y la secundaria en la Camilo Cienfuegos, ambas pertenecientes al barrio capitalino del Cerro. Al terminar el décimo grado, había definido su vocación por el dibujo y comenzó a estudiar diseño en la escuela de nivel medio de esa especialidad de El Vedado. En la década de los 80, completó esos estudios en el Instituto Superior de Diseño Industrial. Inició su labor profesional en el estudio de diseño de René Azcuy y Umberto Peña, quienes pasaron a ser sus mentores. Caso siempre los consideró sus maestros y con ambos mantuvo una gran amistad hasta el final de sus días.
En 1990, Caso se trasladó a España, donde se casó, y de ese matrimonio nacieron sus dos hijos, Pablo y Diego. Desde su fundación en 1996 hasta que dejó de editarse en 2009, fue el director artístico de la revista Encuentro de la Cultura Cubana. Paralelamente, realizó una labor similar para la Editorial Colibrí, fundada en Madrid por Víctor Batista Falla en 1998. Asimismo, durante una larga etapa se encargó de diseñar la página web de Cubaencuentro. Desde 2010 residía en Miami, donde pasó a trabajar en el periódico El Nuevo Herald.
Carlos Espinosa Domínguez, colaborador habitual de este diario, nos ha remitido estas palabras que redactó al conocer la triste noticia de su deceso:
“Cuando muere una persona cuya vida y ejecutoria posee alguna significación, es un lugar común decir que es una pérdida para el campo en el cual se destacó o realizó su aportación. No importa si hacía ya unos cuantos años que, por su avanzada edad, esa persona nada más podía aportar. En cambio, el prematuro fallecimiento de Carlos Caso sí cabe calificarlo con propiedad de pérdida, pues aún le quedaba mucho por dar.
“Además de conocer y apreciar, por supuesto, su labor en la revista Encuentro de la Cultura Cubana y en la Editorial Colibrí, tuve el privilegio de trabajar con él en la edición de siete libros, tres míos y cuatro de otros autores. Su contribución en todos fue en excelente y se materializó en unos libros de impecable factura. Como diseñador, poseía un gran profesionalismo y un indudable talento y no había un detalle, por más mínimo que fuese, que no cuidara. Esos siete títulos denotan además una unidad de estilo, pero eso no significaba rigidez en los recursos expresivos.
“Le bastaba un brevísimo resumen del contenido del libro para que, a los pocos días, me enviara una propuesta de cubierta resuelta con elegancia y síntesis expresiva. No hubo una sola a la que yo le pudiera poner alguna objeción. Recuerdo lo agradablemente sorprendido que quedé cuando recibí la correspondiente al poemario de Félix Lizárraga Fuga del bosque. Había diseñado la cubierta con solo un par de elementos —una hoja roja sobre un escudo— en un fondo blanco. Y además, a los textos reproducidos en la contraportada les había dado un tratamiento muy creativo. Son, en suma, siete ediciones de las cuales estoy tan orgulloso como agradecido a Caso.
“Día vendrá, espero yo, en que se haga una valoración justa del trabajo como diseñador gráfico de Caso. Las breves líneas que he hilvanado apresurada y torpemente no son más que, para decirlo con palabras de Jorge Mañach, un modesto tributo que va en prenda del que habremos de rendirle cuando no sintamos tanto el hueco de su ausencia”.
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