Estoy de acuerdo. Tenemos que dejar todo lo negativo atrás. No sólo los cubanos, sino todos en el mundo. Los judíos a olvidarse de su Holocausto. Nosotros de nuestro Holocastro. Tenemos que ser superficiales, bondadosos, perdonar los muertos, los presos, los desaparecidos en el mar Caribe, los fusilados en Cuba, el apartheid, el racismo, los golpes, que sólo ayer, le propinaron a Reinaldo, el esposo de Yoani. Yo sé que la música de Yoani es otra. Ésa quizás no le interesa a Vanessa. Quizás tampoco a Formell, con su pésele a quien le pese. Ésas indirectas, ¿para quién son? Aclaro que los Van Van me encantaban. Aún tengo la nostalgia de aquel tiempo cuando yo estaba ciego. Y fíjense que utilizo el imperfecto. Pero la música está hecha por hombres, y esos hombres hablan, apoyan, dicen. ¿Puede alguien responderme por qué los judíos se oponen a la música de Richard Wagner? ¿Por qué Formell y su hija no toman consciencia de la diferencia y respetan el dolor ajeno? ¿No saben acaso que ese Miami que critican, que Vanessa, indolentemente, llama negativo, está hecho por exiliados que lo levantaron para que ellos ahora puedan hablar por una emisora de radio? Yo creo que hay que ser muy mal agradecido para olvidarse de eso. Y digo malagradecido, por o decir una obscenidad. Al mismo tiempo, ¿desde cuándo Cuba Comunista, ha diferenciado entre arte y política? ¿Por qué el consciente de Juan Formell no se pone los pantalones y en vez de criticar a las víctimas no critica al victimario? Por una sencilla razón: no tiene cojones para hacerlo, como tampoco los tiene Amaury Pérez. Es que el diablo los crea y ellos se juntan. Y, para buen entendedor aquel sabio refrán usado desde la Inglaterra del siglo XVI: Birds of a feather flock together.