Actualizado: 29/04/2024 7:40
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La Biblioteca de Babel, Literatura, Literatura cubana

La Biblioteca de Babel

María Antonia Borroto Trujillo confiesa que antes prestaba libros. Ahora es muy cauta, pues la vida le ha hecho aprender que ciertos libros no se prestan. Y siempre devuelve los que le prestan, a no ser que haya notado desde el principio algún desinterés en el dueño

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Aunque ha incursionado en la narrativa —en 2016 publicó el libro de cuentos El escritor y la bibliotecaria—, María Antonia Borroto Trujillo ha concentrado su trabajo en la investigación, el periodismo y la recuperación del patrimonio cultural e histórico cubano, particularmente el camagüeyano. Licenciada en Comunicación Social, alcanzó después un doctorado en esa especialidad.

Durante varios años se dedicó a la actividad periodística en el semanario Adelante. Hasta que dejó de salir, perteneció al consejo de redacción de La Liga, revista digital de arte y literatura proyecto de la Asociación Hermanos Saíz. Textos suyos han aparecido en publicaciones como Casa de las Américas, Cine Cubano, La Gaceta de Cuba, La Siempreviva y el Anuario del Centro de Estudios Martianos. Su bibliografía la integran La novia de Martí (2001), Lectura en dos orillas (Entrevistas a escritores camagüeyanos) (2003), Palpitación de lo diario: un costumbrista llamado José Martí (2008), Imagen múltiple de la ciudad. Tres cronistas miran La Habana (2009), Páginas volanderas, (2009), Conversaciones gustosas (2011), Ansias de traspasar el horizonte: estudios sobre Julián del Casal (2012), Julián del Casal: modernidad y periodismo (2016) y Arreglamundos: mujeres y periodismo en Cuba (2018). Suya es también la compilación Páginas bien condimentadas. Crónicas de Bohemia (1946-1959), con la cual rescató del injusto olvido en el cual se hallaba la escritora Rosa Hilda Zell (su salida fue reseñada en este diario por quien firma estas líneas).

Otra labor que consume buena parte de su tiempo es la coordinación del portal El Camagüey (elcamaguey.org). Se trata de una labor realmente valiosa, y a base de paciencia y búsqueda en las bibliotecas y otras fuentes, ella ha convertido esa web en una suerte de enciclopedia audiovisual. Es un proyecto autónomo que puso en línea el 30 de agosto de 2020, y sus más de 500 publicaciones están organizadas en las secciones Historia, Arte, Misceláneas y Arquitectura. Predominan los textos tomados de fuentes primarias, inéditos algunos hasta el momento de su inclusión en el website. También incorpora archivos de sonido o audiovisuales, como canciones y poemas leídos por sus autores.

La investigación y la escritura Borroto Trujillo las combina con la docencia. Imparte clases en la filial camagüeyana del Instituto Superior de Arte, una actividad que confiesa disfrutar mucho. Aún le queda tiempo para ocuparse de las tareas domésticas, y le agradezco que haya sacado un hueco para permitir a las lectoras y lectores de Cubaencuentro husmear en su biblioteca.

1-¿Cuántos libros tiene tu biblioteca?

Calculo unos tres mil. He regalado muchos en los últimos tiempos, tanto a instituciones como a amistades.

2-¿Cómo los tienes organizados: por autor, por temas, por áreas lingüísticas o indiscriminadamente?

Por temas, aquellos que utilizo para mis clases o para investigaciones; por áreas lingüísticas, la ficción; la literatura cubana está aparte, y allí no prevalece un único criterio. Y hay cierta movilidad y hasta provisionalidad en mis libreros: agrupo temporalmente aquellos con los que estoy trabajando de manera puntual, y, por supuesto, desde el surgimiento del sitio web El Camagüey (elcamaguey.org) todo lo concerniente a esta región está muy bien organizado y a la mano.

3-¿Qué criterio sigues para comprar: un criterio racional, la recomendación de un amigo, las críticas que se publican o te dejas llevar por el impulso?

En los últimos tiempos trato de ser muy racional, por cuestiones sobre todo de espacio, y también porque leo mucho en formato digital.

4-¿Qué haces para controlar la superpoblación, la cantidad excesiva de volúmenes?

Periódicamente hago verdaderas purgas, y me deshago de textos que es casi seguro que no voy a leer o de otros que ya tengo en formato digital. Claro, me deshago de alguno que ya tenga en soporte digital si el ejemplar en cuestión no me resulta muy querido.

5-¿Cuál es el ejemplar más valioso que posees?

Tengo varias colecciones de crónicas editadas a finales del siglo XIX e inicios del XX y muchos libros de autores camagüeyanos autografiados. Son la constancia de una época y de mis trajines periodísticos. Muy preciados son también para mí los que me hizo llegar Romel H. Zell, el hijo de Rosa Hilda Zell: sendos ejemplares de Arroz con mango y de Cunda y otros poemas, autografiados por Rosa Hilda Zell, y una edición de los Por quéCuentos negros de Cubadedicado por Lydia Cabrera a Rosa Hilda.

6-¿Cuál es el libro que más veces has releído?

No voy a mencionar a Julián del Casal y otros periodistas cubanos porque, por razones obvias, varias veces tuve que volver sobre sus textos. Creo que mi lectura más recurrente, sobre todo en los últimos años, ha sido Jorge Luis Borges.

7-¿Hay títulos de los cuales tienes más de una edición?

Sí, de las Obras Completas de Martí. Por ejemplo, de Eliseo Diego tengo su poesía reunida en un volumen y todos los poemarios: son los que de momento me vienen a la mente.

8-¿Tienes un lugar específico para los libros escritos o editados por ti, eso que podríamos llamar la egoteca?

Los guardo en mi escaparate, junto con las cosas que uno suele guardar en un escaparate. No sé cómo podrá interpretarse eso, ni me preocupa mucho. Solo sé que así los tengo más a la mano para regalarlos y, al mismo tiempo, me es más fácil olvidarlos. Mantengo cerca alguno que sea muy necesario para mi propio trabajo.

9-¿Lees solo libros impresos o también electrónicos?

Leo muchos libros electrónicos: en Cuba ha sido la manera de acceder a contenidos que de otra manera serían inalcanzables. Ha sido muy útil para mi trabajo en El Camagüey el acceso a bibliotecas digitales que contienen verdaderos tesoros de la cultura cubana. He debido adaptarme a los nuevos formatos, tanto para leer novedades editoriales como textos antiquísimos y que, al ir “descubriendo”, también son, desde cierto punto de vista, nuevos.

10-¿Acostumbras prestar libros a tus amistades?

Antes sí, ahora soy muy cauta. Y la vida me ha hecho aprender que ciertos libros no se prestan.

11-¿Devuelves los libros que te prestan?

Aunque parezca raro, sí; a no ser que haya notado desde el principio algún desinterés en el dueño.

12-¿Tienes un lugar y un horario fijos para leer?

Para leer y trabajar sí tengo un espacio; en cuanto a los horarios, no. Y volviendo a los libros digitales y al contexto cubano: en una Tablet se puede leer hasta en medio de un apagón nocturno…

13-¿Sueles subrayar y anotar los libros que lees?

Y usar marcadores, doblarlos, colocarles pegatinas…

14-¿Eres monógama para leer o lees más de un libro a la vez?

En cuanto a la lectura por mero placer (o sea, no asociada a un compromiso puntual), monógama. En asuntos de trabajo es casi imposible serlo.

15-¿Qué libro estás leyendo ahora?

Estoy preparando para El Camagüey una serie de publicaciones dedicadas a la familia Borrero, lo que me tiene leyéndolos a ellos y, también, interesantísimas aproximaciones a su ámbito. Me absorbe tanto que apenas me deja tiempo para otras lecturas, digamos de puro placer. Aunque, pensándolo mejor, al responderte así me traiciono: hay mucho placer en esas lecturas que son parte del trabajo, trabajo gustoso, como le llamaba Juan Ramón Jiménez.

16-Por último, si alguien quisiera iniciarse en la lectura y te pidiese ayuda, ¿qué diez títulos le recomendarías leer?

Hay una idea de Borges que me encanta, asociada al contrasentido que es la lectura obligatoria, y asociada, sobre todo, a la lectura como búsqueda de la felicidad. Si lo asumimos así, responder se vuelve entonces muy difícil, y habría que tener en cuenta muchísimos factores. A mis estudiantes en la filial del ISA, por ejemplo, les recomiendo leer a los grandes cronistas, sobre todo cubanos (e incluyo siempre esa joya que es Estampas de San Cristóbal, de Mañach), pues creo que es una manera amable para que los reacios a la lectura se dejen sorprender y puedan conocer mejor Cuba.