Actualizado: 18/04/2024 23:36
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126 libras de chocolate

Eligio Sardiñas Montalvo: De campeón mundial de boxeo a una vida sin Esperanza.

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— No lo entiendo. ¿De qué se ríe? No creo una palabra, salvo lo del comercial de chocolate, porque vi el cartel en el comedor. La muerte de Black Bill también es mentira, ¿verdad? ¡A quién se le ocurre suicidarse de esa manera!...

— A Black...

— Usted está inventándolo todo. He investigado sobre Jack Kid Berg, por ejemplo, y nadie afirma que fuera un caballero. Más bien tenía malas pulgas. Usted lo confunde.

— Tú me confundes.

— ¡Un cheque en blanco, firmado! Puro cuento. A ver, ¿cómo se llamaba el cabaret de Sugar Ray Robinson? ¿Acaso Cotton Club? No me cuente la película, Kid. No puedo escribir una historia si no me la creo. Con suerte, será el reportaje a un viejo loco que le habla a los retratos. ¡Vaya fantasía!

— Pregúntale a Pincho, chico: él estaba ahí.

— Pincho se murió hace mil años.

— Pregúntale a Black Bill.

— Se suicidó... ¿Recuerda? Se capó de un balazo. ¡Táyaba!

— Soy la última carta de la baraja. Piensa lo que quieras, blanquito. No escribas nada. Loco o no... la Historia habla de mí. Estamos borrachos.

— ¡Borracho, usted!

— Dame un trago, por favor —dijo y estiró la mano. El vaso temblaba entre sus dedos. Las uñas arañaban el cristal—. Respétame. Estoy viejo. Merezco respeto.

— Dice que buscó a su novia en ciento once mujeres...

— No jodas. Deja la descarga. Hablas mucho. Créeme y ya.

— Dice que nunca la ha olvidado, y a la hora de los mameyes se le escapa, la deja ir. Raro, ¿no?

— No la dejé ir.

— Claro sí.

— ¿Quién te crees?

— Debería estar acá, con usted.

— No entiendes nada. Estás trocado, blanquito. Te digo que no, carajo, que no la dejé ir —dijo y golpeó sus puños, nudillos contra nudillos, como quien se ajusta unos guantes—. Yo fui el que se fue.

La confesión me pegó en la cara.

— ¿Por qué? —quise saber, recostado a las cuerdas.

— ¿Por qué lo hice? No sé...

Chocolate echó al suelo un chorrito de aguardiente —el homenaje cubano a nuestros muertos.

— ¡Por el viejo Black Bill!

Kid me miró a los ojos. Tenía las pupilas amarillas, venosas. Tuve la impresión que había un niño al otro lado de sus párpados. Bajé la guardia. Yo estaba derrotado.

— Mentira. Sí sé. Me acobardé... Soy hombre. Ya no tengo ganas de pelear. No hay nada más triste que una pinga muerta.

Eligio Sardiñas Montalvo se retiró del boxeo en 1938 con récord de 135 victorias, 9 derrotas y 6 decisiones nulas. Murió en La Habana el lunes 8 de agosto de 1988 —sin Esperanza.


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Kid Chocolate de frenteFoto

Kid Chocolate.

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