Sociedad

Añoranzas conservadoras

Divorcio, padres, hijos y educación: ¿Cuál es el futuro de la familia cubana?

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Ana Laura es una niña algo "extraña". En el aula de cuarto grado, es la única hija de padres no divorciados, por lo que carga con todas las burlas en las conversaciones escolares sobre sexualidad y preparación para la vida.

El chiste es todavía peor cuando Laurita, como la llaman sus abuelos, comprueba que las costumbres de esperar la Navidad, dormirse con las fábulas de príncipes y cerditos que le narra su papá, o de "no interferir en las conversaciones de los mayores", no las observa en las casas de sus amigos.

"La vida de mis compañeritas de aula es distinta, a muchas de ellas sus madres les presentan un nuevo 'tío' a cada rato y hasta les dejan comprar vídeos de perreo", dice. Ana Laura no entiende el tema y pregunta a su madre desde los diez años: "¿Una tiene que tener siempre el mismo papá?".

La cuerda rota

En Cuba ha aumentado la cifra de divorcios en más de un 300%, con respecto a veinte años atrás. La preocupación ha transitado por los pasillos de las oficialistas organizaciones de masas y los llamamientos han sido contundentes: "se tienen que analizar las causas".

Los números rojos aparecieron a raíz del último Censo de Población y Vivienda, organizado por el gobierno a principios de la década, donde se conoció que la inmensa mayoría (se hablaba por aquel entonces de más de la mitad de los casos registrados) de los matrimonios se divorciaban antes de los diez años de haberse consumado.

A la tarea de investigar las posibles causas que lo ocasionaban se sumaron la Universidad de La Habana, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y algunos trabajadores sociales. Los resultados del análisis no se hicieron esperar. Aunque el Estado no se ha publicado versiones completas, algunos números se han filtrado.

"Es increíble el nivel de informalidad que han tomado las relaciones de pareja", declaró a ENCUENTRO EN LA RED una activista en Santiago de Cuba de la oficialista FMC, quien exigió no fuera revelada su identidad.

Al preguntársele por las posibles causas, aseguró: "La llegada del período especial cambió el pensamiento y el accionar de los cubanos. Antes uno se casaba por amor, porque le gustaba la persona. Ahora todo ha cambiado, la búsqueda de soluciones económicas ha resquebrajado los conceptos morales de muchas personas".

Sin embargo, el asunto se complejiza aún más cuando se comprueba que del total de parejas que se unen, sólo el 35% lo hace por la vía oficial. Conceptos como "juntarse" se convierten en cotidianos, pero también esa inmensa mayoría recoge los mismos malos frutos y hacia ellos también van dirigidos los estudios del gobierno.

Marla es madre de dos niñas, de ocho y once años, respectivamente. Vive en el reparto Abel Santamaría: "Mis hijas son de distintos padres, pero nunca me he casado oficialmente con ninguno". Sin vínculo laboral, vive con el resto de su familia en un apartamento de dos habitaciones. "Siempre quise formar un hogar, de esos que salen en Cuando una mujer (programa de la televisión nacional que aborda temas relacionados con la familia desde conceptos sociales idílicos), pero ningún hombre quiere compromisos hoy en día", alega.

Ahora forma parte de las personas incluidas en los programas priorizados por la oficialista Comisión de Prevención y Atención Social. "Quieren ofrecerme trabajo y me preguntan constantemente cómo educo a mis hijas. ¿Cómo lo hago? Con el corazón, luchándola a cada instante, pero sola", concluye.

Nuevos conceptos, ¿nuevos valores?

En un reciente artículo publicado por la revista Bohemia con el título "Romeo y Julieta en tiempo de reguetón", se intenta dar un matiz abstracto y poco peligroso al problema. La periodista fue a la caza de la doctora Patricia Arés, presidenta de la Sociedad de Psicología de Cuba. En sus declaraciones, la entrevistada asegura que, entre otros factores, en los últimos años se han promovido nuevos métodos matrimoniales que eran casi nulos en el país antes de los noventa.

Se trata de los llamados "noviazgos convivientes", una forma "de dilatar el noviazgo, no siempre con miras al matrimonio, en una situación de convivencia media con los padres", según Arés.

Para la población, la fórmula es más sencilla: casarse cuesta mucho hoy en día y mantener el matrimonio, aún más. No en vano los problemas de convivencia ocupan un lugar destacado entre los principales conflictos de pareja, según estudios realizados por especialistas de la Sociedad de Psicología.

"Nunca tuvimos la más mínima intimidad. La casa tiene dos cuartos y viven diez personas, fueron complicándose las cosas y tuve que irme de allí", asegura un joven de treinta años, divorciado hace poco tiempo. "No me hubiera gustado dejarla, pero cuando tuvimos el niño, perdimos todo tipo de contacto sexual y tuve que resolver mi problema en otro lado".

Sin embargo, las organizaciones oficialistas intentan ocultar un problema, que es parte fundamental del descalabro matrimonial existente en Cuba en estos momentos, según opina David, sociólogo consultado por ENCUENTRO EN LA RED. "Los patrones de conducta impuestos por el régimen han socavado la moral y la ética de la sociedad. Ahora los niños se becan y comienzan a vivir en la más explícita promiscuidad, lejos de los patrones familiares. El desapego de los padres incide en que crezcan sin ataderos formales".


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