CON OJOS DE LECTOR

El primer bolchevique español

Hostilidad de algunos periodistas, incidentes joviales y comentarios antimonárquicos caracterizaron la visita que Valle-Inclán realizó hace 85 años a Cuba.

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Un conversador admirable

Al preguntársele por algunos colegas y compatriotas suyos, no se corta la lengua para decir lo que piensa sobre ellos. De Eugenio D'Ors comenta que "nadie lo conoce en España; escribe en catalán. Al principio tenía unas cosas bien, aquello de las arbitrariedades; pero ahora es muy arbitrario". Acerca de Francisco Villaespesa expresa que es "un poeta de grandes condiciones. Lástima que le falte el espíritu crítico". Y agrega que para él sólo hay dos grandes poetas en España: Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. De José Ortega y Gasset declara que "en un primer momento no estuvo mal; pero es un hombre vendido a sectas. Estuvo sólo cinco semanas en la revista España, que es obra de Luis García Bilbao, que en ella se gastó toda su herencia; el mayor orgullo de Gasset, sin embargo, es decir que él la fundó. Sus Meditaciones de El Escorial son absurdas; no ha comprendido el secreto de El Escorial. Mire usted: hace unas largas disertaciones sobre el estilo del edificio, sin darse cuenta de que la armonía del conjunto del edificio y lugar, no resulta, desde luego, sino de la identidad del material empleado, que es el de la misma tierra, resultando una unidad perfecta. En ningún modo es cosa del estilo, que lo mismo hubiera sido el druídico que el greco-romano".

Quienes lo entrevistaron en Cuba alabaron sus admirables dotes como conversador, y también su capacidad para pasar de un tema a otro. En otra de las declaraciones recogidas por la prensa, Valle-Inclán se refiere al interés que suscita en España lo que se escribe en América. Ante el comentario de un periodista de que, sin embargo, se conocen poco los autores de esta orilla, replica: "¡Ah! La culpa es de los libreros que no llevan a España la producción de América". Elogio a Leopoldo Lugones, en su opinión, uno de los cerebros más potentes de estas tierras. Y tiene sinceras alabanzas para Rubén Darío: "Fue un reformador del castellano. Sus poesías son de una musicalidad que sorprende. Todas las palabras por él empleadas tienen el valor exacto y poseen una fuerza de expresión como jamás otro poeta ha conseguido imprimirles. Fue Rubén el genio. Y era hombre bueno. No conocía la envidia, ni el rencor, no el sentido de venganza".

No faltaron, por supuesto, las características boutades valleinclanescas. En ésta que reproduzco a continuación repite ideas que expresó en más de una oportunidad: "Las dos únicas cosas que no pueden ser: que se me hubiera designado Académico o que el Rey me hubiera dado un título. La primera, porque para ser Académico hay que solicitarlo, y yo nunca lo he solicitado. La segunda, porque no es el Rey quien podría darme a mí títulos nobiliarios, que los tengo de Flandes y España; yo sólo necesitaría pagar los derechos de la corona y usarlos por derecho propio. Pero necesitaría tener veinte mil pesos para pagar esos derechos, y no los tengo. Ya ve usted cómo uno que tiene desde siglos derechos de nobleza, no puede usarlos, y los usa quien nunca los tuvo, pero tuvo ahora para comprarlos del Rey".

Semanas después de haber dejado la Isla, apareció en un diario habanero una entrevista en la cual Valle-Inclán se vengó sarcásticamente de quienes al inicio lo acogieron con hostilidad. El 8 de diciembre, el Diario de la Marina se refiere a ello en un artículo titulado Continúan las intemperancias de Valle-Inclán. Allí se dice que el autor de las Sonatas ha decidido "rectificar" (ya se verá por qué las comillas) las manifestaciones que hizo en México al periodista cubano Ruy Lugo de Viña, que tanto revuelo armaron cuando aparecieron. Los redactores se remiten al periódico La Prensa, en donde se publicaron las precisiones del "admirable novelista y amargado compatriota".

Comienza Valle-Inclán por protestar por la cuarentena que fue obligado a cumplir antes de permitírsele entrar en la Isla, e insinúa "malquerencias o negligencias del cónsul español en La Habana". Niega rotundamente haber dado entrevista alguna a Lugo de Viña, y considera absurdo todo lo escrito por él. Comenta su alejamiento de la colonia española en México, y afirma que "los prohombres de ésta le ofrecieron espléndidas posibilidades si renunciaba a sostener en sus conferencias determinados puntos de vista sobre el problema agrario, a lo que él se negó prefiriendo condenar la actitud de los terratenientes de México, que rehúsan aceptar la emancipación del indio y hasta su aumento de jornal". Asimismo lamenta la intervención del ministro de España ante el gobierno mexicano, en contra de las Juntas Agrarias. Valle-Inclán expresa, por último, que no injurió al Rey de España, aunque insiste en suponer que "ante una revolución huirá como hizo el rey Manuel de Portugal y como huyó el káiser Guillermo de Alemania".

El párrafo final del artículo del Diario de la Marina resume muy bien la venganza que se tomó el escritor gallego, una vez que estaba fuera de Cuba: "Las nuevas declaraciones de Valle-Inclán que en el fondo no hacen más que confirmar las que niega haber hecho en México, ocupan varias columnas de La Prensa y concluyen rogando al periodista que no rectifique nada, que no rectifique a nadie, que no hay nada que rectificar".


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