México

¿Continuismo o ruptura?

Más de 71 millones de mexicanos están convocados a las elecciones más reñidas de la historia del país.

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El legado de Fox

El presidente Fox, a merced de un abultado gasto en spots difundidos por radio y televisión durante todo su gobierno, disfruta de amplias simpatías entre la población, por lo que no es rentable agredirlo frente al electorado; pero todos los candidatos se esfuerzan en hacer ofrecimientos de corte populista: bajar los precios de la luz y el agua, crear empleos, pagar el seguro social de los nuevos trabajadores, no subir los impuestos, construir viviendas, pagar subsidios a las personas de la tercera edad, etcétera, en un palmario reconocimiento de la ruina económica y social que heredarán del foxismo.

Ningún presidente se había beneficiado con los altos precios del petróleo, el incremento en las remesas de los emigrantes y los flujos turísticos. Son miles de millones de dólares anuales recibidos que, sin embargo, no han servido para alentar la economía ni mejorar la distribución del ingreso.

Por el contrario, creció la emigración hacia Estados Unidos y se amplificaron las zonas de miseria, al tiempo que el narcotráfico y el crimen organizado desbarataron los hilos legales del tejido social. La piratería y el 'narcomenudeo' han invadido las zonas populares de prácticamente todas las ciudades del país.

Vicente Fox se empeñó en subordinar unilateralmente su política exterior hacia Estados Unidos, sin obtener nada a cambio, y por dinamitar la rectoría del Estado otorgando privilegios a poderosos intereses empresariales, como los deudores de los bancos, los vendedores de grandes corporaciones sin el pago de impuestos, la entrega de permisos para operar casas de apuestas a las televisoras y la cesión a estas mismas de una legislación que estorba cualquier amago de competencia por parte de otros inversionistas.

Entre las aportaciones positivas del actual gobierno del PAN, están su compromiso con los derechos humanos en el mundo, que lo llevó a convocar la instalación de una oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas en México, el rechazo a la guerra de Irak por la coalición encabezada por Estados Unidos y, en lo interno, su respeto a las libertades de expresión y manifestación de las ideas.

México y el mundo

Los tres candidatos o sus asociados están cruzados por la corrupción, un fenómeno que se ha enquistado en la sociedad mexicana. Igualmente, los tres han eludido fijar una postura en materia de política internacional.

Por los antecedentes, podríamos colegir que Felipe Calderón estaría ante la perspectiva de continuar con la subordinación a Washington, Roberto Madrazo privilegiaría la no intervención en asuntos de otros países por encima del respeto a los derechos humanos y Andrés Manuel López Obrador tendría a la mano la tentación de aliarse con sus parientes ideológicos: Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, o propiciar un acercamiento con el socialismo democrático al estilo de Michelle Bachelet o Néstor Kirchner.

Fox dejará tras de sí un panorama de instituciones y sectores sociales lastimados que ninguno de los candidatos podrá dejar de reparar. El problema es que cualquiera que resulte ganador se verá ante un esquema en el que no dispondrá de una mayoría congresional suficiente para gobernar. El que gane, necesariamente tendrá que dedicarse a negociar, buscar acuerdos, cohabitar con la oposición, si es que quiere que el país no se siga rezagando en el boom de la globalización.

En resumen, cualquiera de los tres principales candidatos puede triunfar en la elección presidencial, y quien lo haga tendrá que trabajar para construir un clima de amistad y de concordia que aproveche la fortaleza histórica y los enormes recursos que México recibe. Reimpulsar el crecimiento, combatir la miseria, la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico, son tareas colosales que exigen esfuerzos casi sobrehumanos.


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