Corea del Norte

La larga paranoia

¿Abandonará definitivamente Kim Jong-il la carrera nuclear a cambio del petróleo que su país necesita?

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El acuerdo logrado recientemente por Estados Unidos, Corea del Sur, China, Japón y Rusia con Corea del Norte, para que esta última renuncie a su programa nuclear, ha develado los entresijos de largas negociaciones que concluyeron con una firma que, aunque a primera vista resulte ventajosa para Pyongyang, contribuye por el momento a aliviar las tensiones en esta parte del mundo.

Corea del Norte fue sancionada en octubre por la ONU tras realizar su primer ensayo nuclear. Su programa, iniciado hace tres décadas, ha devenido una de las dos crisis atómicas abiertas en el planeta, junto con la de Irán.

El documento firmado en la capital de China, de cuatro páginas y siete apartados, señala pasos iniciales como el cierre y sellado del principal reactor norcoreano, Yongbyon, y la entrada de los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) en el plazo de 60 días. La buena voluntad del régimen se pondrá a prueba de acuerdo con las facilidades que brinde a los representantes de la AIEA y con la instalación de cámaras y dispositivos para controlar el programa nuclear norcoreano.

A cambio, Pyongyang recibirá en ese plazo un envío de 50.000 toneladas de petróleo por parte de Estados Unidos, Corea del Sur, China y Rusia. Japón no participará en la ayuda hasta que no resuelva sus problemas históricos con Pyongyang.

Comportamiento impredecible

En una segunda fase, Pyongyang deberá facilitar una descripción detallada de todas sus instalaciones nucleares (unas tres más, entre ellas un programa secreto de enriquecimiento de uranio) y desmantelarlas por completo, con lo que recibiría el resto de la ayuda hasta completar el millón de toneladas de petróleo.

El acuerdo incluye la creación de cinco grupos de trabajo que supervisarán estos aspectos y el establecimiento de lazos diplomáticos de Pyongyang con Washington y Tokio.

Durante más de tres años de diálogo, Pyongyang ha mostrado un comportamiento impredecible y voluble en las negociaciones. Desde su ensayo atómico, "los seis" han desplegado una frenética actividad diplomática para lograr este acuerdo, que muestra, en primera instancia, que el régimen de Kim Jong-il atraviesa por un grave período de dificultades económicas.

El papel de Pekín fue decisivo para lograr el acuerdo, aunque algunos analistas chinos se muestran algo escépticos sobre el futuro.

"Es un buen acuerdo, pero no han tocado todavía el tema de las armas nucleares ya existentes", declaró el catedrático chino Shi Yinhong, de la Universidad Popular de Pekín, considerado uno de los principales expertos en el conflicto coreano. "Es muy valioso para Pyongyang, porque recibirá ayuda sin haber cerrado todos sus reactores", añadió Shi.

"Se calcula en unos 50 kilos el material nuclear producido, hay que precisarlo más y tiene que ser parte de la declaración que emita Pyongyang sobre sus programas en la primera fase", reconoció, por su parte, el negociador estadounidense Christoper Hill.

La diferencia con el Acuerdo Marco de 1994, firmado por la administración de Bill Clinton, es que se habla de "desmantelar" y no sólo de "congelar" los programas nucleares de Pyongyang. Es bueno recordar que el régimen norcoreano, cinco años después, violó lo acordado en 1994 y se descubrió que avanzaba a todo vapor en la carrera para dominar el arma nuclear.

En el caso de este nuevo acuerdo, sin embargo, se trata además de un proceso multilateral que limaría las diferencias históricas del Norte con sus vecinos y ayudaría a finalizar la situación de guerra técnica entre Pyongyang y Seúl, tras la firma del armisticio de 1953.

Pero las intenciones de Pyongyang son opacas. "Nadie ha hecho una interpretación lógica del cambio repentino de actitud del Norte", dijo el profesor Shi, "por lo que no creo que vayan a abandonar sus programas".


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