Actualizado: 29/04/2024 20:56
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Corea del Norte

La larga paranoia

¿Abandonará definitivamente Kim Jong-il la carrera nuclear a cambio del petróleo que su país necesita?

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Algunas reacciones

El acuerdo alcanzado con Corea del Norte, que requiere que ese país desmantele sus plantas atómicas, es "la mejor oportunidad" para la desnuclearización de la península norcoreana, afirmó el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. En un comunicado leído por su portavoz, Tony Snow, Bush afirmó que el pacto logrado en Pekín "refleja el compromiso común de los participantes en esas negociaciones con una península coreana libre de armas nucleares".

Por su parte, en una rueda de prensa convocada tras el anuncio del pacto, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, afirmó que el acuerdo es también un mensaje para Irán, el otro país con el que Estados Unidos y la ONU mantienen una disputa sobre su programa nuclear.

Según Rice, el mensaje a Irán es que "la comunidad internacional es capaz de aunar sus recursos, particularmente cuando los Estados de la región afectada colaboran, y que una diplomacia contundente ha logrado resultados". La secretaria de Estado insistió en que el acuerdo representa "un paso prometedor en la dirección correcta", aunque admitió: "nos encontramos aún al principio, queda mucho partido por jugar".

La cautela de Rice es compartida por el diario español El País, que en un editorial advirtió que "en el pasado el régimen comunista ha hecho mangas y capirotes de otros acuerdos y el conseguido en Pekín requiere por tanto la prueba de fuego de su puesta en práctica".

Buen punto de partida

Por lo pronto, se ha logrado que las dos Corea reanuden a finales de este mes, en Pyongyang, su proceso de reconciliación, tras pactar el pasado 15 de febrero el reinicio de las conversaciones interministeriales que permanecen bloqueadas desde hace siete meses.

Un comunicado divulgado por el Ministerio para la Unificación de Corea del Sur apeló al "espíritu de la declaración conjunta del 15 de junio", en referencia a la primera cumbre entre los dos países, celebrada en el año 2000.

En aquella ocasión, el entonces primer ministro surcoreano, Kim Dae-jung, y el líder norcoreano, Kim Jong-il, acercaron las hasta entonces irreconciliables posiciones de la Corea del Norte aislacionista y la Corea del Sur partidaria del libre mercado. Este contacto permitió que por primera vez se pudieran reunir familias coreanas separadas por la guerra que asoló la Península de Corea entre 1950 y 1953 y la dividió en dos países, uno en la órbita soviética y otro en el mundo capitalista.

Sin duda alguna, el acuerdo es un buen punto de partida, pero como recordaba un viejo analista de los asuntos coreanos: la crisis nuclear con Corea del Norte dista de haber sido zanjada.

El caldo de cultivo imprescindible para que el compromiso suscrito pueda llegar a buen puerto es que Estados Unidos y sus aliados asiáticos —Japón y Corea del Sur, directamente implicados— establezcan un camino para facilitar la comunicación del búnker comunista norcoreano con el resto del mundo, y que ellos mismos incrementen paulatinamente su cooperación con Pyongyang.

El régimen feudal de Kim Jong-il sólo puede llegar a ser fiable si es capaz de salir de su larga paranoia histórica.

Kim celebró su 65 cumpleaños unos días después de la firma del acuerdo, pero queda por demostrar si será capaz de romper el aislacionismo del régimen que encabeza, o si sólo dio luz verde para firmar el acuerdo con el objetivo de ganar tiempo y volver a las andanzas de los disparos de cohetes balísticos. El tiempo dirá la última palabra.


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