Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Palestina, Israel, EEUU

Baño de sangre en Gaza

La dirigencia palestina denunció “una masacre” mientras el primer ministro Benjamin Netanyahu defendió el uso de la fuerza porque “todo país tiene la obligación de defender su territorio”

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Los soldados israelíes mataron a 55 palestinos el lunes en la frontera con la Franja de Gaza tras disturbios y manifestaciones contra la inauguración de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén, que cumplió una de las promesas más controvertidas del presidente Donald Trump.

Esta fue la jornada más mortífera del conflicto israelo-palestino desde la guerra de 2014 en la Franja de Gaza.

La dirigencia palestina denunció “una masacre” mientras el primer ministro Benjamin Netanyahu defendió el uso de la fuerza porque “todo país tiene la obligación de defender su territorio”, dijo en Twitter.

“La organización terrorista de Hamas proclama su intención de destruir Israel, y envía con este fin a miles de personas para forzar la frontera”, agregó.

Los hechos del lunes provocaron preocupación en la comunidad internacional en un contexto de fuertes tensiones e incertidumbres regionales.

Turquía y Sudáfrica llamaron a consultas a sus embajadores en Israel.

Mientras los funcionarios estadounidenses e israelíes celebraban un momento “histórico” y la fortaleza de su alianza bajo una gran carpa blanca plantada en los terrenos de la nueva embajada en Jerusalén, decenas de miles de palestinos protestaban a pocos kilómetros de distancia, en la Franja de Gaza bloqueada.

Los más atrevidos, arriesgando sus vidas, enfrentaron los disparos de soldados israelíes arrojando piedras e intentando forzar el fuerte dispositivo de seguridad en la zona.

Según el ministerio de Salud en Gaza, 55 palestinos murieron por disparos israelíes en la frontera con Israel, y cientos resultaron heridos.

Desde el 30 de marzo, cuando comenzó la “gran marcha del retorno”, un movimiento de protesta masivo a lo largo de la frontera con Israel, han muerto 109 palestinos por disparos israelíes.

La decisión de Estados Unidos, denunciada y criticada por la casi totalidad de la comunidad internacional, rompe con décadas de diplomacia estadounidense y de consenso internacional.

Por ahora, solo Guatemala y Paraguay se han comprometido a imitar a Estados Unidos y trasladar su embajada a la Ciudad Santa.

La Autoridad Palestina acusó a Israel de cometer una “horrible masacre” en la frontera de Gaza con ese país y pidió “una intervención internacional inmediata para frenar” esta ofensiva, “cometida por las fuerzas israelíes de ocupación”.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu agradeció a Trump, que según él “hizo historia” al trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén.

El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, reafirmó el compromiso de su país con una “paz global y duradera entre Israel y palestinos”, pero no mencionó a los muertos en un escueto comunicado divulgado en Washington.

Miles de personas se manifestaron desde la mañana en la frontera entre la Franja de Gaza e Israel. Los soldados israelíes abrieron fuego cuando los manifestantes se acercaron a la valla, donde el ejército casi duplicó sus efectivos.

La organización Amnistía Internacional (AI) pidió a Israel que acabe “inmediatamente” con la represión a tiros de las protestas en la Franja de Gaza, que calificó como una “abominable violación” de los derechos humanos.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también expresó su preocupación por las sangrientas escenas de esta jornada.

Los israelíes ven en la decisión estadounidense el reconocimiento de una realidad histórica de 3.000 años para el pueblo judío. Ésta coincide con el 70º aniversario de la creación del Estado de Israel, en pleno entusiasmo nacionalista y fervor proestadounidense.

Pero la iniciativa unilateral estadounidense causó un enorme disgusto entre los palestinos, que la consideran el resultado del posicionamiento a ultranza adoptado por el presidente Trump a favor de los israelíes desde que asumió el cargo, en 2017. Según ellos, el traslado supone la negación de sus reivindicaciones sobre Jerusalén.

Israel se apoderó de Jerusalén Este en 1967 y la anexionó. Todo Jerusalén es su capital “eterna” e “indivisible”, afirma. Los palestinos, por su parte, quieren hacer de Jerusalén Este la capital del Estado al que aspiran.

Además, la religión agrava la sensibilidad del asunto, pues Jerusalén es una Ciudad Santa para musulmanes, judíos y cristianos.

Trump prometió que mediará entre israelíes y palestinos en un eventual acuerdo diplomático “último”. Al anunciar el 6 de diciembre que reconocía Jerusalén como capital de Israel, quiso favorecer la búsqueda de una paz elusiva, “sacando a Jerusalén del tablero”, afirmó.

Para la comunidad internacional, Jerusalén Este sigue siendo un territorio ocupado, por lo que las embajadas no deberían instalarse en la ciudad hasta que el estatuto de la misma no sea negociado entre ambas partes.

De los 193 países de la Asamblea General de la ONU, 128 condenaron la decisión de Estados Unidos, incluyendo aliados de ese país, como Francia y Reino Unido. La votación provocó la ira de Washington y amenazas de retorsión por parte de su embajadora ante la ONU, Nikki Haley.

Jerusalén se llenó de banderas israelíes y estadounidenses y de carteles que rezan “Trump make Israel great again” (Trump hace que Israel vuelva a ser grande) o “Trump is a friend of Zion” (Trump, amigo de Sion).

Sin embargo, los palestinos consideran que la fecha elegida es una “provocación”, 24 horas antes de las conmemoraciones de la “Nakba”, la “catástrofe” que constituyó la creación de Israel para cientos de miles de palestinos, forzados a huir de sus hogares en 1948.

Israel ha querido celebrar por todo lo alto el traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén y para ello organizó una recepción diplomática a la que fueron invitados 86 de los 161 países con los que mantiene relaciones. Una treintena respondieron a la invitación oficial para acudir en la noche del domingo a un acto celebrado en la sede del Ministerio de Exteriores. Se trata de 10 países africanos, siete latinoamericanos, cuatro asiáticos y tres europeos no comunitarios. Entre los que boicotearon la recepción se encuentran los miembros de la Unión Europea, con la excepción de cuatro que se negaron a acatar la disciplina —pactada anteriormente— de no dar apoyo al traslado de la embajada estadounidense desde Tel Aviv, informa el diario español El País.

Europa evidencia fisuras en la posición respecto a Israel en plena tensión con EEUU por la retirada de Washington del acuerdo nuclear con Irán. Los embajadores de Hungría, Rumania, Austria y República Checa acudieron a la cita en Jerusalén. Esa disonancia diplomática impidió que la UE expresara una posición común y enérgica frente al polémico giro estadounidense. Las reticencias de Hungría, Rumania y República Checa (no así de Austria, según las fuentes consultadas) bloquearon una declaración común de los 28 Estados miembros. Aunque el texto no pretendía reprobar directamente la decisión de Donald Trump, sí dejaba claro que Bruselas no compartía en absoluto la medida. Una vez se conocieron los fallecimientos de palestinos abatidos por las fuerzas israelíes, la alta representante de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, sí emitió un comunicado que exigía a todas las partes “la máxima contención”. A Israel particularmente le instaba a “respetar el derecho a la protesta pacífica y el principio de proporcionalidad en el uso de la fuerza”.

La reacción europea —de menor rango diplomático que si se hubiese expresado en nombre de sus 28 miembros— lamentaba indirectamente al traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén al aludir al “consenso internacional sobre Jerusalén”, territorio disputado por israelíes y palestinos. Mogherini recordó que ese consenso afecta también “a la ubicación de las representaciones diplomáticas”.

La UE sigue abogando oficialmente por la creación de dos Estados, con Jerusalén como capital común. El desmarque de varios países del Este obedece más a un deseo de no exhibir una confrontación con Trump que a las divergencias con la postura oficial de la UE en este terreno.

La división también es patente entre los Estados latinoamericanos. Mientras Guatemala —el día 16— y Paraguay —el 21— tienen previsto trasladar sus sedes diplomáticas este mes a la Ciudad Santa, Honduras ultima los trámites legales para seguir sus pasos. Diplomáticos de Perú, República Dominicana, El Salvador y Panamá acudieron también a la recepción, en la que no figuraban representantes de los grandes de la región, como Brasil, México, Colombia o Argentina.


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