Actualizado: 28/03/2024 20:07
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París, Europa. Refugiados

¿Cambiará Europa tras los ataques en París?

La crisis de los refugiados podría comenzar a verse bajo una nueva óptica

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“Refugees Welcome”. La pancarta en el edificio del ayuntamiento de Madrid, colocada por orden de la alcaidesa Manuela Carmena a un costo de 434,15 euros en agosto de este año, fue saludada por algunos como una muestra de solidaridad y acogida. Un gesto bonito, aunque puramente simbólico, que llevaba a los turistas a retratarse con ella al fondo, luego de contemplar La Cibeles. Pero quizá ya hoy sean menos los que la vean así. Y en un futuro cercano esta cifra puede ir disminuyendo aún más.

Según el presidente francés François Hollande, los ataques terroristas que estremecieron a la capital del país el pasado viernes fueron planeados desde el exterior. Las autoridades griegas han dicho que un pasaporte hallado en uno de los lugares de París atacados correspondía a un hombre que entró a Europa por la isla de Leros, con un grupo de 69 refugiados. El ministro de Interior de Serbia dice que el propietario del pasaporte sirio cruzó la frontera hacia Serbia el 7 de octubre y solicitó asilo. Aunque aún no se ha logrado establecer una vinculación directa entre el documento y la masacre, crecen las especulaciones al respecto. Ya existe un vínculo en Bélgica, país en el que se cree se planearon los atentados.

¿Cómo afectará lo ocurrido a los miles de refugiados que están llegando a Europa desde Medio Oriente?

El primer paso hacia rechazar a quienes huyen de Siria lo está dando Polonia, que nunca se mostró favorable a la acogida y se vio presionada a ceder por su pertenencia a la Unión Europea.

En el marco del plan para la reubicación de refugiados, Polonia iba a aceptar a 4.500. Pero ahora no va a resultar tan fácil

“Solo aceptaremos refugiados si tenemos garantías de seguridad”, declaró el nuevo ministro polaco de Asuntos Europeos, Konrad Szymanksy, de acuerdo a BBC Mundo.

Otro ministro polaco también se opuso al enfoque alemán de dar una abierta bienvenida a los refugiados.

Sin embargo, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, advirtió el domingo que no debemos ceder ante “reacciones simplistas” sobre la crisis de refugiados.

Cualquier prueba que implique que las rutas de los refugiados fueron utilizadas por los extremistas del Estado Islámico (ISIS) traerá problemas mayores a la canciller alemana, Ángela Merkel, quien ya vio disminuida notablemente su popularidad en las últimas encuestas.

Ahora, Merkel está siendo presionada para cerrar las fronteras de Alemania.

Durante el fin de semana, la líder europea comparó esta crisis a los desafíos de la reunificación de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial.

Pero unificar al pueblo alemán es muy diferente a aceptar a un millón de refugiados de diferentes culturas.

Si Alemania cierra sus fronteras, el impacto se sentirá en un país tras otro, hasta llegar a los Balcanes Occidentales.

Habrá una vuelta hacia atrás por parte de los refugiados y las tensiones entre los países podrían aumentar peligrosamente.

Así que la canciller alemana, de momento, intentará capear una crisis en la que ya parece haber perdido el control.

El Acuerdo Schengen en peligro

También se espera un impacto sobre la libre circulación de personas, que garantizaba el Acuerdo de Schengen.

Un principio fundamental, la “joya de la corona” europea, que ahora está en peligro.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, declaró hace tan sólo unos días que “no hay duda de que el futuro de Schengen está en juego y su tiempo se está acabando”.

Cualquiera que viaje por Europa conoce el ahorro de tiempo y las incomodidades que ahorra, por ejemplo, entrar a Roma procedente de Madrid sin necesidad de detenerse o mostrar siquiera documento alguno. Es prácticamente como viajar entre dos ciudades cercanas. Quizá en el futuro ya no sea así. De ocurrir ello, no solo habría que añorar la Europa del presente, y de la que por años se creyó con un futuro asegurado, sino también la del pasado anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando dio comienzo el gran descalabro que se creía superado, pero que ahora parece no es así.

Francia ha declarado el estado de emergencia y en un primer momento cerró sus fronteras, aunque de inmediato se matizó la declaración y continúa la libre circulación por puertos y aeropuertos, sin necesidad de visa para los europeos o por ejemplo para los estadounidenses que ya han pisado otro territorio de la Unión Europea, ya que ello implicaría una violación del Acuerdo de Schengen. Pero al mismo tiempo Francia ha introducido controles fronterizos temporales, una medida que se tomó antes de producirse los ataques, debido a la amenaza existente y a la próxima celebración de la Cumbre del Clima.

“Tenemos que recuperar el control sobre nuestras fronteras”, agregó Tusk.

Con los ataques en París, este asunto resulta cada vez más urgente. Uno de los objetivos de las investigaciones que se llevan a cabo es tratar de determinar cómo los atacantes (y sus armas) lograron “filtrarse” entre las fronteras, y si esta situación habría sido diferente de haber habido controles.

Pero cuanto mayores sean los controles y las vallas fronterizas que restablezcan los países europeos, mayor será el desafío para los fundamentos de una Europa abierta.

Tres posibles cambios fundamentales

El ISIS ha cambiado claramente su estrategia. Los expertos creen que ahora está preparado para perpetrar un ataque en cualquier país que se una a una coalición militar en su contra.

A través de operaciones espectaculares quiere socavar la opinión de los ciudadanos europeos sobre el uso de fuerza en Siria.

Si el ISIS está dispuesto a lanzar grandes operaciones dentro de Europa, entonces el control de las fronteras se vuelve un asunto mucho más delicado.

Ángela Merkel está intentando llegar a un acuerdo con Turquía para que acepte de nuevo a algunos refugiados, y también para frenar el éxodo de aquellos que buscan una nueva vida en Europa y, tal vez, detener a los radicales

Los ataques en París han aumentado la sensación de inseguridad en Europa, y ello puede traer, al menos, tres cambios fundamentales.

1. Mayor tolerancia hacia algunos gobiernos autoritarios

Turquía continúa siendo un país estratégico, especialmente tras los ataques en París.

Europa está dispuesta a negociar con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, a pesar de las preocupaciones en cuanto a sus políticas, que algunos tildan de “autoritarias”.

Tras los atentados el presidente francés Hollande se reunió con los principales líderes políticos del país. Todos, en el amplio espectro de derecha a izquierda, incluidos los situados en las posiciones más radicales, le pidieron un acercamiento al presidente ruso Vladimir Putin y la coordinación con Rusia en el frente de ataque a los yihadistas en Siria.

2. Una posible alza del conservadurismo

A nivel político, en Francia las corrientes más conservadoras intentarán aprovecharse de lo ocurrido en su beneficio. Aunque ello no ha ocurrido de forma automática, y hasta ahora las simpatías en las urnas y las encuestas están más determinadas por las políticas económicas, el desarrollo y el bienestar, el miedo puede comenzar a jugar un papel más determinante. De esta forma podría verse afectada la percepción ante la inmigración, y los sentimientos de humanismo y composición echados a un lado frente a la sospecha y el temor.

Tras los atentados de enero en París contra la revista satírica Charlie Hebdo, el partido nacionalista francés Frente Nacional todavía no ha obtenido beneficios inmediatos.

Pero, aunque no estén necesariamente vinculados, los últimos ataques en París han hecho de la crisis de refugiados un asunto mucho más complejo y difícil de manejar.

3. Límites a las libertades

Algunos de los atacantes no eran desconocidos para las fuerzas policiales y de seguridad, tanto en Francia como en Bélgica. Si no actuó primero contra ellos, fue porque no habían cometido delitos de envergadura. Pero esa permisividad típica de una sociedad democrática podría verse afectada ahora, como ocurrió en Estados Unidos tras los atentados del 9/11.

De hecho la adopción del estado de excepción en Francia brinda mayores poderes a las fuerzas policiales y de seguridad para actuar. Eso que ahora se considera una medida temporal podría ampliarse, de forma más o menos parcial, si se producen nuevos atentados.

Sin duda este es uno de los objetivos principales del terrorismo nacional e internacional, con independencia de su ideología, y hasta ahora en Occidente el equilibrio ha logrado sostenerse con altibajos. Hasta cuando será así es la gran interrogante del momento.


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