Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Derrota, EEUU, Trump

Tres claves por las que Trump se convirtió en el primer perdedor de una reelección en 28 años

Trump nunca fue un presidente extremamente popular

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Como presidente de Estados Unidos, Donald Trump podrá ser recordado por varios motivos, y uno de ellos será el que se haya convertido en el primer ocupante de ese cargo en perder la reelección en el siglo XXI (o en los últimos 28 años).

De hecho, el triunfo electoral del candidato demócrata Joe Biden colocó a Trump en una corta lista de apenas una decena de mandatarios de EEUU que a lo largo de la historia buscaron ser reelectos y fracasaron.

Ningún otro inquilino de la Casa Blanca había fallado en su intento de obtener un segundo mandato presidencial desde la derrota del también republicano George H. W. Bush frente a Bill Clinton en 1992.

La situación de Trump contrastó no sólo con su sorprendente triunfo electoral en 2016, sino con las perspectivas que tenía a comienzos de año.

En la primera semana de febrero, Trump parecía más invencible que nunca al sortear un juicio político en el Congreso y ver sus índices de aprobación en alza, con la menor tasa de desempleo de EEUU en medio siglo.

“¿Qué derrotará finalmente a Donald Trump?”, preguntaba en aquel momento el diario The New York Times en el título de un editorial.

Varios motivos explican la caída de Trump. Aquí analizamos tres de ellos:

Liderazgo incierto en tiempos de crisis

Mientras Trump lucía inexpugnable en febrero, un nuevo coronavirus avanzaba silenciosamente en EEUU para cambiar radicalmente el escenario económico, político y electoral del país.

Claro que Trump difícilmente pueda ser culpado por la llegada a EEUU de un virus que se expandió por todo el mundo.

Pero el presidente sí fue acusado de eludir el papel de líder durante la crisis sanitaria y actuar de forma errática o caótica.

En vez de advertir sobre la gravedad de la amenaza, Trump buscó una y otra vez minimizarla, contradijo a expertos y sugirió soluciones sin base científica.

Trump realizó improvisados comentarios sobre el coronavirus sin seguir la opinión de expertos de su propio gobierno como la doctora Deborah Birx.

El presidente mantuvo esa actitud aún después que EEUU se volviera el país con más muertos e infectados por covid-19 y que él mismo contrajera el virus, lo que llevó a hospitalizarlo unos días en octubre, en plena campaña.

Las criticas a su liderazgo fueron más allá de la pandemia.

Algunos republicanos y figuras religiosas cuestionaron su respuesta agresiva y divisiva ante la histórica ola de protestas por justicia racial que surgió tras la muerte del afroestadounidense George Floyd bajo custodia policial en mayo.

El presidente reclamó mano dura frente a esas protestas y buscó deslegitimarlas, catalogándolas de radicales y evitando abordar sus causas o tender puentes con los manifestantes.

La estrategia del presidente este año pareció ser actuar como opositor y pasarle a los gobernadores estatales o alcaldes la responsabilidad de responder al coronavirus y las protestas contra el racismo.

“En lugar de lidiar con los desafíos de 2020, Donald Trump volvió a su manual de retador de 2016 y pensó que podía eludir los problemas que enfrenta el país. Por supuesto que eso no funcionó”, dice Allan Lichtman, un historiador experto en elecciones en EEUU, a BBC Mundo.

Algunas encuestas previas a la elección mostraron que los votantes preferían a Biden antes que a Trump para liderar la respuesta a la pandemia, mantener la ley y el orden, o unificar la nación.

Y encuestas a boca de urna el martes mostraron que el control del coronavirus era una prioridad de la mayoría de quienes decidieron votar por Biden.

El desplome de la economía

Lichtman había anticipado la derrota de Trump en base a un modelo de predicción de elecciones presidenciales que él mismo creó y que le funciona sin errores en EEUU desde que Ronald Reagan fuera reelecto en 1984.

El modelo consta de 13 variables que contemplan distintos aspectos del panorama electoral, más allá de las encuestas: si seis o más de esas “llaves” se cierran contra el presidente o el partido que ejerce el gobierno, éstos pierden.

Trump apenas tenía cuatro llaves en su contra a fines de 2019.

Pero, tras la llegada de la pandemia, otras tres llaves giraron contra Trump para anticipar su derrota. Y dos de ellas tenían que ver con la situación económica a corto y largo plazo.

La crisis de coronavirus causó la pérdida de millones de empleos en EEUU.

De hecho, el cierre de actividades para evitar la propagación del virus provocó una profunda recesión este año en EEUU, con pérdidas de millones de empleos.

Y, aunque en el tercer trimestre del año hubo una recuperación importante de la actividad, la economía aún era 3,5 % menor que a fines de 2019.

Durante la campaña, los demócratas también buscaron atacar ese flanco al insistir en que Trump sería el primer presidente desde Herbert Hoover (1929-1933) en dejar el cargo con menos empleos en la economía que cuando asumió.

Ese saldo es difícil de medir con exactitud, según expertos, pero lo cierto es que la salud de la economía es un factor clave para definir las elecciones en EEUU y esta vez la recesión jugó contra Trump.

La antipatía hacia Trump

La tercera llave del modelo de Lichtman que giró contra Trump este año estuvo relacionada con el malestar social que se expresó tras la muerte de Floyd.

Más allá de las críticas que recibió por su respuesta a esas protestas o al coronavirus, Trump nunca fue un presidente muy popular, aunque siempre mantuvo una base fiel de simpatizantes.

En rigor, en sus cuatro años de gobierno, Trump tuvo un rating de aprobación inferior al 50 % en las mediciones de Gallup, otra variable clave para las posibilidades de reelección de un presidente.

Trump tampoco ganó el voto popular en 2016, aunque en esa ocasión obtuvo la mayoría del Colegio Electoral gracias al modo como este se conforma, ponderando a los estados menos poblados.

Biden, por su lado, logró que la elección se volviera un referéndum sobre Trump y su estilo de gobierno.

Y la mayor antipatía por Trump le permitió a Biden no sólo mantener unido a su Partido Demócrata pese a sus grandes diferencias internas, sino atraer votantes independientes e incluso republicanos.

“En la historia de EEUU, ningún partido que ocupa la Casa Blanca ha sufrido jamás un cambio de suerte tan repentino y dramático en apenas unos pocos meses”, señala Lichtman.

“Nunca sucedió antes y Donald Trump no tiene a nadie a quien culpar más que a sí mismo: él es el presidente”, agrega. “Nos guste o no, como dijo Harry Truman (quien gobernó EEUU de 1945 a 1953), la responsabilidad llega hasta aquí”.


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