China-Cuba: relaciones económicas

Julio A. Díaz Vázquez

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El 2 de septiembre de 1960, al aprobarse la Primera Declaración de La Habana, fue anunciada la ruptura de Cuba con Taiwán y se oficializaron las relaciones con la “Nueva China”. Unos días después, el 28 de septiembre, un comunicado conjunto marcó el rumbo en las relaciones sino-cubanas, que tomaron cuerpo en 1961 con la visita a China del comandante Ernesto Che Guevara. Durante los siguientes treinta años esas relaciones pasarían por diferentes etapas, algunas de ellas condicionadas por las divergencias entre China y la URSS. Pero, desde que se estableció la Comisión Mixta Intergubernamental para las Relaciones Económicas y Comerciales (CMIREC, 1988) hasta hoy, el intercambio se ha multiplicado.
En 1995 fue modificada la tradicional forma de intercambio comercial, aplicada desde la década del 60 del pasado siglo, basada en convenios comerciales, pagos quinquenales y protocolos anuales, mediante los cuales Cuba exportaba azúcar a cambio de mercancías chinas por igual valor. A tono con las reformas aplicadas en la economía y el comercio exterior de China, desde 1999 todas las operaciones del intercambio mercantil entre ambos países transcurren en moneda libremente convertible, a través de créditos, y con los mecanismos de pago que acuerden las partes contratantes.
Las partidas principales que entran en el comercio bilateral comprenden exportaciones chinas de maquinarias, equipos electrodomésticos, bombillos de bajo consumo, manufacturas textiles, vehículos y otros medios de transporte, calzado y alimentos; mientras Cuba exporta a China, en lo fundamental, níquel, azúcar, mariscos, cítricos, chatarra, tabaco, productos biotecnológicos y ron.
Para el país caribeño, el mercado chino tiene relevancia especial, pues ofrece créditos en condiciones ventajosas, acceso al mercado en expansión más grande del mundo, y le permite adquirir equipos imprescindibles para reanimar sectores de la economía muy deprimidos, como el transporte, y desarrollar otros, como las telecomunicaciones.
Tanto el flujo mercantil como el de bienes entre ambos países decreció con la caída de la economía cubana entre 1990 y 1995. En la primera década del nuevo siglo, en cambio, experimenta un alza permanente, siendo China el segundo socio comercial de Cuba, con un intercambio comercial de 2.700 millones de dólares en 2007, según fuentes chinas. Esta evolución puede apreciarse en la tabla 1.
Tabla 1. Comercio Exterior China-Cuba: 1999-2006. (Millones de pesos) Fuente: Anuario Estadístico de Cuba. Edición de 2007. Oficina Nacional de Estadísticas, pp. 129, 132, 135.
(Ver Tabla en pdf)
Un primer análisis de estos datos destacaría que los montos totales se han multiplicado por 3,8, a un ritmo de más del quince por ciento anual, con saldos crecientes favorables a China y una mayor diversificación de sus exportaciones; estructura que reproduce los desequilibrios en el intercambio entre áreas desarrolladas y subdesarrolladas. También es desigual el papel relativo de ambos socios: mientras que China es el segundo proveedor internacional de Cuba, la Isla, aunque relevante para China en el contexto del Caribe, ocupa un lugar modesto en su intercambio con Latinoamérica.
Los contratos de níquel convenidos entre 2005 y 2009 por la empresa Cuba Níquel para la venta al consorcio Minmetals de 20.000 toneladas de sínter, a razón de 4.000 toneladas anuales, fueron incrementados a partir de 2006 hasta las 10.000 toneladas. Mientras, los embarques de azúcar cubana han oscilado entre las 300.000 y las 400.000 toneladas, por la caída en el cultivo de la caña de azúcar.
En la esfera de los servicios, al intensificar la cooperación económica, China otorgó a Cuba la categoría de Destino Turístico de Gobierno, requisito indispensable, según sus leyes, para organizar la acogida de contingentes de turistas asiáticos en Cuba. Entre 1999 y 2005, el registro de visitantes chinos sólo ascendió a 35.000. No obstante, existen las premisas para integrar la variante del multidestino dentro del Caribe con viajeros procedentes de China.
Teniendo en cuenta las limitaciones del sector externo cubano, el crédito y las relaciones financieras en general constituyen una de las facetas más importantes de los vínculos económicos China-Cuba. Ante la compleja situación que enfrentó la Isla en los 90, el gobierno chino otorgó financiamientos comerciales, satisfizo las entregas de sus exportaciones y concedió facilidades para la liquidación de la deuda acumulada. En 1995, facilitó un crédito para cubrir el desbalance comercial a largo plazo, con bajos intereses. También aseguró financiamiento en condiciones favorables de precios y de pago para potenciar la recuperación de la industria azucarera cubana, mediante el Seguro al Crédito a la Exportación, a través de la compañía de seguros de China. En 2001, Cuba recibió otra línea de crédito por unos 6,5 millones de dólares, sin intereses, por cinco años, para el sector educacional.
En 2004 se implementaron variadas medidas: un Acuerdo de Cooperación Económica y Técnica; mediante un canje de notas se ampararon créditos a Cuba para adquirir suministros para la salud pública por algo más de doce millones de dólares, y se rubricaron otros dieciséis importantes documentos que profundizaron las relaciones bilaterales de cooperación económica y científicotécnica en educación, salud pública, fitosanitaria, acuicultura, equipos de rayos X para inspección, servicios meteorológicos, petróleo, turismo, ferrocarriles, puertos, etc. Otros dos convenios cubren la continuación del crédito de 200 millones de dólares para ampliar las telecomunicaciones, y 150 millones para la producción de televisores, lo que hizo posible que la empresa china Haier y el Grupo de la Electrónica, de Cuba, comenzaran la producción conjunta, en un plazo de dos años, de un millón de televisores Atec-Haier para programas educativos, consumo de la población y exportación. Con diseño y algunos elementos cubanos, sus componentes electrónicos serán chinos.
Otro canje de notas permitió aplazar por diez años, sin intereses, el pago de los créditos recibidos por Cuba en 1990-1994. A partir de 2003, Cuba ha cumplido rigurosamente los pagos y compromisos suscritos con China. En 2006, el Memorando de Entendimiento, suscrito entre el gobierno de Cuba y un grupo de grandes consorcios de China, otorgó un techo financiero de 1.800 millones de dólares para cubrir operaciones de corto, medio y largo plazos, lo que está permitiendo el desarrollo de amplios programas sociales y de reanimación económica. Una parte de los créditos recibidos por esta vía ha posibilitado, en la esfera del transporte, ejecutar convenios con la Zhengzhou Yutong Group Co. Ltd. para la entrega de 5.348 vehículos, a un costo de 370 millones de dólares. Tal operación incluye 600 ómnibus articulados para el servicio urbano a un costo de 120 millones de dólares; decenas de ellos ya sustituyen en las calles de La Habana a los popularmente llamados “camellos”.
Actualmente, ruedan en el país miles de ómnibus para el servicio interprovincial y urbano, y circulan las primeras doce locomotoras, valoradas en dieciséis millones de dólares. Además, prestan servicio los equipos y el material técnico para reparar y atender la modernización de la red de distribución eléctrica del país, y también fueron adquiridos cien equipos para la recogida de basura. Cuarenta de ellos ya entraron en servicio en Ciudad de La Habana.
Por otra parte, en la esfera de las inversiones mixtas, funcionan nueve empresas sino-cubanas; cinco de ellas, en China; y cuatro, en Cuba (ver tabla 2), dedicadas a la agricultura, telecomunicaciones, industria ligera, turismo, biotecnología y salud. Las inversiones chinas se estiman en unos 50 millones de dólares; las de Cuba, en unos 40 millones. La Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPCh) y Cuba-Petróleo (Cupet) firmaron un acuerdo para la exploración y búsqueda de hidrocarburos en dos bloques de la plataforma marina de Cuba, en aguas del Golfo de México.
Tabla 2. Empresas Conjuntas China-Cuba. Fuente: Datos recopilados por el autor.
(Ver tabla en pdf)
En la rama del turismo, se creó la empresa mixta Cuba-Shanghai, con mayoría de la Corporación Cubanacán S.A., y la compañía Suntime International, de China. Cubanacán levantó un hotel de cinco estrellas, veintiocho plantas y 685 habitaciones en el distrito de Pudong, y el centro gastronómico La Gloria Cubana, ambos en Shanghai.
Otra esfera promisoria es la empresa mixta Biotec Pharmaceutical, fundada entre el Centro Internacional de Ciencias, de China, y el Centro de Inmunología Molecular, de Cuba. El bioproducto cubano PPG (anticolesterol) se registró en China, exportándose 0,6 millones de tabletas anuales en los últimos seis años.
También son destacables las entidades mixtas Gran Kaimán —asociación entre el Grupo Electrónico, de Cuba, y Gran Dragón, la corporación de telecomunicaciones de China—, que produce equipamientos para el mercado nacional y de América Latina, y Hongda-c-Kure —entre el Centro de Salud Animal, de la Isla, y Hongda, el grupo corporativo chino de alta tecnología.
Está planteado que los dos hospitales de excelencia especializados en oftalmología, situados en Xining, provincia de Quinhai, y en Zhijiashuang, provincia de Hebei, se multiplicarán progresivamente hasta una cadena de 50 centros de igual categoría.
A la vez, China y Cuba han creado las bases jurídicas mediante un Acuerdo para la Protección Recíproca de las Inversiones (APPRI), firmado en 1995, y renegociado y actualizado en 2007, y un convenio, vigente desde 2001, para evitar la doble tributación.
En 2005, fue creado el Grupo de Inversiones en el marco de la CMIREC, y los dos países tratan de estimular la creación de empresas conjuntas y canalizar inversiones por parte de las empresas chinas, especialmente en turismo, industria ligera, minería y petróleo, derivados del azúcar, siderurgia, pesca y electrónica, propósitos recogidos en el Memorando de Cooperación suscrito en 2005.
La cooperación científicotécnica y la ayuda en programas de desarrollo ramales ha tenido un incremento sostenido, en particular, desde 1995. Especialmente beneficiosos han sido los proyectos relacionados con el cultivo de arroz, soya, sorgo y maíz, la obtención de semillas mejoradas, el pronóstico de sismos, la explotación y utilización de la energía solar y la biotecnología.
También se han concertado acuerdos de cooperación cultural, educacional, deportiva y de ciencia y tecnología. En la educación, se implementa el programa de estudio del idioma chino y de español para chinos —más de cien jóvenes caribeños se preparan en China, y más de mil estudiantes chinos perfeccionan su español en Cuba—. En Tarará se restauran y rehabilitan las instalaciones para la sede del programa. Además, está previsto abrir en Cuba el Instituto Confucio, y se refuerzan los tradicionales vínculos culturales, debidos a la centenaria presencia china en Cuba. Para conservar y desarrollar esas costumbres y tradiciones, China brinda apoyo a los descendientes de inmigrantes chinos que viven en la Isla.
Asimismo, la cooperación ha incluido diferentes donativos: uno, de 6,1 millones de dólares, para adquirir tejidos destinados a la confección de los uniformes escolares; otro, de cuatro millones de dólares, para la compra de materiales generales y para ejecutar proyectos de cooperación técnica.
El proyecto conjunto Thrips Palmi facilitó la puesta en marcha, en Matanzas, de una planta de fermentación de bioplaguicidas, única de su tipo en el país, para la cual China donó 2,9 millones de dólares en equipamiento de laboratorio y en tecnología. Y en la rama energética, se construyen y remodelan pequeñas centrales hidroeléctricas, y se instaló el Parque Eólico de Gibara con tecnología facilitada por China.
Por otra parte, en el transcurso de la XVIII sesión de la CMIREC Cuba-China (Beijing, diciembre de 2005), fueron firmados varios convenios; entre ellos, el de cooperación bilateral en biotecnología para los próximos tres a cinco años, e inició sus actividades el grupo de trabajo para la colaboración en ese sector.
En los últimos quince años se han producido acontecimientos de honda repercusión en los tradicionales vínculos y coincidencias políticas e ideológicas entre Cuba y China: reiteradas visitas del más alto nivel de gobierno y partido, apreciaciones compatibles en diversos asuntos de la escena internacional e identificación política. Se ha subrayado el papel solidario que desempeñaron los créditos y préstamos del gobierno y empresas chinas cuando Cuba enfrentó un “doble bloqueo”. Sin embargo, es evidente que ambos países tienen ante sí desafíos que exigirán ingentes esfuerzos, comprensión y mucho trabajo de ambas partes para perfeccionar los mecanismos de promoción, ejecución y control de la actividad económica y científicotécnica. Deberán, además, estimular las inversiones conjuntas, y avanzar en el dominio de las realidades mutuas.
Es necesario enriquecer la estructura de los bienes que la Isla comercializa en el mercado chino. Resultaría positivo que los incrementos habidos en las ventas de níquel se acompañaran con la elevación de la cuantía y ampliación de los rubros del corto surtido actual. Esto puede ser extensible a las exportaciones de azúcar. La reanimación que experimenta el cultivo de la caña y la eficiencia de la industria azucarera permiten avizorar la recuperación de los niveles previos a 1990.
Al mismo tiempo, la promisoria presencia de productos biotecnológicos en el mercado chino abre nuevos caminos para incrementar y diversificar nuestras exportaciones, y alcanzar el progresivo equilibrio en la balanza comercial. Es harto evidente que las grandes corporaciones de China están incursionando en los mercados internacionales, mientras que para Cuba los intercambios comerciales registran crecientes y positivos índices. No obstante, una de las debilidades presentes en las relaciones económicas entre los dos países es la poco significativa llegada de inversores chinos a la Isla.
Teniendo en cuenta que en 2010 unos treinta millones de chinos visitarán países extranjeros, el turismo es, sin duda, una rama que puede ofrecer halagüeñas perspectivas para el inversor chino. La modalidad del “multidestino” —otros países del Caribe también recibieron la categoría de Destino Turístico de Gobierno— es especialmente atractiva y digna de estudio.
No puede perderse de vista que las corporaciones chinas son incentivadas por el Gobierno para que incrementen su salida a la economía internacional, pero deben regirse por directivas que priorizan las inversiones en las ramas energética, de materias primas, servicios, investigación y desarrollo (I+D), e infraestructura. Se trata de inversiones que deberán obtener mercados, elevar las ganancias, satisfacer demandas internas, exportar a terceros países, hacerse de marcas de prestigio, acceder a tecnologías y ganar puntos en la competencia. Para conseguirlo, intentan acogerse a políticas de privilegios, minimizar las inversiones, emplazarse donde exista abundante fuerza de trabajo y tierras baratas, así como proximidad a las fuentes de materias primas. Razones que, en alguna medida, explican la magra inversión china en Cuba. A ello se agrega, entre otros factores, la pobre e incipiente experiencia empresarial acumulada en Cuba a partir de los 90, y el hecho de que la estrategia negociadora no fue la idónea.
Un factor positivo para potenciar, en el futuro próximo, las oportunidades del mercado de la Isla, derribar barreras y abrir nuevos cauces es el llamado a “introducir los cambios estructurales y conceptos que resulten necesarios (…) con sentido crítico y creador, sin anquilosamiento ni esquematismos”, hecho por Raúl Castro, el 26 de julio de 2007). La implementación de los “perfeccionamientos” necesarios en la economía cubana, la superación de las ineficiencias presentes en el desempeño empresarial y la búsqueda de mayor dinamismo en el desarrollo económico son factores que ofrecen un lugar para las inversiones extranjeras, poniendo en práctica políticas que eviten los errores del pasado.
Sin embargo, las medidas para “introducir los cambios estructurales y conceptos necesarios” no se identifican —como hacen algunos economistas, y observadores externos— con ver en el “modelo chino” la solución para los imprescindibles cambios económico-sociales que acomete el país. Más bien, las transformaciones gestadas por la “reforma y apertura” en China, así como la “renovación” en Vietnam, los “ajustes en la economía” que se implementan en Cuba y, en menor medida, en la República Democrática Popular de Corea, sugieren la formación de otros “modelos socialistas” alejados de la teoría y la práctica del “socialismo real”. El avance en la creación de modelos propios en la construcción socialista refuerza la tendencia a la pluralidad, de acuerdo a las experiencias de cada país y las cambiantes realidades que marcan los rumbos geopolíticos del siglo XXI.
No obstante, si bien resulta positivo que el seguimiento de las reformas chinas y vietnamitas motive reflexiones sobre la conveniencia de experimentar en algunos de sus resultados, no es menos cierto que las diferencias geográficas y socio-culturales marcan distancias que no deben menospreciarse. Asia se ha convertido en la economía más dinámica del planeta. Crecer y desarrollarse es un imperativo para no ser apartado del camino. China y Vietnam optaron por aceptar el reto de la globalización y entrar a competir con esas reglas del juego.
Cuba, en el área de América Latina, enfrenta su propio desafío globalizador para reinsertarse en la economía internacional, agravado por la hostilidad y el bloqueo de Estados Unidos, y la lenta recuperación que experimenta la región latinoamericana para dejar atrás los azotes o secuelas de las políticas neoliberales aplicadas en el pasado reciente.
En Cuba, la población urbana supera el 80 por ciento y sólo el 20 por ciento es rural. China y Vietnam se distinguen por todo lo contrario: en China, el 64 por ciento de la población es rural y el 36 por ciento, urbana, y en Vietnam, cerca del 80 por ciento es población rural y sólo el 20 por ciento, urbana. Cuba se caracterizó históricamente por una economía agraria, pero no campesina, como la china y la vietnamita. Lo que, en buena medida, explica los enormes esfuerzos que, en los dos países asiáticos, ha exigido y exige el despliegue económico modernizador para incorporar los mecanismos de mercado a la dirección de la economía.
La extensión territorial y población tampoco deben pasarse por alto. Las diferencias regionales, las zonas de pobreza y el estado de las comunicaciones, han acelerado o retardado las políticas innovadoras. China presenta las mayores disparidades. Vietnam, además del atraso secular y el subdesarrollo de su economía, enfrenta la creciente brecha entre el norte y el sur del país. Distorsiones éstas no tan marcadas en las distintas regiones cubanas.
El factor cultural también debe atenderse. China reabre el debate intelectual de finales del siglo XIX e inicios del XX sobre la apertura del país a Occidente, y la captación de tecnologías e instituciones democráticas. Vietnam, colonia francesa por muchos años, estuvo más abierto a estas tendencias. Cuba, por el contrario, tiene sus raíces nacionales y culturales dentro de la tradición occidental.
Finalmente, no debemos pasar por alto el hecho de que las dos naciones asiáticas acumulan una vida cultural y aldeana de miles de años; así como que la estructura y tradición familiar desempeñan papeles muy diferentes en los asentamientos asiáticos y caribeños, sin ignorar el positivo papel desempeñado por las industrias rurales en China.
Todo lo anterior no debe obviar la necesidad y validez de documentarse acerca de la evolución económico-social de China y Vietnam en los últimos treinta años, tanto de lo positivo como de lo negativo. Estudiar, aprender, experimentar, antes de generalizar cualquier solución, “con espíritu creador”, así como trabajar duro y con la voluntad de “cambiar todo lo que deba ser cambiado”, parece ser lo que marcará el rumbo de la Isla en el próximo futuro.

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